Las reglas básicas de un modelo de consumo sostenible son reducir, reutilizar y reciclar. En este orden. Pero si hay algún objeto para el que conviene saltarse los dos primeros pasos y pasar directamente al tercero, son las armas. Cada minuto muere una persona víctima de un disparo. El coste de esta violencia a nivel global es de unos 380.000 millones de euros anuales. Y hay más de 875 millones de armas de fuego circulando por el mundo. Humanium aspira a fundirlas para fabricar otros artículos más beneficiosos para la humanidad.
Humanium es una iniciativa nacida en Suecia en 2015 que pretende fabricar y comercializar acero y otros metales procedentes de la fundición de armas requisadas en programas de paz y desarme en todo el mundo. Lo impulsa la ONG IM Swedish Development Partner, que trabaja desde 1938 en proyectos de lucha contra la pobreza y la exclusión, en colaboración con el Gobierno sueco. La organización desarrolla su labor en trece países: Guatemala, El Salvador, Zimbabue, Malawi, Moldavia, Rumania, Zambia, Palestina, Líbano, Jordania, India, Nepal y la misma Suecia.
Las primeras 1.825 unidades fueron destruidas en El Salvador en noviembre
Y en dos de estos países, El Salvador y Guatemala, entre los más azotados por la violencia callejera del planeta, el proyecto ha empezado a dar sus frutos. En 2015, la violencia de las bandas elevó la tasa de homicidios de El Salvador a nada menos que 103 por cada 100.000 habitantes. En la vecina Honduras, alcanzó los 64 por 100.000. En las calles salvadoreñas, y según datos gubernamentales, se cometieron 6.071 asesinatos, de los que el 83% fueron perpetrados mediante armas de fuego. Ese mismo año, las autoridades salvadoreñas se incautaron de 4.068 de ellas.
El Salvador fue el escenario del primer desmontaje y fundido de armas decomisadas para obtener metal Humanium. El 17 de noviembre pasaron literalmente a mejor vida a través del horno 1.825 unidades en la localidad de Quezaltepeque. Es el gobierno local el encargado de hacerse con las pistolas, fusiles y ametralladoras y posteriormente de fundir sus piezas. La organización sueca certifica que el metal obtenido procede de dicho origen, le concede la marca Humanium y trata de vender los lingotes, el cable o las pequeñas bolas modelados con dicha materia prima a empresas con conciencia social -sus impulsores afirman estar negociando con diversas grandes marcas internacionales, entre ellas con la multinacional del mueble sueco Ikea-. Los ingresos se destinan a financiar programas de prevención de la violencia y de ayuda a las víctimas.
Lingotes de 3,8 kilos
La primera hornada de lingotes, de 20 piezas, fue puesta a disposición de los patrocinadores el pasado noviembre, a un precio de 25.000 coronas suecas, unos 2.600 euros, por unidad, de un peso de 3,8 kilos. Cada una va acompañada de un número de serie y la documentación que acredita y certifica su beneficiosa procedencia. El metal Humanium no estará disponible, al menos por el momento, en el mercado libre. Sólo podrán adquirirlo las empresas que se hayan comprometido con el proyecto.
"Esperamos que la iniciativa Humanium se convierta en un incentivo para que los líderes mundiales promuevan los programas de destrucción de armas, como parte de los compromisos adquiridos en el marco de los Objetivos de Desarrollo Sostenible de las Naciones Unidas", afirma Peter Brune, uno de los padres del proyecto junto con el también sueco Johan Pihl y el español Miguel Alexandre Barreiro. Los tres disponen de una experiencia de tres lustros trabajando en programas de desarme para la ONU.
Los ingresos se destinarán a prevención de la violencia y ayuda a las víctimas
El proyecto cuenta con el apoyo expreso del igualmente sueco Hans Blix, antiguo director general de la Agencia Internacional de la Energía Atómica, quien fuera el responsable de la misión internacional que en 2002 buscó infructuosamente las armas de destrucción masiva en Irak cuya inventada existencia justificó la invasión estadounidense del año siguiente. "Las conversaciones sobre desarme suelen manejar un lenguaje abstracto y grandes cifras que la mayoría de la gente no entiende. Para lograr que se conciencie e involucre, a la gente hay que presentarle cosas concretas, y nada puede ser más ilustrativo que fundir el metal para darle otro uso más pacífico", afirma. El arzobispo anglicano de Ciudad del Cabo, director de la Comisión de la Verdad y la Reconciliación que logró enterrar el apartheid y Premio Nobel de la Paz Desmond Tutu también se ha puesto al lado de la iniciativa.
Piezas de joyería, botones, herramientas, estuches para teléfonos, tornillos e incluso juguetes podrían ser fabricados de ahora en adelante con lo que desde el proyecto Humanium se ha bautizado como "el metal más valioso del mundo". Ahora sólo cabe esperar que no falte la materia prima.
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