El mapa se puede consultar por internet y, mediante una aplicación, en el teléfono móvil o incluso en los últimos relojes inteligentes, y se ofrece en diversos idiomas, que incluyen el chino. Fue presentado durante la reciente cumbre del clima de la ONU en París por la compañía startup Plume Labs, dedicada a la producción de software ambiental y nacida el año pasado en la capital francesa.
El sistema procesa medio millón de datos al día enviados por 11.000 estaciones
El sistema que hace posible el mapa recopila medio millón de datos ambientales al día, proporcionados por una red de 11.000 estaciones de medición y control de la calidad del aire situadas en 40 países y, tras su procesamiento mediante sistemas de inteligencia artificial y robótica, permite crear modelos predictivos que hacen posible saber con anticipación, con la evolución previsible hora a hora, que es lo que respirarán los habitantes de las ciudades donde funciona.
Según el fundador y director de Plume Labs, Romain Lacombe, el objetivo del mapa es "poner a disposición de la gente la información que pueda ayudarles a tomar decisiones para proteger su salud cada día". En su opinión, el uso de esta tecnología debería contribuir a que los poderes políticos y económicos puedan adoptar las medidas pertinentes para mejorar la calidad del aire y reducir las emisiones de gases de efecto invernadero, lo que resultará imprescindible si se quiere frenar el calentamiento global. "La contaminación ambiental es un enemigo invisible, y con este mapa queremos hacerlo visible", señala Lacombe.
Además del mapa global, donde la situación en cada urbe aparece indicada con un icono de una gama de colores que va, de mejor a peor, del azul claro al negro, el sistema ofrece el Plume Air Report (informe del aire de Plume), accesible desde la aplicación y la web, una ficha del estado del aire en unas 200 áreas metropolitanas de una veintena de países de todos los continentes salvo, por el momento, África. Entre ellas están Madrid, Barcelona, Sevilla y Zaragoza.
Sacar a los niños
La información sobre cada una de ellas, que clasifica su situación desde el nivel "aire fresco" al de "contaminación extrema", incluye un gráfico del nivel de polución atmosférica por horas; la cifra del índice de contaminación actual, comparado con la media anual de la ciudad y los índices oficiales que marcan los niveles a partir de los cuales la exposición a la misma se considera peligrosa para la salud; el número de días al año que se ha llegado al dato actual, y un apartado donde se indica en color verde si se recomienda, o en rojo si se desaconseja, la práctica de deportes al aire libre, el uso de la bicicleta, sacar a la calle a niños pequeños o comer fuera.
Para confeccionar la información relativa a cada ciudad se tienen en cuenta los niveles de presencia en su aire de sustancias contaminantes como el dióxido de nitrógeno, el ozono, el dióxido de azufre o el monóxido de carbono, aportados por los miles de estaciones de control de la polución, que son posteriormente procesados por sistemas de inteligencia artificial mediante el uso de algoritmos desarrollados por un equipo de científicos para poder prever la evolución del problema en las siguientes horas.
Un conductor está expuesto a ocho veces más contaminantes que los ciclistas
Estos algoritmos tienen en cuenta todos los factores que pueden influir en los niveles de polución como la radiación solar, el fenómeno de la inversión térmica, el viento, la composición pasada y presente de la atmósfera, el ciclo día/noche, la época del año, el lugar donde se toman los datos (centro de la ciudad, áreas industriales, cerca de vías de comunicación habitualmente saturadas de tráfico...) y actividades humanas y naturales de todo tipo.
Porque la contaminación atmosférica es un problema complejo, cambiante, altamente voluble, y puede variar en cada momento y lugar. Así, por ejemplo, se recuerda desde Plume Labs, "los conductores de automóviles están expuestos a más del doble de contaminación del aire que los peatones, y a casi ocho veces más que los ciclistas".
"Utilizamos datos sólo cuando son fiables y recogidos por los científicos. Cuando no podemos garantizar los más altos estándares de calidad de los mismos, preferimos no usarlos en absoluto. Esta es una de las razones por las cuales el Plume Air Report sólo cubre por el momento un número limitado de ciudades", afirma la empresa, que destaca que cuando las redes locales no son capaces de aportar toda la información necesaria, o no con la regularidad precisa para confeccionar el informe diario por horas, "cruzamos los de varias fuentes de información. En Nueva Delhi, por ejemplo, podemos utilizar hasta tres redes diferentes", aunque admite que "en China sólo disponemos de mediciones de micropartículas".
Los datos recogidos por Plume Labs sirvieron el pasado mes de marzo para detectar los niveles masivos de polución atmosférica que sufría la ciudad de París, comparables a los actuales de Pekín, y que llevaron a las autoridades de la capital francesa a decretar restricciones del tráfico, prohibiendo la circulación de la mitad de los vehículos matriculados cada día hasta que descendió la contaminación. Salvo contadas excepciones, en el mapa del aire de las ciudades más importantes del planeta impera el color gris.
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