Durante siglos, la actividad industrial se ha caracterizado por seguir un modelo de producción y consumo lineal, el cual se basa en la producción de bienes a partir de materias primas que son vendidos, utilizados y finalmente desechados como residuos. Éste modelo económico ha funcionado durante largo tiempo debido a que los recursos y la energía eran fáciles de obtener y se creían ilimitados. Además, no existía una conciencia de las graves consecuencias medioambientales de esta forma de producir y consumir.
Pero la economía lineal ya no funciona, ya no nos sirve, somos una sociedad que cada día cuenta con más habitantes y por tanto se registra un aumento constante en la demanda de productos y en la generación de residuos (la Unión Europea desecha 600 millones de toneladas de éstos cada año), y además se evidencian cada día una mayor preocupación y compromiso con el medio ambiente.
El mantenimiento del viejo modelo está provocando la creciente escasez y sobreexplotación de recursos, que no sólo genera problemas medioambientales, sino que también afecta de forma negativa a la economía, puesto que cada vez es más caro obtener dichas materias primas. Se está haciendo necesaria la búsqueda de un nuevo modelo económico sostenible.
Es hora de cambiar los hábitos de consumo
y de producción por otros más respetuosos
Es hora de cambiar los hábitos de consumo y de producción por otros hábitos más respetuosos con el equilibrio medioambiental, con el fin de que puedan dejar de aumentar las necesidades de materia y energía. Es decir, necesitamos un modelo económico que sea capaz de cubrir las necesidades de la población a corto y largo plazo, y paralelamente reducir el impacto ambiental que éstas puedan generar. Para cumplir con dichos objetivos, este modelo podría estar basado en una economía circular, según la cual los productos, materiales y recursos deben mantenerse en la economía el mayor tiempo posible, y los residuos deben recuperarse para volver a alimentar el ciclo productivo.
La economía circular se basa en cerrar en la medida de lo posible el “ciclo de vida” de los productos, recursos y residuos basándose en los principios de reutilización, reparación, reciclaje y valorización. Resulta fundamental evaluar los impactos ambientales a lo largo de la vida útil de un bien o producto a través de un Análisis del Ciclo de Vida (ACV). Un ACV es un proceso que nos permite calcular las cargas ambientales asociadas a un producto, proceso o actividad, identificando tanto el uso de materia y energía como las emisiones generadas, para poder plantear y llevar a la práctica estrategias de mejora ambiental.
La UE apoya este cambio de modelo económico, y ha destinado para ello un presupuesto de 2.300 millones de euros entre 2014 y 2020, que se invertirán en programas de financiación a las empresas que trabajen en iniciativas vinculadas con la economía circular para que puedan invertir e innovar en nuevos productos y servicios.
El Instituto Superior de Medio Ambiente cuenta con una importante oferta formativa en este ámbito. Imparte los cursos SimaPro: Herramienta de ACVs y GaBi: Herramienta de ACV, centrados en el uso de herramientas que permiten realizar un ACV a través de los software SimaPro y GaBi, respectivamente. Ambos cursos te serán de gran utilidad si estás interesado en este campo profesional que cada día cobra más importancia a nivel mundial y, como consecuencia de ello, genera cada vez más empleo.
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