Desde el pasado 30 de noviembre y hasta hoy mismo se ha desarrollado en París la XXI Conferencia Internacional sobre Cambio Climático (COP 21). Estas cumbres son organizadas por la Convención Marco de las Naciones Unidas sobre el Cambio Climático (CMNUCC) y su objetivo es conducir a la adopción de un acuerdo a nivel mundial que siente las bases de una transición hacia sociedades y economías bajas en emisiones de carbono y capaces de enfrentarse a las distintas manifestaciones del cambio climático causado por la actividad humana.
El objetivo de la COP21 es que el aumento de la temperatura media global a finales de siglo no supere el límite de los dos grados centígrados por encima de los niveles preindustriales (los que había hacia 1850). El futuro acuerdo internacional deberá encargarse, ante todo y de forma equilibrada, de la mitigación, es decir de los esfuerzos para reducir las emisiones de gases de efecto invernadero, y de la adaptación de las sociedades a los cambios que ya se están produciendo en el clima de la Tierra.
Además de esta clase de conferencias, la preocupación por el cambio climático ha fomentado el desarrollo de sistemas de medida de evaluación y contabilidad ambiental en diversos ámbitos. Una de estas herramientas es la huella de carbono, que se define como el cálculo del total de las emisiones de gases de efecto invernadero realizadas por un individuo, organización, evento, empresa o producto concreto, de forma directa o indirecta.
Esta herramienta ha tomado fuerza como indicador de sostenibilidad en los últimos años, en gran parte debido a la simplicidad de su manejo y también debido a la posibilidad que permite de hacer comparaciones de los datos obtenidos en el tiempo y entre productos o servicios de la misma categoría.
La medición de la huella de carbono puede resultar interesante para una empresa por diversas razones:
* Mejorar la imagen de marca y la reputación frente a la competencia.
* Dar respuesta a exigencias de clientes, consumidores o inversores.
* Reducir los costes asociados con el cumplimiento de la legislación al adaptar precozmente la actividad a nuevos requisitos.
* Evaluar los riesgos asociados con el cambio climático e identificar potenciales ahorros y oportunidades de acceso a nuevos mercados.
* Dar respuesta al compromiso de la organización con la planificación de programas efectivos de reducción de emisiones de gases de efecto invernadero.
Así, la huella de carbono representa una eficaz medida para evaluar la contribución de las organizaciones para ser entidades socialmente responsables y un elemento más de concienciación para la promoción entre los ciudadanos de prácticas y hábitos más sostenibles.