Por otro lado, la infancia es la etapa en la que se instauran los hábitos alimenticios que se seguirán a lo largo de toda la vida. Si éstos no son los adecuados, es muy probable que los desequilibrios se consoliden en la fase adulta. Por eso, a la hora de organizar la alimentación de las niñas y niños debe tenerse en cuenta:
Variedad de alimentos: habrá más garantía de una alimentación equilibrada y con todos los nutrientes necesarios.
Legumbres (3 raciones semanales, aproximadamente).
Carnes prioritariamente magras (conejo, pollo, magra de ternera…).
Pescado, tanto blanco como azul.
Huevos (no más de 1 al día y de 4 a la semana).
Pan, cereales, patatas, pasta, arroz (entre 4 y 6 raciones diarias).
Verduras y hortalizas (2 raciones diarias, una cocinada y la otra cruda).
Frutas (3 piezas diarias).
Leche y productos lácteos (3-4 raciones diarias).
Aceite (preferentemente de oliva, y con moderación).
Cereales, patatas y legumbres deben constituir la base de la alimentación, para conseguir que los hidratos de carbono complejos representen entre el 50 y el 60 por ciento del total de kilocalorías.
Las grasas no deben superar el 30 por ciento de la comida diaria.
La ingesta diaria de frutas, hortalizas y verduras debe ser de al menos de 400 gramos al día.
Evitar el consumo excesivo de productos ricos en azúcares como las chucherías, la bollería industrial, los dulces o los refrescos.
Comer despacio.
Hay que servir las raciones adecuadas e intentar que los niños y niñas no repitan de ninguna.
Los niños deben hacer ejercicio físico.
Formas culinarias: las mejores formas de cocinar los platos serán el horno, la plancha o el vapor... Es decir, las que aportan menos grasas. Es importante (aunque a los niños y niñas les gustan mucho) no abusar de las frituras.
Se recomienda que beban agua en las comidas en vez de refrescos o zumos industriales.
Evitar los locales de comida rápida.
Además, es muy importante distribuir la dieta diaria en cinco comidas. Por ejemplo, de la siguiente manera:
DESAYUNO (20% de la ingesta total del día).
MEDIA MAÑANA (10% del total del día).
COMIDA (35% del total del día).
MERIENDA (10% del total del día).
CENA (25% del total del día).
La famosa frase Somos lo que comemos es cierta para todas las etapas de la vida, pero más aún en la infancia, en la que podríamos decir que Seremos lo que comamos ahora.
Los crecientes problemas de obesidad y sobrepeso infantiles hacen que las previsiones de esperanza y calidad de vida en la fase adulta sean cada vez menos halagüeñas. Se prevé, si no se altera la tendencia, que las conocidas como enfermedades del mayor (diabetes tipo II, hipertensión, hipercolesterolemia…) aparezcan a edades cada vez más tempranas como consecuencia de los desequilibrios en la alimentación. Por ello es vital ocuparse de la alimentación de los niños y niñas evitando problemas de malnutrición tanto por exceso como por defecto, porque ambos comprometen la salud actual y futura.