"Hacemos el compost en el mismo Zoo con la intención de reducir el volumen de residuos y conseguir que se conviertan en materia prima sin salir del parque”, afirma su responsable de Jardinería y Medio Ambiente, Eulàlia Bohigas. De esta forma, disminuyen los costes de transporte y también los de almacenaje en el Punto Verde.
En 2010 se puso en marcha el programa El Zoo mejora la Tierra, una iniciativa que ha sido ahora premiada tras presentar su candidatura el pasado noviembre a la Semana Europea de la Prevención de Residuos, un proyecto financiado por la Unión Europea a través del programa LIFE+.
En estos momentos están repartidas por el parque nueve compostadoras pequeñas. En estas cajas de plástico se acumulan los excrementos de los herbívoros mezclados con paja en busca de la humedad perfecta para que no se pudran. “Todavía no podemos compostar de todo, así que de momento hemos empezado a trabajar con los excrementos de animales como rinocerontes, hipopótamos, cebras, caballos... que funcionan fantásticamente bien”, explica Bohigas.
El recinto genera anualmente más de 800 toneladas de materia orgánica
A los tres meses ya se obtiene un abono natural de alta calidad, que se emplea para fertilizar las especies vegetales que hay en los recintos de los animales y en los jardines, así como los parterres. En el Zoo de Barcelona hay unos 1.200 árboles de 96 especies, algunos con más de 100 años de edad.
Por el momento el sistema procesa unas 10 toneladas anuales de residuos, aunque esperan llegar a las 15 este año. “Estamos en el principio, queríamos ver cómo funcionaba, y lo ha hecho muy bien. Ahora la idea es ir aumentando el número de compostadoras: 10 para finales de año y 15 para el próximo”, expone la responsable medioambiental. Además, el programa tiene una función pedagógica y educativa ya que, a través del mismo, los visitantes pueden aprender cómo producir un fertilizante totalmente ecológico.
Paralelamente, el Parque Zoológico realiza una separación muy cuidadosa del resto de residuos, que son clasificados en 19 secciones diferentes entre las que se encuentran los envases, pilas, residuos sanitarios, papel, vidrio, tóner..., mientras la materia orgánica es clasificada en tres grupos que son destinados a distintos procesamientos.
Uso agrícola
En la misma línea de protección del medio ambiente, el parque también desarrolla un plan para proteger a la fauna urbana que vive en libertad en sus instalaciones, ya sean las mariposas que vuelan en los jardines, las ranas que pueblan los lagos o las colonias de pájaros instaladas en los árboles del mismo recinto.
“El ADN del zoo es el medio ambiente, y siempre ha estado ligado a él, también cuando todavía no estaba de moda”, sentencia Bohigas, quien remarca: “Siempre se ha reciclado la materia orgánica de una manera o de otra: ahora se hace de esta forma, pero antes se llevaba a unos payeses para que abonaran sus campos”.
El compost de alta calidad obtenido fertiliza las plantas del mismo parque
El Zoo de Barcelona fue fundado en 1892 cuando el banquero Lluís Martí Codolar ofreció su amplia colección de animales exóticos y autóctonos al Ayuntamiento de Barcelona. Actualmente, el parque se extiende por una superficie de 13,5 hectáreas del Parc de la Ciutadella, y viven en él 2.200 ejemplares de más de 315 especies animales. Cada año es visitado por más de un millón de personas.
En 2008 el consistorio de la ciudad presentó un proyecto de reforma del complejo que incluía la construcción de un nuevo espacio: un zoo marino que se situaría en terrenos ganados al Mediterráneo en la zona del Fòrum de les Cultures. La iniciativa fue aparcada por el gobierno de Xavier Trias, que llegó al Ayuntamiento en 2011. El alcalde convergente ha elaborado un Plan Estratégico que marca la transformación del parque hasta 2020. Ésta pasa por mejorar algunas de las instalaciones y potenciar los programas de investigación, conservación y educación.
Algunas de las obras de mejora estrenadas en los últimos años han sido objeto de crítica por parte de los trabajadores del parque. El Comité de Empresa denunció hace unos días una serie de “chapuzas”: goteras en los dormitorios de algunos animales, uso de pintura inadecuada en las piscinas de los delfines y leones marinos con continuos desprendimientos y deficiencias en el funcionamiento de la instalación de los dragones de Komodo.