Investigadoras del Instituto de Ciencia y Tecnología Ambientales de la Universidad Autónoma de Barcelona (ICTA-UAB) advierten del impacto del modelo de turismo actual en las islas del Mediterráneo sobre la producción de basura marina en las playas. Los estudios aconsejan aprovechar la situación actual generada por la pandemia por la Covid-19 para replantear un nuevo modelo más sostenible.
La investigación, publicada en la revista Scientific Reports, muestra que el uso recreativo de las playas de las islas mediterráneas durante el verano es responsable de hasta el 80 % de la basura marina que se acumula. Este problema genera grandes cantidades de microplásticos debido a la fragmentación de artículos de mayor tamaño.
Este estudio ha analizado los efectos de los residuos generados por el turismo en ocho islas del Mediterráneo, durante los últimos cuatro años. La basura marina, incluidos los microplásticos, se puede definir como cualquier material sólido persistente, fabricado o procesado desechado, eliminado o abandonado en el medio marino y costero. Es el resultado de la actividad humana y se puede encontrar en todos los océanos y mares del mundo.
Impactos económicos
“Este problema ambiental está amenazando la buena salud de los ecosistemas marinos y puede conducir a la pérdida de biodiversidad. También puede tener enormes impactos económicos para las comunidades costeras que dependen de los servicios ecosistémicos al aumentar el gasto en limpieza de playas, salud pública o eliminación de desechos”, dice Michaël Grelaud, investigador del ICTA-UAB y coautor del artículo.
La región mediterránea recibe cada año cerca de un tercio del turismo mundial y se ve particularmente afectada por la contaminación ambiental relacionada con este sector. Debido a su atractivo, las islas del Mediterráneo pueden llegan a multiplicar por veinte su población durante la temporada alta. Esto representa un desafío para los municipios costeros que dependen de este sector, pero que tienen que adaptarse y hacer frente al aumento de residuos generados, incluso en las playas, por la afluencia estacional de turistas. De hecho, se espera que el turismo costero sea una de las principales fuentes terrestres de basura marina.
Las y los investigadores caracterizaron la cantidad y el tipo de residuos recogidos en 147 estudios realizados durante la temporada turística alta y baja de 2017, en 24 playas de 8 islas mediterráneas diferentes. Los resultados muestran que la gran mayoría de los artículos recolectados están hechos de plástico, representando más del 94 % de la basura marina.
40 millones de artículos al día
Durante el verano, las playas más frecuentadas acumulan un promedio de 330 artículos por cada 1.000 m2 de playa por día, 5,7 veces más que en temporada baja. Esto representa un residuo cada tres pasos. El 65 % de la basura marina que se acumula en las playas está formada por colillas, pajitas o latas de bebidas.
Estos datos pueden aumentar hasta un 80 % si se incluyen los microplásticos de mayor tamaño, ya que los artículos de plástico abandonados se fragmentan bajo los efectos combinados de la irradiación solar y la fricción con la arena, acelerada por el alto volumen de visitantes.
Extrapolados a todas las islas del Mediterráneo, los resultados muestran que los y las visitantes podrían ser responsables de la acumulación de más de 40 millones de artículos al día durante el pico turístico de julio y agosto.
En 2019 y tras la implementación de diversas campañas de concienciación ciudadana, los resultados mostraron una disminución de más del 50 % de los residuos asociados a los visitantes.
“Estos resultados tan alentadores probablemente se beneficien de la creciente atención pública a la contaminación plástica en los océanos o de las medidas adoptadas por la Comisión Europea para reducir la basura marina, como la directiva de plástico de un solo uso”, dice Patrizia Ziveri, profesora de investigación ICREA en el ICTA-UAB y coautora del artículo.
Además, recuerdan que el confinamiento por la Covid-19 y la drástica reducción temporal del turismo ofrece una oportunidad para repensar la importancia fundamental del turismo sostenible para garantizar un futuro saludable para el medio ambiente y, por lo tanto, también para las personas”, concluye Ziveri.
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