La recogida selectiva de residuos no avanza en España. Lleva una década estancada. Y no en un nivel elevado: en un paupérrimo 33%. Peor aún, durante la década anterior, entre 2004 y 2014, solamente aumentó un mísero 2%, según datos recientemente publicados por la Agencia Europea del Medio Ambiente (AEMA). Nada menos que un 55% de los residuos generados en los hogares urbanos españoles acaba todavía en los vertederos, y un 12% es incinerado. Nada que ver con la apuesta por la sostenibilidad de la que no dejan de alardear los políticos.
Con estas cifras, parece poco probable que el país cumpla con los objetivos a medio plazo que se marcó la Unión Europea (UE): una tasa de reciclaje de residuos domiciliarios del 50% para 2020, que debería alcanzar el 60% en 2025 y el 65% en 2030. De hecho, España se encuentra en el puesto 14 de los 28 miembros de la UE, y en el 16 si se incluyen cuatro estados no miembros -Islandia, Noruega, Suiza y Turquía- incluidos por la AEMA en el estudio Gestión de residuos urbanos en los países europeos.
Un 55% del volumen total acaba todavía en los vertederos, y un 12% se incinera
En el periodo estudiado, en el que España solamente fue capaz de pasar del 31% al 33%, en países como Lituania, Polonia, Chequia, Italia y el Reino Unido se registraron incrementos de los porcentajes de residuos reciclados de entre el 20 y el 29% -aunque en todos estos casos se partía de niveles mucho más bajos que los españoles-. Por el contrario, siete países apenas vieron modificarse sus cifras, y en dos casos, los de Finlandia y Austria -que es el segundo país que más recicla- incluso se redujeron ligeramente.
Y para empeorar más la cosa, el volumen de residuos crece. "A raíz de la crisis, la cantidad había ido disminuyendo, pero desde 2014 asistimos a un repunte en la generación de residuos", advierte Victor Mitjans, coordinador de un grupo de expertos que trata de buscar nuevas fórmulas para hacer frente al problema en el Área Metropolitana de Barcelona, donde en 2015 se recogieron 434,35 kilos por habitante, cifra que en 2016 se habrá superado con total seguridad. Durante los años de la crisis, los analizados por el informa de la AEMA, la generación de residuos cayó un 3% en toda Europa, y hasta un 28% en España.
"El porcentaje de reciclado se ha estancado en España en torno al 30% de los residuos urbanos. España necesita acelerar sus esfuerzos si quiere cumplir el objetivo del 50% en 2020", advierte el informe europeo. De hecho, el actual ministro de Exteriores, Alfonso María Dastis, anteriormente embajador ante la UE, fue advertido en agosto por la Comisión Europea, el ejecutivo comunitario, de que España podría perder la opción de recibir ayudas para financiar la construcción de nuevas plantas de tratamiento mecánico-biológico (TMB) de residuos. La UE vincula esta financiación a los avances en la consecución de los objetivos de la Directiva Marco de Residuos 2020.
Compost inutilizable
Este tipo de instalaciones, de las que ya funcionan más de un centenar en España, reciben la fracción resto e intentan recuperar de la misma, antes de que acabe en el vertedero, la materia orgánica -que constituye al menos entre un 30% y un 40% del volumen total- para producir abono, así como reciclar la mayor parte posible de los materiales -plásticos, metales, papel y cartón-. Más de la mitad de los residuos urbanos en España -el 51%- pasa por ellas, debido a los bajos niveles de separación en origen por parte de los ciudadanos.
Pero los grupos ecologistas cuestionan su eficacia. Las plantas de TMB sólo logran aprovechar como materiales reciclables el 5% de los residuos tratados, y el compost que se obtiene de la mayoritaria parte orgánica no cumple las especificaciones legales y a menudo acaba también en el vertedero, denuncia Ecologistas en Acción. Entre el 75% y el 80% de lo que entra en ellas acaba vertido o incinerado. La separación de los residuos y su depósito en los contenedores específicos para cada fracción es la única forma de asegurar que los mismos podrán ser recuperados y reciclados. Una vez mezclado todo, lograr aprovechar algo es una misión imposible.
Parma (Italia) recicla un 73% cobrando según la cantidad generada de la fracción resto
"Tenemos que replantearnos el actual modelo para romper la barrera del 30% de reciclaje y para ello tenemos la vista puesta en ciudades como Milán o Munich, que ya superan el 50%, o Parma, que está por encima del 70%", señala Eloi Badia, vicepresidente de Medio Ambiente del AMB. Victor Mitjans revela que el estancamiento de las cifras de reciclaje le está costando a este organismo unos 40 millones de euros al año, debido al mayor coste del tratamiento de los residuos no separados y a la pérdida de ingresos que generaría la venta de los materiales recuperados.
El próximo febrero, Girona acogerá el Waste in Progress, fórum internacional de gestión de residuos municipales. En el marco del mismo, en el espacio Ciudades in Progress, se presentarán los modelos de algunas de las ciudades que más y mejor reciclan en el planeta. Así, por ejemplo, Seul, la capital surcoreana, una urbe que supera los 10 millones de habitantes, ha logrado niveles del 62% de recogida selectiva empleando entre otros instrumentos un sistema de pago por generación de fracción orgánica que ha conseguido frenar el desperdicio alimentario. Adelaida, en Australia, con 1,25 millones de vecinos, consigue reciclar el 70%, y San Francisco (Estados Unidos), con casi un millón, nada menos que el 80%, ambas simplificando la recogida en tres únicas fracciones.
En Europa, Parma, en el norte de Italia, lidera el ranking: separa y recicla el 73% de los residuos urbanos mediante un sistema de recogida puerta a puerta con pago por generación basado en el número de aportaciones de la fracción resto, controladas mediante chips instalados en los cubos y las bolsas. También hacen pagar por la fracción resto generada -y en algunos casos, también por los envases- en Múnich (Alemania), Amberes (Bélgica) y San Remo (Italia), las otras ciudades que destacan en materia de reciclaje urbano en el continente. Así que resulta evidente que la solución pasa por ponérselo fácil a la gente y, paralelamente, por atacar el bolsillo del que no colabore.