Los residuos electrónicos representan actualmente el tipo de desechos que más crecen en todo el mundo a causa del aumento en el consumo de aparatos tecnológicos con ciclos de vida extremadamente cortos y las escasas opciones de repararlos; que la obsolescencia programada de la industria tecnológica lleva a cabo de manera calculada para sus intereses y ventas.
La mayoría de expertos y entendidos en este campo temen que la crisis sanitaria de la COVID-19 solo haga que aumentar la demanda de producción y por tanto el aumento de residuos derivados de la industria y consumo de productos tecnológicos.
Según el Global E-waste Monitor 2020 de la ONU, en 2019 se alcanzó el récord de basura electrónica de 53,6 millones de toneladas a nivel global y se estima que se dupliquen en 16 años. Se cree que para 2030 la cifra habrá alcanzado las 74 toneladas de residuos electrónicos.
De la basura electrónica acumulada en 2019 solo el 19% ha sido recogida y reciclada. En el mismo año, Asia generó el mayor volumen de desechos electrónicos: 24,9 toneladas; seguido de América con 13,1 y Europa 12 . En África y Oceanía, que son grandes receptores la basura tecnológica occidental, generaron 2,9 y 0,7 toneladas respectivamente.
"No se están implementando suficientemente los Objetivos de Desarrollo Sostenible"
El presidente de la Asociación Internacional de Residuos Sólidos (ISWA), Antonis Mavropoulos advierte de que en los últimos cinco años “las cantidades de desechos electrónicos aumentan tres veces más rápido que la población mundial y un 13% más rápido que el PIB mundial”.
Son incontables los compuestos que se utilizan en la fabricación de equipos eléctricos y electrónicos así como los metales pesados que intervienen y que resultan peligrosos para el medio ambiente y la salud de las personas y los ecosistemas; tales como el mercurio, el plomo, el cadmio, el cromo, el arsénico o el antimonio en una lista casi innumerable de contaminantes y tóxicos.
Para David M. Malone, rector de la Universidad de las Naciones Unidas (UNU) y subsecretario general de la ONU no se están “implementando suficientemente los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS). Se requieren esfuerzos considerablemente mayores para garantizar una producción, consumo y eliminación global más inteligente y sostenible de equipos eléctricos y electrónicos".
La exposición de los trabajadores de desmantelamiento de residuos electrónicos
A principios del mes de junio las investigadoras Miriam Diamond, de la Universidad de Toronto (Canadá), y Ethel Eljarrat, del Instituto de Diagnóstico Ambiental y Estudios del Agua del CSIC (IDAEA-CSIC) publicaron en la revista Science of the Total Environment un estudio de evaluación de la exposición de los trabajadores de desmantelamiento residuos electrónicos en Dhaka (Bangladesh).
Durante la investigación encontraron 23 compuestos diferentes –utilizados en el aislamiento de cables, en las carcasas de plástico, paneles LCD y tableros de circuitos de equipos eléctricos y electrónicos– en todas las muestras analizadas, así como concentraciones relativamente altas en las pulseras y camisetas de los trabajadores, en las que cada hora se acumulan hasta dos microgramos de estos compuestos por cada 10 centímetros cuadrados de superficie.
"Uno de cada cuatro niños muere por exposiciones ambientales evitables"
Las dos investigadoras exponen en su trabajo la gran preocupación sobre la exposición de los trabajadores en contacto con residuos electrónicos, especialmente en los países en desarrollo, donde no cuentan con equipos de protección adecuados.
Ethel Eljarrat explica que “durante el desmantelamiento de esos aparatos se generan residuos que contienen componentes peligrosos y muy contaminantes”. A lo que añade: “Para la mayoría de estos compuestos no se cuenta con un control de reciclado adecuado, con el daño que supone para el medio ambiente y la salud humana”.
La directora del Departamento de Medio Ambiente, Cambio Climático y Salud de la Organización Mundial de la Salud (OMS), Maria Neira recuerda que "el reciclaje informal e inadecuado de los desechos electrónicos es un peligro emergente que afecta silenciosamente nuestra salud y la de las generaciones futuras. Uno de cada cuatro niños muere por exposiciones ambientales evitables y podría salvarse si tomamos medidas para proteger su salud y asegurar un ambiente seguro".
Hace tiempo que expertos y analista apuestan por una visión del mercado de la electrónica basado en la economía circular y la colaboración –que estiman necesaria– de los diferentes actores que intervienen en este sector. Pero a juzgar por los datos más recientes, este momento no llega o en cualquier caso no surge ningún efecto en la producción y el reciclaje de sus residuos, sino más bien todo lo contrario.
Para Ruediger Kuehr, director del programa SCycle de UNU que promueve el consumo sostenible "es la insaciable voracidad por todos los tipos de aparatos electrónicos dotados de placas o baterías en todo el mundo por el aumento de la clase media a nivel global. Esto está creando montañas de basura electrónica gracias también a las bajas tasas de recolección".
Chatarra ilegal: lo que unos consumen y no reciclan, contamina al resto
Uno de los casos más estridentes de la contaminación electrónica es el de vertedero de Agbogbloshie a unos 15 minutos de Accra, la capital de Ghana, el cual alberga cientos de miles de toneladas de chatarra electrónica procedente de Europa y Estados Unidos.
Agbogbloshie es un inmenso basurero de desechos –de los más grandes de África– que acumula ordenadores, televisiones, electrodomésticos y teléfonos móviles, frigoríficos procedentes del mundo desarrollado, y está considerado uno de los puntos más contaminados de todo el planeta.
Nigéria importó ilegalmente cerca de 60.000 toneladas de residuos electrónicos
Entre muchas, una de las prácticas más peligrosas y nocivas que se llevan a cabo es la extracción de hilos de cobre, que para separarlo de sus envoltorios los recuperadores de chatarra queman generando exorbitantes cantidades de plomo: en algunos puntos del vertedero ghanés se han detectado concentraciones de hasta 18.125 partes por millón; mientras los estándares de seguridad ponen el límite de la misma en 400 partes por millón de plomo.
Pese a que el envío de residuos electrónicos a terceros países está prohibido en Europa desde 1989, desde el viejo continente se envían miles de toneladas de su basura tecnológica al extranjero. La mayoría de estos desechos acaba en países como Ghana o Nigeria; una vez que China e India se han cansado de nuestra basura –o tienen la suya propia–, cuando antes importaban hasta el 70%.
Según un informe de 2018 realizado por la Universidad de las Naciones Unidas (UNU) , entre los años 2015 y 2016 Nigéria importó de manera ilegal cerca de 60.000 toneladas de aparatos electrónicos usados.
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