La idea ha sido del ingeniero zootécnico de la Universidad Nacional (UN) George Jaime Tenjo, quien considera que la celulosa que contiene el papel, que puede ser degradada por la microflora intestinal de los rumiantes, podría constituir un complemento de la dieta de los animales en épocas de escasez, y que de esta manera se evitaría que el mismo se convierta en un residuo que hasta ahora se incineraba. Una empresa de la zona genera cerca de 100 toneladas diarias a las que así se podría dar un uso productivo.
El ganado podría aprovechar las 100 toneladas diarias que genera la industria local
“En el sistema digestivo de vacas y ovejas se conjugan una serie de bacterias que actúan sobre el sustrato, en este caso la celulosa, para llevar a cabo una fermentación y dar energía al animal”, explica este especialista en Producción Animal de la institución académica colombiana.
Así que, en un proyecto de la universidad en el que se han implicado 300 fincas ganaderas de la zona, según informa la UN, se empezará a suministrar papel a una docena de ovinos para estudiar cómo procesan el residuo, con la intención de extender la nueva dieta a la totalidad de la cabaña vacuna de la región si la prueba tiene éxito.
El municipio de Ubaté, conocido como la Capital Lechera de Colombia, situado a unos 95 kilómetros al norte de la capital del país, Bogotá, y a 2.556 metros de altitud, que ya de por sí no recibe una abundante cantidad de precipitaciones en años normales, sufre de episodios cada vez más frecuentes de sequía durante los que resulta difícil para los pequeños y medianos productores agropecuarios alimentar a su ganado. Y si bien el uso de ensilados (métodos para conservar la hierba y el pasto mediante su fermentación) o las siembras de cultivos que protejan contra la sequía son alternativas útiles empleadas por los ganaderos, muchos años no resultan suficientes, y es previsible que en el futuro la situación vaya a empeorar.
El fenómeno de El Niño
El fenómeno de El Niño, que se registra entre cada tres y siete años, agrava estas, literalmente, épocas de vacas flacas. El cambio climático será también en esta zona una amenaza de extrema gravedad. “La falta de lluvias durante ciertas frecuencias de tiempo incide en la ausencia de forraje o pastos para alimentar el ganado” y "dado que los residuos de papel tienen un componente de celulosa, que también forma parte en una proporción del que tienen los pastizales, éste puede reemplazarse en la nutrición del ganado”, señala un comunicado de la universidad.
La sequía iniciada a finales de 2012 y que se prolongó durante 2013 y 2014, redujo en pocas semanas la producción del Ubaté de 200.000 a 120.000 litros de leche al día. Los ganaderos se vieron obligados a malvender 3.000 reses debido a que la ausencia de lluvias afectó al 90% de los campos de forrajes del municipio.
"Según verificamos, en Ubaté tenemos zonas donde el sol y las fuertes heladas han quemado los pastos perjudicando gran parte de los hatos (rebaños) bovinos”, afirmó el jefe de la Unidad Municipal de Asistencia Técnica Agropecuaria del municipio, Alejandro Díaz. En el conjunto del país, aquel asfixiante verano murieron 48.000 cabezas de ganado, según datos de la Federación Colombiana de Ganaderos (Fedegán). “El principal problema es que en las zonas rurales del país no hay suficiente agua para abastecer a todo el ganado. Por esta razón hemos recibido reportes de 146.000 predios (explotaciones) vacunos afectados, lo que equivale a 6 millones de hectáreas, en donde se encuentran más de 800.000 animales”, indicaba a primeros de 2013 el gerente de la Fedegán, Carlos Osorio.
El sistema digestivo de los rumiantes puede degradar la celulosa y aprovechar su energía
El año pasado, El Niño provocó una nueva falta de precipitaciones que se saldaba a primeros de este año con más de 85.000 hectáreas de bosques devastadas por el fuego, 130 municipios con racionamiento de agua y otros 312 –de los 1.123 que tiene el país– con problemas de desabastecimiento y ocho departamentos en alerta roja por incendios forestales.
El proyecto de la UN, que cuenta con un presupuesto de 64 millones de pesos colombianos (algo más de 19 millones de euros), prevé que los residuos de papel proporcionados a los animales no supongan más que el 15% de la dieta total de los mismos. El papel no será en ningún caso más que un complemento nutricional: el 85% restante seguirán aportándolo los forrajes y piensos habituales.
En muchos países en vías de desarrollo es habitual ver a cabras, ovejas y asnos alimentándose por las calles de residuos entre los que son habituales el papel y el cartón. La celulosa, que es la molécula orgánica más abundante en el planeta porque también es la sustancia que más frecuentemente se encuentra en la pared de las células vegetales, fue descubierta en 1838. La pared de una célula vegetal joven contiene aproximadamente un 40% de celulosa; la madera, un 50%, y el algodón puede llegar al 90%.
A pesar de que está formada por glucosas, la mayor parte de los animales no pueden utilizar la materia prima del papel como alimento, ya que no cuentan con la enzima necesaria para romper sus enlaces moleculares. Sin embargo, en el aparato digestivo de los rumiantes y de algunos otros herbívoros, y también en el de las termitas, existen microorganismos, muchos de ellos metanógenos (productores de metano), que poseen una enzima llamada celulasa que sí puede romper el enlace glucosídico y liberar las glucosas de la celulosa como fuente de energía. Ahora sólo falta que las vacas del Ubaté encuentren apetecible el menú, aunque cuando hay hambre, no se le hacen ascos a nada.