En 2023, España registró una disminución en sus emisiones de gases de efecto invernadero (GEI), alcanzando un total de 287,7 millones de toneladas de CO2 equivalente, según el Instituto Nacional de Estadística (INE) (1).

Sumario

 

Esto supone un descenso del 5,5% respecto a 2022 y casi un 40% desde 2008. Aunque estas cifras parecen indicar un avance hacia la sostenibilidad, la realidad subyacente es más compleja y matizable.

 

Evolución de las emisiones

 

Desde 2008, las emisiones de GEI en España han mostrado fluctuaciones significativas, influenciadas por factores económicos y políticos, así como por la implementación de nuevas tecnologías y estrategias medioambientales. En los primeros años de la serie, las emisiones se mantenían por encima de los 400 millones de toneladas de CO2 equivalente, pero con la crisis económica de 2008-2009, el nivel de emisiones comenzó a disminuir.

El período entre 2013 y 2018 reflejó cierta estabilidad con leves repuntes, pero el descenso más notorio se produjo a partir de 2019. En ese año, las emisiones alcanzaron los 321,8 millones de toneladas de CO2 equivalente. Esta tendencia se intensificó durante la pandemia de COVID-19 en 2020, cuando las restricciones redujeron drásticamente la actividad industrial y el transporte, llevando las emisiones a niveles históricamente bajos.

 

Desglose por tipo de gas

 

En 2023 los gases de efecto invernadero predominantes fueron el dióxido de carbono (CO2), el metano (CH4) y el óxido nitroso (N2O). El CO2 es el gas más abundante, vinculado principalmente a la quema de combustibles fósiles en sectores como la generación de energía y el transporte. En 2023, el CO2 ha mantenido su posición como el mayor contribuyente a las emisiones totales, aunque su cantidad ha seguido disminuyendo de manera constante gracias al avance en energías renovables y a la mejora en la eficiencia energética.

El metano (CH4), aunque menos prevalente en términos de volumen que el CO2, tiene un potencial de calentamiento global mucho más alto. Las principales fuentes de metano en España son las actividades ganaderas y los vertederos. En 2023, las emisiones de metano también experimentaron una reducción, impulsada por mejoras en las prácticas agrícolas y en la gestión de residuos.

El óxido nitroso (N2O), conocido por su uso en fertilizantes agrícolas y procesos industriales, también ha mostrado una disminución en sus niveles de emisión en 2023. Esto ha sido posible gracias a la aplicación de técnicas más sostenibles en el sector agrícola.

 

Políticas y acciones: ¿suficientes?

 

Las medidas adoptadas por el gobierno español, como el impulso al transporte eléctrico y las restricciones a vehículos contaminantes en áreas urbanas, han contribuido a la reducción de emisiones. No obstante, estas acciones siguen siendo parciales y no siempre van acompañadas de un marco robusto de seguimiento y cumplimiento. La inversión en infraestructuras sostenibles y en investigación de tecnologías limpias aún es limitada, lo que podría comprometer los avances a largo plazo.

El sector agrícola, que sigue siendo una fuente importante de emisiones de metano y óxido nitroso, requiere un enfoque más ambicioso. Las técnicas sostenibles y la innovación en la gestión de residuos deben ser más incentivadas para alcanzar resultados tangibles. La implementación de políticas efectivas en este sector se ha visto obstaculizada por intereses económicos y la falta de un consenso político amplio.

 

Contexto internacional

 

Es importante situar los avances de España en un contexto internacional. Aunque la reducción del 40% desde 2008 es significativa, otros países europeos han logrado avances más rápidos y con un enfoque más integral en la descarbonización de sus economías. España corre el riesgo de quedarse rezagada si no acelera sus esfuerzos para transformar todos los sectores de manera coherente.

Además, el compromiso con la neutralidad climática para 2050 aún parece lejano. Las proyecciones de crecimiento económico y el aumento de la demanda energética representan un desafío formidable. Las metas de reducción a corto y medio plazo deben ser revisadas y ajustadas para evitar que los logros actuales se conviertan en una mera ilusión de progreso.

Si bien la reducción de emisiones de GEI en 2023 es un indicador positivo, no debe interpretarse como un triunfo definitivo. Las cifras deben ser un llamado a la acción para que España intensifique sus políticas ambientales y haga una transición real y sostenida hacia un modelo económico bajo en carbono. Solo mediante un esfuerzo conjunto y comprometido, que aborde de manera integral todos los sectores emisores, se podrá asegurar que esta tendencia no sea un espejismo temporal, sino un paso sólido hacia un futuro más sostenible.

Referencias