Para iniciar su investigación, Muros viajó hasta el parque de bomberos de Livermore (California, EE UU), donde hay una bombilla que lleva encendida de forma ininterrumpida desde hace ¡más de 111 años! Allí contactó con descendientes y conocidos de los creadores del artefacto, pero comprobó que no existía documentación técnica sobre el mismo. Sin embargo, la información que allí obtuvo sentó las bases a partir de las cuales comenzó una investigación que ha durado nueve años.
Cogemos materias primas del Tercer Mundo para devolverlas forma de residuos peligrosos
Muros ha creado un movimiento, al que ha bautizado Sin Obsolescencia Programada (SOP), que pretende luchar contra una estrategia industrial que, afirma, "surgió entre 1920 y 1930 con la intención de crear un nuevo modelo de mercado, el de la fabricación de productos que tienen una durabilidad corta de manera premeditada para obligar a los consumidores a comprar nuevos productos con frecuencia y sin una necesidad real".
Efectivamente, de todos es conocido que numerosos objetos de consumo cotidianos están fabricados con materiales o ensamblajes que garantizan una menor resistencia que sus homólogos mucho más antiguos, y que la inmensa mayoría de los electrodomésticos que adquirimos tienen meticulosamente planificada la duración de su vida útil. "El objetivo es el lucro económico inmediato, sin que tengan ningún valor el cuidado y el respeto al medio ambiente ni al ser humano, contaminando y sobreexplotando los recursos naturales de nuestro planeta", denuncia el industrial.
En 1924 se anunciaban lámparas de 2.500 horas. "Hoy en día, la bombilla convencional dura 1.000 horas"
Muros señala que "los fabricantes que llevan a cabo estas prácticas no se dan cuenta de que están utilizando unas materias primas que cogemos del Tercer Mundo a muy bajo precio, para devolverlos después también al Tercer Mundo en forma de residuos peligrosos". Ésto, a su juicio, "pone en peligro la sostenibilidad de un planeta ya mermado de recursos". "A lo mejor no llegamos a la utopía, pero perseguirla nos hace caminar", proclama.
El empresario recuerda que cuando la bombilla fabricada por Edison comenzó a comercializarse a finales del siglo XIX, se publicitaba afirmando que gracias a su filamento de gran estabilidad, tenía una duración de 1.500 horas. Unos años después, en 1924, otros fabricantes anunciaban lámparas con una duración de 2.500 horas. "Hoy en día, sin embargo, una bombilla incandescente convencional tiene aproximadamente unas 1.000 horas de vida", explica.
El anuncio de Muros se produce poco después de que dos grandes fabricantes internacionales de aparatos de iluminación presentaran sendas bombillas led (de las siglas en inglés de diodo emisor de luz) de una duración muy superior a la de los modelos actualmente disponibles en el mercado. Mientras Philips publicitaba una bombilla de 20 años de duración garantizada, General Electric lanzaba al mercado una de 22,8 años de esperanza de vida. El sector de la iluminación, tal vez el primero donde se aplicó el concepto de obsolescencia programada, podría ser el primero en abandonarlo.
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