La Comisión Regulatoria para la Energía Atómica de Japón ha aprobado el pasado viernes un plan para verter en el océano Pacífico el agua procedente de la central nuclear de Fukushima Daiichi casi once años después del desastre provocado por un fuerte terremoto y un tsunami en la zona.
1,3 millones de toneladas de agua radiactiva
El Gobierno ha indicado que el agua fue utilizada para enfriar los reactores tras el desastre nuclear de 2011 y se encuentra ahora almacenada en grandes tanques de la planta. Actualmente se trata de 1,3 millones de toneladas de agua.
Las autoridades pertinentes han explicado que consideran seguro liberar el agua, si bien seguirá conteniendo pequeños restos de tritio --un isótopo natural del hidrógeno-- a pesar de ser tratada.
La Compañía Eléctrica Tokyo Power (Tepco) tendrá que ser sometida además a inspecciones adicionales por parte de los reguladores, según informaciones de la agencia de noticias Kiodo.
Críticas y resistencia de sindicatos de pescadores
Los planes de la empresa incluyen filtrar el agua contaminada para retirar isótopos peligrosos. Posteriormente será diluida en agua salada y liberada. La iniciativa se ha topado con las críticas y la resistencia de sindicatos de pescadores en la región, que temen que esto provoque un impacto sobre sus estilos de vida. Países de la zona como China, Corea del Sur y Taiwán también han expresado su preocupación al respecto.
La cadena de acontecimientos que se produjo el 11 de marzo de 2011 al mediodía a raíz de un intenso terremoto de magnitud 9 en la escala Richter dejó cerca de 18.000 muertos y puso en tela de juicio la seguridad de la energía nuclear.
A pesar de que el sistema de seguridad de la planta respondió adecuadamente tras el seísmo --al contrario de lo que sucedió en Chernóbil en 1986--, las olas de unos quince metros de altura golpearon la central y provocaron inundaciones que llevaron a tres fusiones nucleares y a la liberación de grandes cantidades de contaminación radiactiva.
Los científicos siguen hallando nuevas partículas que podrían revestir una alta peligrosidad para la población y que habrían sido liberadas por uno de los reactores de la planta de Daiichi, que colapsó ante el accidente.