Seattle es una de las ciudades norteamericanas que más en serio se han tomado la lucha contra el cambio climático y la protección del medio ambiente. Situada al noroeste de Estados Unidos y con 650.000 habitantes, fue la primera en comprometerse con el movimiento de la desinversión en combustibles fósiles, en 2013, una decisión que fue bien recibida por la gente más joven, –la misma que tendrá que vivir con las consecuencias del calentamiento global–, así como por el público en general.
Además, la ciudad más grande del estado de Washington logra reciclar el 56% de sus residuos (408.000 toneladas al año). Pero no contenta con esta marca, se ha propuesto elevar este porcentaje al 60%. ¿Cómo? Prohibiendo a sus residentes tirar comida a la basura.
La estricta iniciativa cuenta con el apoyo del 74% de los habitantes de la urbe
La nueva ordenanza municipal entró en vigor a principios de año y prohíbe específicamente a casas particulares y a comercios arrojar restos orgánicos a la basura. De momento, sólo se avisa a quien infringe la norma con un adhesivo rojo en su cubo de desperdicios, pero a partir de julio esto se traducirá en una sanción.
Los hogares unifamiliares en cuyos contenedores se encuentren restos de comida serán sancionados con un dólar por cada infracción, mientras que en el caso de los comercios y edificios de apartamentos (cuya recogida de basuras es centralizada) la multa ascenderá a los 50 dólares (unos 45 euros).
El Ayuntamiento de Seattle ha proporcionado gratuitamente a los ciudadanos cubos donde depositar desde las sobras de los platos, a servilletas usadas, hojas del jardín o los envases de cartón de las pizzas. A partir de ahí, los vecinos pueden elegir entre hacer su propio compost o entregar su materia orgánica al camión de reciclaje, que lo trasladará a plantas de procesamiento en las que se elaborará abono para los parques y jardines de la ciudad.
Reciclar el 60% de los desperdicios
“Seattle es una ciudad líder en reciclaje. La mayoría de nuestros vecinos y negocios ya realizan su propio compostaje y este requerimiento supone una progresión en nuestro esfuerzo colectivo para que la ciudad sea cada vez más verde”, señaló el director de residuos sólidos del departamento de Servicios Públicos de Seattle, Tim Croll.
La iniciativa cuenta con el apoyo del 74% de los habitantes de Seattle, según una encuesta del Ayuntamiento. El 11% de la población se opone a ella.
Según los datos que maneja el consistorio, la medida evitará que unas 38.000 toneladas anuales de residuos orgánicos terminen en el vertedero, lo que contribuirá a alcanzar el objetivo fijado por la ciudad de reciclar el 60% de sus desperdicios a finales de 2015.
Unas 100.000 toneladas de residuos orgánicos acaban en el vertedero anualmente
Cada año Seattle genera una media de 100.000 toneladas de residuos orgánicos que no se reciclan y acaban en el vertedero del vecino estado de Oregón, lo que representa un elevado coste para las arcas municipales y contribuye a la emisión de gases de efecto invernadero.
Según datos de la Agencia de Protección Medioambiental de Estados Unidos, los residuos orgánicos suponen aproximadamente una quinta parte del total de basura no reciclada del país, por encima de productos como el plástico, el papel, el metal o el cristal.
En 2012, último año del que se tienen datos, los estadounidenses generaron cerca de 35 millones de toneladas de residuos orgánicos que no se utilizaron para nada.
La normativa que Seattle ha aprobado ahora y que prohíbe de forma expresa tirar residuos orgánicos al cubo de la basura ya existe desde 2005 para otros productos reciclables como el papel, las botellas, los botes o las latas.
Otras ciudades norteamericanas como Nueva York, San Francisco o Portland también han impulsado medidas destinadas a fomentar el compostaje, pero ninguna tan estricta como aplicada en de la ciudad cuna de la música grunge.