Un estudio de investigadores de la Universidad Politécnica de Valencia (UPV) destaca la a necesidad de renovar la flota de vehículos antiguos pero ponen en duda la ‘demonización’ y los vetos de los vehículos diésel nuevos. Los resultados se ha publicado en la revista Energies.
“Es importante sustituir los vehículos diésel anteriores a 2009 –equipados con motores Euro 4– para disminuir la contaminación del tráfico en las ciudades, pero la solución no pasa necesariamente por los vehículos de gasolina y tampoco por los eléctricos, que tienen todavía muchas limitaciones”, explica José Ramón Serrano, autor principal del trabajo.
Serrano agrega que el estudio demuestra que “aunque cambiar los diésel antiguos por gasolina nuevos mejoraría la calidad del aire respirado en las grandes ciudades, la medida aumentaría las emisiones de CO2 en estos lugares y no contribuirían con sus políticas urbanas a frenar el cambio climático, sino más bien todo lo contrario, lo acelerarían. La opción más adecuada es cambiar los diésel antiguos por nuevos diésel E6 Temp, pues se mejoraría igualmente la calidad del aire urbano y se reducirían notablemente las emisiones de CO2”, asegura.
Depende de la altitud
Para llegar a estas conclusiones, los investigadores del CMT-Motores Térmicos de la UPV ensayaron y registraron, durante seis meses y en un banco de pruebas del instituto, el nivel de emisiones de los diferentes motores, teniendo en cuenta también distintos escenarios posibles en función de su altitud sobre el nivel del mar –el nivel de emisiones está directamente relacionado con dicha altitud, siendo mayores por este motivo en Madrid que en Barcelona. Así, simularon el comportamiento de estos motores en estas ciudades, y en autopistas y carreteras españolas, por un lado, y europeas por otro.
En ciudades europeas como Barcelona, ubicadas al nivel del mar, el estudio constata que las emisiones de CO2 podrían reducirse un 6,2% cambiando diésel antiguo por diésel nuevo, mientras que, si el cambio se hiciera por un vehículo nuevo de gasolina, las emisiones de CO2 podrían incluso aumentar.
Lo mismo ocurriría en Madrid: en el primero de los casos, la capital reduciría sus emisiones de CO2 un 5,9%, mientras que con motores gasolina las emisiones de gases de efecto invernadero se incrementarían. El estudio también concluye que, tanto sustituyendo por diésel como por gasolina nuevos las emisiones de NOx bajarían de forma casi idéntica, alrededor de un 45% en la ciudad de Madrid.
“El cambio de toda la flota diésel del país anterior a 2009 por nuevos vehículo diésel reduciría las emisiones de CO2 hasta un 6% en el caso de las ciudades y un 22% en las carreteras españolas. En este último caso, si el cambio fuera por gasolina, las emisiones se reducirían un 7% menos; mientras que en las ciudades podría aumentar hasta un 2%”, resume Roberto Tabet, coautor del estudio.
Tecnologías ya disponibles en el mercado
En opinión de Serrano, este estudio refrenda la necesidad de renovar la flota lo antes posible, incentivando políticas que orienten correctamente y faciliten dicho cambio, con las tecnologías que están disponibles y que el mercado tiene plenamente aceptadas, para que los beneficios medioambientales cristalicen en el corto plazo.
“Los diésel de más de 10 años contaminan demasiado para los estándares actuales, por lo que hay que impulsar políticas enfocadas en la renovación de esta flota anticuada. Además, en lo que se refiere a emisiones de gases de efecto invernadero, las políticas han de atenerse a la huella de carbono de cada tecnología en toda su vida útil y no sólo en su uso urbano, ya que es un fenómeno global. Algo que desgraciadamente no está recibiendo suficiente atención por parte de los legisladores”, concluye Serrano.
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