La contaminación del aire es una de las grandes adversidades de nuestro tiempo –si bien no es la mayor junto con el cambio climático y la contaminación plástica de los mares y océanos– que amenaza al conjunto de la población y se ha convertido en un problema de primer orden en lo que se refiere a la salud pública y el correcto desarrollo de las economías.
Un nuevo estudio, realizado por la Universidad de Exeter con la Organización Mundial de la Salud (OMS), publicado a mediados de junio de 2020 en Climate and Atmospheric Science, asociada la revista Nature, advierte que la contaminación atmosférica global es hasta cinco veces más elevada que las marcadas por la propia OMS, a la que le atribuye 4,2 millones de muertes anuales.
En el caso de España serían hasta 30.000 las personas que mueren cada año de forma prematura a causa de la mala calidad atmosférica. Ecologistas en Acción denuncia que 44,2 millones de españoles respiraron aire contaminado en el 88% del territorio en 2019. La ONG estima que el 94% de los españoles respiraron aire contaminado en 444.000 kilómetros cuadrados, por encima de los niveles que aconseja la Organización Mundial de la Salud (OMS).
La contaminación atmosférica global provoca 4,2 millones de muertes anuales
La cruda realidad es que la mitad de la población mundial está expuesta a una creciente –y peligrosa para la salud– contaminación atmosférica, a pesar de los recientes –aunque del todo insuficientes– esfuerzos por mejorar la calidad ambiental con motivo de los Objetivos de Desarrollo Sostenible; entre otros.
El profesor G. Shaddick, presidente de Data Science & Statistics de la Universidad de Exeter, coautor del informe considera que "si bien las políticas a largo plazo para reducir la contaminación del aire han demostrado ser efectivas en muchas regiones, especialmente en Europa y los Estados Unidos, todavía hay otras que tienen niveles peligrosamente altos de contaminación del aire”. En muchos países la polución sigue creciendo.
El trabajo realizado por G. Shaddick y sus colegas de la Universidad de Exeter analizó la información de 9.690 ubicaciones de la base de datos que la OMS lleva a cabo a partir de un monitoreo de las principales ciudades de todo mundo, durante el periodo de 2010 a 2016.
La contaminación del aire es un problema para todos, tanto para los países ricos como para los más pobres. En este caso los más afectados por la polución ambiental son aquellos con ingresos bajos y medianos, como en Asia Central, Oriental del Sur y Sudeste.
La producción de energía eléctrica destaca como principal fuente de emisión
Las principales fuentes de contaminación del aire detectadas a escala global son diversas y generan las nocivas partículas en suspensión de menos de 2,5 micras (PM2,5). Destacan especialmente, la producción de energía eléctrica, el uso ineficiente de energía por parte de los hogares, la industria, los sectores de la agricultura y el transporte, los incendios, la quema de residuos, la deforestación o en algunas regiones la arena y el polvo del desierto.
Mejoras insuficientes
En España la calidad del aire durante el 2019 mostró una ligera mejoría respecto a 2018 en lo que se refiere al número de zonas que registran aumentos de dióxido de nitrógeno (NO2), partículas PM10 y ozono (O3), según concluye el Informe de Evaluación de la Calidad del Aire en España, publicado también a mediados de junio por el Ministerio para la Transición Ecológica y el Reto Demográfico (MITECO). Todo y con ello, los valores detectados de los diversos contaminantes perjudiciales para la salud humana exceden los así recomendados por la OMS.
Para Ecologistas en Acción está mejora es insuficiente y denuncia que la información que reciben los ciudadanos sobre este problema no es "ni adecuada ni ajustada a la gravedad" del problema. La ONG estima que el coste sanitario derivado de la contaminación atmosférica supone al menos 50.000 millones de dólares anuales, lo que supone el 3,5% del PIB español.
Tristemente, se puede afirmar que no todo lo que ha traído la pandemia sanitaria provocada por el coronavirus ha sido malo. En lo que al aire de refiere, desde las primeras semanas y se notó el impacto, que redujo a la mitad la contaminación atmosférica en las principales ciudades españolas; desplomándose hasta mínimos históricos.
El Estado de Alarma por la crisis sanitaria de la COVID-19 comportó la caída del 40% de las emisiones de dióxido de nitrógeno (NO2) en el conjunto de las principales urbes, como consecuencia directa de las restricciones y limitaciones en los desplazamientos durante el confinamiento del coronavirus.
El coste sanitario en España de la contaminación atmosférica supone el 3,5% del PIB
Mientras tanto, la Comisión Europea sigue pidiendo más esfuerzos a los países de la Unión Europea ya que sostiene que "la mayoría de los Estados miembros corre el riesgo de no cumplir sus compromisos" para 2020 y 2030 respecto a los cinco contaminantes recogidos en las normas comunitarias: óxidos de nitrógeno (NOx), compuestos orgánicos volátiles no metánicos (CONVM), dióxido de azufre (SO2), amoníaco (NH3) y partículas finas (PM2,5).
En el escenario más optimista, en el que los Estados miembros eleven su nivel de ambición con nuevas acciones, tan solo siete acabarían 2030 cumpliendo su compromiso de reducción de emisiones para los cinco contaminantes: Bélgica, Bulgaria, República Checa, Grecia, Francia, Croacia y Países Bajos.
España, si aprobara medidas adicionales de aquí a final de la década, podría llegar en 2030 a cumplir con los objetivos de reducción de emisiones de la directiva europea. En materia de emisiones de gases de efecto invernadero (GEI) España redujo un 6,2% en 2019, respecto al año anterior, con descensos en todos los sectores excepto en el transporte y en los residuos, según el Avance del Inventario de Emisiones de Gases de Efecto Invernadero (GEI), del Ministerio para la Transición Ecológica y Reto Demográfico.
La ministra para la Transición Ecológica y Reto Demográfico, Teresa Ribera, considera que es "sin duda, el mejor dato" de reducción de emisiones en España, en un contexto de crecimiento de la economía. “Muestra como el crecimiento puede ser sostenible y cómo es posible desacoplar crecimiento y emisiones de efecto invernadero". A lo que añade: "El proceso de descarbonización en España ya ha comenzado".
El metano en la atmósfera es hasta 28 veces más efectivo que el CO2 atrapando calor
De todos modos nivel mundial las emisiones de gases de efecto invernadero (GEI) ha seguido aumentando, y en concreto un 8,3% respecto a 1990, aunque disminuyó un 29,3% respecto a 2005.
Récord mundial de metano
Uno de los datos más preocupantes que nos ha dejado el mes de julio –marcado por los rebrotes de Sars-CoV-2 y los reconfinamientos puntuales de diferentes regiones del planeta– ha sido el nuevo récord mundial de metano producido durante el periodo de 2000 a 2017.
Aunque constantemente se centra la preocupación por los índices de emisiones de otros de los gases de efecto invernadero (GEI) y de contaminantes como el dióxido de carbono (CO2) o dióxido de nitrógeno (NO2), de una lista ingente, hay que tener en cuenta que el metano –gas incoloro e inodoro– en la atmósfera es hasta 28 veces más efectivo que el dióxido de carbono (CO2) en lo que a atrapar el calor se refiere en el periodo de un año.
Las emisiones anuales de metano aumentaron un 9%, o 50 millones de toneladas por año, desde principios de la década de 2000, cuando las concentraciones de metano en la atmósfera eran relativamente estables. En términos de potencial de calentamiento global equivale a duplicar las emisiones totales de Alemania o Francia.
Las emisiones de metano aumentaron sobre todo en África y Medio Oriente, China, y Asia del Sur y Oceanía, incluyendo Australia y las islas del Pacífico.
Las principales fuentes de emisiones de este récord de metano en la atmosfera del globo terráqueo, han sido las emisiones correspondientes a la minería del carbón, la producción de petróleo y gas natural, la cría de ganado, la agricultura y los vertederos. Aunque, las fuentes antropogénicas (relativas a las especie humana) no suponen la totalidad de las emanaciones del gas metano en la Tierra, lo cierto es que más de la mitad de estas provienen de actividades humanas.
Tal como apunta un estudio recientemente publicado en la revista Nature Climate Change, se trata de un círculo vicioso. Cuantos más gases de efecto invernadero se liberan a la atmósfera a causa de la actividad humana, más se calienta la Tierra. A mayores temperaturas en los ecosistemas naturales como las aguas dulces, estos liberan aún más metano; superando incluso las predicciones llevadas a cabo hasta la fecha.
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