Diversas grandes ciudades estadounidenses han decidido sacar partido al más abundante y uno de los peores residuos que inundan sus calles (y las del resto del mundo). Nueva Orleans, Seattle, Sant Louis y Los Angeles, entre otras, han puesto en marcha un programa para recoger los miles de millones de restos de cigarrillos que se tiran en sus centros urbanos (se calcula que suman unos 90 millones de kilos al año) y aprovechar sus componentes.
Una veintena de localidades norteamericanas ─la primera fue Nueva Orleans, la mayor urbe de Louisiana─ se han sumado hasta ahora a una iniciativa impulsada por la empresa TerraCycle, que abona a la ciudad cuatro dólares (3,54 euros) por cada libra (0,45 kilos) de colillas recogidas, uno de los cuales (0,88 euros) es donado a la ONG Keep America Beautiful (Mantengamos hermosos los Estados Unidos).
El 4,5 de los 6 billones de pitillos que se consumen en EE.UU acaban en el entorno
El proyecto Brigada de Residuos de Cigarrillos, pionero en el mundo, nació en Canadá y en 2014 se extendió a su vecino del sur, donde hasta ahora se han recogido más de 45 millones de filtros de cigarrillos en más de 7.000 contenedores destinados a ello. La empresa trata ahora de extender su modelo a países como Australia, Francia, el Reino Unido y Brasil.
El Instituto Nacional de Salud estadounidense estima que 4,5 de los 6 billones de cigarrillos que se consumen anualmente en el país acaban tirados en el entorno urbano o natural. Un estudio de la pasada década de la Sociedad Litoral Americana consideraba los restos de cigarrillos el residuo recogido en mayor cantidad en todo el mundo, con 766.000 millones de kilos al año. Otro estudio realizado por el Departamento de Transporte de California descubrió que constituían más del 34% de los residuos totales que se recogían en el estado. Las ventas de este dañino producto han aumentado un 8% en el mercado estadounidense desde el cambio de siglo.
El problema de los cigarrillos no es solamente que ensucien nuestras ciudades y el entorno natural. El tabaco es dañino ya desde el momento en que se fabrica. Por cada cartón y medio producido se tiene que talar un árbol. Así que la industria tabaquera acaba con 18.000 millones de árboles al año. Después vienen sus efectos, bien conocidos, sobre el organismo humano. La Organización Mundial de la Salud (OMS) afirma que "el tabaco mata cada año a casi seis millones de personas, de las que más de cinco millones son consumidores del producto y más de 600.000 son no fumadores expuestos al humo de tabaco ajeno".
Materia prima para abonos
¿Y para qué quiere TerraCycle las colillas? Para reciclar sus componentes, algunos de los cuales son altamente contaminantes y que integran un residuo de muy difícil tratamiento sostenible. "Antes de TerraCycle, los cigarrillos no se podían reciclar", presume Albe Zakes, responsable de comunicación de la compañía, fundada en 2001 por Tom Szaky, que es su director ejecutivo.
La compañía es líder mundial en el reciclaje de residuos de dificultoso tratamiento, de los que nadie quiere hacerse cargo por su escasa rentabilidad, y trata con una larga lista que incluye envolturas de galletas, instrumentos de escritura, bolsas y cápsulas de café instantáneo, bolsas de comida para bebés, ambientadores de plástico, recargas para los mismos, tapas y dosificadores de productos de limpieza para el hogar, toallitas, teléfonos móviles, ordenadores portátiles y tabletas.
El papel y los restos de tabaco que contiene la colilla se procesan como residuo orgánico, para obtener materia prima para abonos. El gran problema son los filtros. Pese a lo que mucha gente piensa, no son biodegradables. Están hechos con un plástico de alta calidad, el acetato de celulosa, que también se usa en la fabricación de las gafas de sol y que puede tardar muchísimos años en descomponerse. Además, acumulan en su interior los elementos más contaminantes emitidos por el cigarrillo, así que son una fuente de toxinas, algunas de ellas cancerígenas. Una sola colilla puede contaminar hasta tres litros de agua.
El gran problema
son los filtros, no biodegradables y con elementos tóxicos
Por ello, son molidos y tratados posteriormente con rayos gamma para descontaminarlos y esterilizarlos. El granulado plástico resultante se mezcla con otros residuos plásticos y el material se vende como materia prima. “Sólo usamos ese granulado para aplicaciones industriales. No fabricamos productos al consumidor con este material, principalmente debido al estigma que pesa sobre las colillas”, se asegura desde la empresa.
Dado que el reciclaje de las colillas sale más caro que lo que pueden aportar los ingresos por las ventas de los materiales obtenidos, el proyecto basa su sostenibilidad en el patrocinio por parte de algunos fabricantes de tabaco o de cigarrillos que quieren intentar vender a la sociedad una imagen más verde. Ello hace que el proceso de recogida sea gratuito tanto para el fumador como para la ciudad que se suma a la iniciativa, que incluso obtiene beneficios que debe destinar a crear empleos en favor del medio ambiente. TerraCycle también recoge residuos de particulares, empresas o escuelas. A estas últimas y a ONG de defensa de la naturaleza destina una parte del dinero que generen.
TerraCycle opera en 20 países y afirma que más de 60 millones de personas han colaborado en la recogida de residuos que, una vez reciclados, han generado ingresos de 15 millones de dólares (13,3 millones de euros) a ONG ambientalistas. "No hemos encontrado nada que no se puede reciclar," afirma Zakes. "Pero con la cantidad y variedad de envases y basura que continuamente se generan en el mundo, siempre estamos buscando nuevos tipos de residuos a tratar", asegura.
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