No es la primera vez que las costas españolas se ven afectadas por la contaminación por pélets. Un ejemplo es la playa de La Pineda, en Tarragona, que lleva años contaminada con bolitas de plástico, producto de las pérdidas de las industrias petroquímicas cercanas que las corrientes marinas arrastran hasta la playa.
El temporal Gloria de 2020 también dejó la playa de Barcelona repleta de pélets, entre otros microplásticos de distinta índole.
Pero son solo la punta de un iceberg: el de la contaminación por plástico de playas y océanos. Más de 12 millones de toneladas de desechos plásticos ingresan a los océanos cada año.
Limpiar el mar es como barrer en el desierto
Limpiar el mar de microplásticos es como barrer en el desierto. Las bolitas se esparcen por todos lados y no se pueden retirar fácilmente con redes, ya que se arrastrarían también organismos de ese tamaño, claves para el correcto funcionamiento del ecosistema marino.
Limpiar la arena tampoco es fácil. Se puede tamizar y separar los pélets si son de mayor tamaño que los granos de arena, pero ante tales cantidades el trabajo es muy tedioso y puede llevar años.
Y nadie nos asegura que no sigan llegando más y haya que volver a empezar el proceso como si de un castigo de los dioses griegos se tratara.
Nada menos que 28 toneladas de bolitas de plástico o pélets se vertieron al mar el 8 de diciembre tras el accidente del barco carguero Toconao. Las autoridades no le dieron la importancia necesaria hasta que llegaron a playas de Galicia y Asturias.
El plástico que se vierte al mar en forma de pélets o de otro tipo tiene múltiples consecuencias nocivas para los organismos marinos que en última instancia pueden afectarnos a nosotros. Si este plástico es de menos de 5 mm (microplástico), las consecuencias son aún más graves.
La consecuencia más evidente es la ingestión de estos microplásticos por parte de los animales marinos. Algunos que los ingieren acaban muriendo con su estómago lleno de plástico y otros, aunque no mueran, ven afectado su crecimiento y reproducción. Algunos de estos animales son especies comerciales por lo que el plástico o sus productos de degradación pueden llegar hasta nosotros.
Los animales marinos prefieren el plástico colonizado
El plástico empieza a ser “colonizado” en cuanto llega al mar. Diversos microorganismos como bacterias, algas microscópicas, hongos, etc., se adhieren a la superficie del plástico liberando exudados que atraen a otros microorganismos y forman en conjunto una película, un biofilm.
El plástico colonizado es más atractivo para muchas especies de animales marinos, que lo prefieren al plástico sin colonizar.
Sucede que las aguas de la costa gallega son muy ricas en nutrientes, lo que las convierte en una zona pesquera tan productiva. Cuánta más concentración de nutrientes tengan las aguas de la superficie, más vida habrá y los microorganismos formarán con más rapidez un biofilm sobre el plástico flotante.
Teniendo en cuenta el tiempo que los plásticos del vertido del Toconao llevan flotando en las ricas aguas gallegas, deben estar ya colonizados y se han hecho más apetecibles para los animales marinos.
Algunos de los colonos del plástico flotante a menudo son especies invasoras y patógenas. Y el plástico sirve de vehículo para transportarlas de unas regiones a otras del océano. Las nuevas especies pueden causar desequilibro allí donde lleguen.
Hasta un 60 % del peso del plástico pueden ser aditivos químicos
Pero hay otros efectos del plástico que son menos evidentes. El plástico no suele ser nunca un polímero puro sino que lleva aditivos (retardantes de llama, antioxidantes, estabilizantes, etc.) que le proporcionan las cualidades requeridas para su uso.
Hasta un 60 % del peso del plástico pueden ser aditivos químicos. Una vez en el mar, empieza a liberar aditivos o subproductos de degradación, proceso que se potencia si está afectado por la luz solar.
Nuestro grupo de investigación del Instituto de Ciencias del Mar-CSIC ha calculado que anualmente se liberan unas 57 000 toneladas de carbono orgánico, en forma disuelta, de todo el plástico que llega al océano.
Parte de este carbono es consumido y degradado por las bacterias marinas, y descubrimos que este aporte hace que se reproduzcan más rápidamente.
Los compuestos liberados por el plástico afectan a otros muchos organismos marinos. Por ejemplo, disminuyen la capacidad de crecimiento de los organismos fotosintéticos más abundantes en la Tierra, parte fundamental del fitoplacton marino. La exposición a los compuestos liberados del plástico reduce su producción de oxígeno.
Malformaciones en erizos de mar
Son muchos los ejemplos de daños a animales marinos. Entre ellos, se encontró que los compuestos químicos liberados por pélets recogidos en playas provocaban malformaciones en erizos de mar. Las larvas de erizo criadas en agua contaminada por sustancias químicas presentes en los plásticos mostraron graves deformidades; sin embargo, los plásticos que nunca habían sido tratados químicamente no causaron deformidades.
Los compuestos liberados por el PVC también aumentan la resistencia a los antibióticos y la virulencia de comunidades bacterianas marinas.
El plástico atrapa y concentra contaminantes
El plástico que flota en el mar puede actuar como una esponja, atrapando contaminantes y concentrándolos cientos de veces por encima de la concentración a la que están en el agua. Estos contaminantes pueden ser liberados de nuevo cuando las condiciones del medio circundante cambian. Por ejemplo, en el interior de un organismo marino que lo haya ingerido.
Es difícil que estos pélets lleguen a nosotros a través de los productos marinos que consumimos, ya que suelen quedarse en el estómago del animal que es un órgano que retiramos y no comemos. Además, son lo suficientemente grandes y duros como para notarlos durante la masticación. Sin embargo, podríamos estar expuestos a los compuestos químicos que estos plásticos puedan liberar en el animal que consumimos.
Protocolos de actuación
Por todo esto, las consecuencias en el ecosistema marino de un vertido como el de las costas gallegas pueden ser aún mayores y a más largo plazo.
Aunque este problema no es nuevo, la marea blanca que está llegando a las costas del norte de España le ha dado visibilidad y ha hecho consciente a la población. Hace ya más de un mes que ocurrió el accidente en que los contenedores cayeron al mar y no puede ser que ante una catástrofe de este tipo se tarde tanto en actuar.
Esperemos que este incidente sirva para concienciar del gran daño que hacen este tipo de vertidos, que en un futuro se tomen en serio cuando ocurran y se ponga en marcha un protocolo de emergencia de inmediato. Porque una rápida intervención tras el accidente puede prevenir mucho daño. Los vertidos de plástico al mar son un problema serio.