La guerra en Ucrania, la toma de la central nuclear de Chernóbil y los ataques a la de Zaporiyia (la más grande de Europa), reviven el fantasma del catastrófico accidente atómico; del que todavía no se conocen todos los detalles. El 26 de abril se cumplen 36 años del accidente de Chernóbil.
En 1986, el viento y la lluvia expandieron hasta el 70% de la radiación, del núcleo abierto de uno de los cuatro reactores en llamas, a diferentes poblaciones bielorrusas.
Desde EcoAvant.com nos desplazamos hasta la zona para documentarnos gráficamente sobre las víctimas que aún viven y se sienten abandonadas y olvidadas. Veamos el fotoreportaje en cuestión.
Fotogaleria sobre vivir en Bielorrusia después de la catástrofe de Chernóbil
Además de en toda la zona de exclusión, a lo largo de toda el área afectada de la región de Gomel, en el sureste de Bielorrusia, existen cuantiosos cárteles que indican la radiación / Foto: Alfons Rodríguez
Algunas personas y viajeros a la zona afectada se han acostumbrado a llevar y usar un medidor de radiación para evitar zonas más expuestas / Foto: Alfons Rodríguez
Las viviendas abandonadas desde el accidente quedaron ancladas en aquel fatídico día: 26 de abril de 1986 / Foto: Alfons Rodríguez
Los restos y enseres que muchos de los vecinos de los pueblos más cercanos en Bielorrusia a la frontera con Ucrania dejaron atrás, todavía se pueden ver hoy en las viviendas deshabitadas / Foto: Alfons Rodríguez
Casas enteras que con el tiempo y el pillaje se convirtieron en ruinas / Foto: Alfons Rodríguez
Iván Titok de 82 años, vecino de Strelichevo junto a su casa. A pesar de las recomendaciones nunca abandonó su hogar. No tenía a donde ir. Tanto él como sus nietos tienen en la actualidad serios problemas de tiroides / Foto: Alfons Rodríguez
Todas las carreteras que conducen al sur de Bielorrusia avisan del peligro en la región y sobre todo permanecer un tiempo prolongado / Foto: Alfons Rodríguez
Cuatro vecinas de Stralichava pasan la tarde junto a sus viviendas. La aldea perdió gran parte de sus habitantes. Los que se quedaron suelen sufrir las consecuencias: tiroides, tumores, problemas neuronales y otras secuelas del accidente de Chernóbil / Foto: Alfons Rodríguez
Cementerio de Gubarevichi, un pueblo fronterizo con la zona de exclusión. Aquí yacen algunas de las víctimas de la catástrofe / Foto: Alfons Rodríguez
Sergey Zovin es enterrador en el cementerio de Gubarevichi. Su padre trabajó como liquidador en Chernóbil. Murió a los dos meses / Foto: Alfons Rodríguez
Acceso prohibido a la zona de exclusión, en la región de Gomel, al sureste de Bielorusia / Foto: Alfons Rodríguez
Los cultivos de la región están afectados por la radiación, a pesar de ello muchos decidieron quedarse y seguir alimentándose de los productos de sus tierras / Foto: Alfons Rodríguez
Los tubérculos, como las patatas, y otros cultivos han proporcionado alimento a los que se quedaron, pero también radioactividad a sus organismos / Foto: Alfons Rodríguez
Iván y Vera Shilets viven en Krasniahia a 40 kilómetros de Chernóbil, permanecieron en su hogar tras el accidente. Iván trabajaba en una granja estatal / Foto: Alfons Rodríguez
Alexander Turchin de 55 años, trabaja su huerto en Ivankova, una aldea semi-abandonada que todavía hoy arroja un nivel de radiación de 0,90 microsieverts/hora / Foto: Alfons Rodríguez
Alexander Turchin vive con su madre sin nadie más alrededor. Por culpa de sus secuelas neuronales le abandonaron su mujer y sus tres hijos / Foto: Alfons Rodríguez
Alexander muestra su tarjeta de discapacidad al 100% otorgada por el gobierno a causa de la radiación. Aún así nunca llegó toda la ayuda que la administración prometió a los afectados / Foto: Alfons Rodríguez
Stas Sukhval de 9 años nació con un tumor en el cerebro del que fue operado a los 3 años. Ahora se le ha vuelto a reproducir / Foto: Alfons Rodríguez
Un aula en la escuela abandonada cercana a Buda Koshelenko. Zona afectada por la radiación del accidente de Chernobil. Esta escuela fue abandonada años después / Foto: Alfons Rodríguez
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