Aunque parezca increíble, empezar a mejorar de manera inmediata nuestro entorno, ayudar a preservar el planeta, contribuir a reducir las desigualdades y asegurarnos a la vez una vida más saludable y un sensible ahorro económico es fácil. Sólo hace falta modificar algunos hábitos cotidianos o efectuar algunas sencillas gestiones. Aunque hay muchas cosas por hacer, hoy proponemos 10 muy fáciles de implementar, y con resultados comprobados:
1. Cambia a la banca ética: Uno de los principales responsables de la actual crisis económica, con sus terribles consecuencias sociales y ambientales, es el sistema financiero con su voracidad. Un sistema que no podría funcionar ni un segundo más sin nuestro dinero depositado en sus bancos.
La buena noticia es que la banca ética ya está lo suficientemente desarrollada como para cubrir las necesidades financieras de un ciudadano medio. Hay diversas iniciativas en este sentido, cada una con sus peculiaridades, como Tríodos Bank, FIARE o Coop 57. En general, estas entidades permiten hacer gran cantidad de operaciones por internet y algunas tienen convenios con otros bancos para usar su red de cajeros, así que la falta de oficinas ya no es un problema tan grande como antes.
La banca ética no contribuye a la especulación o la venta de armamento
Con la banca ética te aseguras de que tus ahorros no se utilicen para la especulación financiera, las ventas de armamento o el acaparamiento de tierras en África. Se destinarán a conceder créditos a las energías renovables, a cooperativas y a proyectos ambientales y sociales de todo tipo. Además, te ahorrarás una buena parte de las comisiones que impone la banca tradicional.
Aunque no son exactamente banca ética, otra alternativa posible son las últimas cajas de ahorros que aún mantienen su función social originaria: Caja Rural, Caixa d'Ontinyent (Alicante) o Caixa de Pollença (Mallorca). La cooperativa de ahorradores Caja de Ingenieros, con oficinas en la mayoría de grandes ciudades españolas, también es una opción interesante.
2. Usa energía limpia: es un mal momento para la autoproducción de energías renovables, con las nuevas trabas e impuestos a esta actividad. Aun así, cambiar a una cooperativa de consumidores no cuesta más que una gestión de un par de minutos por internet con la que puedes decir adiós definitivamente al oligopolio eléctrico.
Som Energia, Goiener, Zencer o Enerplus ya suman decenas de miles de socios, los cuales no pagan más por su recibo –tampoco menos, es cierto– pero tienen la satisfacción de que todos los euros recaudados se invierten en la producción de energías limpias.
3. Muévete en transporte público o en bicicleta: La mayoría de trayectos –sobre todo en las grandes ciudades– pueden realizarse perfectamente sin tocar el coche y utilizando únicamente el transporte público, o las propias piernas. Aunque los billetes puedan parecer caros –y seguramente lo son–, a la larga, el vehículo privado lo es mucho más, ya que acumula el precio de compra, los seguros, los impuestos, las reparaciones, el alquiler de un aparcamiento...
Reemplazarlo por el autobús, el tren o el metro va a suponer un ahorro para tus finanzas además de un respiro para el planeta. Menos emisiones de gases de efecto invernadero significan también menos enfermedades respiratorias y ciudades más habitables, con menos ruido y atascos que obligan a perder horas.
Dejar el coche supone menos emisiones, más salud y ciudades más habitables
Aún mejor es moverse a pedales, que a las ventajas anteriores suma el hecho de que es aún más barata y mucho más saludable. En los últimos años, las principales ciudades españolas han creado sistemas de alquiler de bicicletas públicas, lo que ha multiplicado el número de ciclistas urbanos. Todos los estudios señalan que una gran cantidad de ciclistas en las calles es la mayor garantía para su seguridad, así que, cuantos más seamos, más fácil será sumar aún más gente y presionar para la creación de carriles bici, aparcamientos y otras infraestructuras.
4. Compra de segunda mano, alquila, pide prestado o comparte: Si el punto anterior te ha convencido de que debes vender el coche, quédate tranquilo. No tiene por qué ser la causa de que te quedes sin escapadas a la montaña. Cada vez están más extendidos los servicios de car sharing o alquiler de vehículos compartidos (Blablacar, SocialCar, Avancar o BlueMove), que te permitirán gozar de casi todas las ventajas de tener un coche y casi ninguno de sus inconvenientes. A fin de cuentas, un estudio demostró que un coche pasa el 95% de su tiempo aparcado.
Y esto mismo vale no solo para los coches, sino para prácticamente cualquier producto. ¿Cuántas veces al año usas un taladro, una fondue o una cámara de vídeo? Hoy en día existen muchísimas webs que permiten compartir o alquilar todo tipo de aparatos, intercambiar ropa de niños o juguetes que rápidamente dejas de usar o adquirir de segunda mano productos mucho más baratos y que de otra forma acabarían en un trastero obligando a fabricar otros nuevos de forma irracional.
5. Paga con monedas locales o tiempo: Un paso más allá respecto al punto anterior es el uso de un banco del tiempo o una moneda local complementaria. De los primeros existen más de 300 en España y de las segundas alrededor de 25. Permiten acceder a diferentes bienes y servicios a través del intercambio o usando dinero alternativo. Además de las ventajas evidentes para el consumo (mejor precio, potenciación del consumo local, reutilización frente al consumismo, etc.), también refuerzan los lazos personales, el civismo y el sentimiento colectivo.
6. Compra de temporada y de proximidad: Una de las mejores inversiones para el año que empieza puede ser imprimir un buen calendario de las frutas y verduras de temporada y colgarlo en la cocina. Solo siguiendo sus sencillas pautas vas a conseguir comer mejor (el producto estará más fresco), de forma más económica (es cuando resulta más barato) y mucho más ecológico (evitas las importaciones desde países lejanos).
Pagar con tiempo o monedas alternativas resulta más barato y potencia la solidaridad
También puedes entrar a formar parte de un grupo de consumo ecológico, con lo que te asegurarás una compra directa del productor y una comida cultivada sin pesticidas. Y todo a un precio mucho más asequible que las tiendas y secciones bio de los supermercados. Además, así ofreces un futuro a los campesinos de tu región, que van a hacer posible un campo cuidado, bonito, limpio y más resistente a los intentos urbanizadores.
7. Reduce el consumo de carne: Aunque hay gente que opta por el vegetarianismo (no comer carne o pescado) o el veganismo (no ingerir ningún tipo de producto de origen animal, ni siquiera huevos o lácteos), tampoco es imprescindible un nivel tan alto de compromiso. Actualmente, nuestra dieta media contiene un exceso de proteínas y sólo una ingesta más moderada de carne ya será beneficiosa para la salud.
Además, la cría masiva de ganado para las sociedades ricas occidentales es una de las mayores causas de la deforestación y erosión de los suelos en el resto del planeta y uno de los factores que hacen crecer nuestra huella ecológica. Aunque las cantidades varían según el tipo de ganado, la superficie fértil dedicada a conseguir un kilo de carne puede llegar a ser hasta cuatro veces mayor a la necesaria para conseguir las mismas proteínas en formato vegetal.
8. Adquiere la cultura directamente del productor: Al igual que las frutas y verduras, la cultura también puede comprarse sin intermediarios a su creador. A pesar de la intensa campaña de ciertos lobbies en contra de internet, al considerar que fomenta la piratería, la realidad es que la red también está sirviendo a muchos artistas para entrar en directo con su público y financiar sus obras sin pasar por los peajes de productoras, distribuidoras, editoras y otros filtros que, en la mayoría de los casos, se llevaban la parte del león de los beneficios.
Existen diferentes plataformas online (Verkami, Goteo, TotSuma o Lánzanos) que permiten financiar todo tipo de proyectos artísticos, culturales, periodísticos y sociales. Desde un libro a una obra de teatro, pasando por discos, películas, conciertos, museos, medios de comunicación e incluso campañas de protesta. El resultado es un acceso a la cultura más económico con una retribución más justa para quienes la generan.
El consumo excesivo de carne genera una gran huella ecológica y daña el organismo
9. Evita la publicidad: Según el filósofo Prodan Lecrou –alter ego del dibujante Miguel Brieva– “si los relatos y cuentos nacieron de la necesidad de romper la realidad […] la publicidad es justamente lo contrario: un costosísimo engranaje creativo e industrial destinado a reproducir insistentemente un mismo cuento […] y a concluir en una misma y escalofriante moraleja: compra”.
Aunque pueda parecer obvio que cualquier producto –también los ecológicos, éticos y cooperativos– necesita anunciarse para darse a conocer, cabe desconfiar siempre de la publicidad. Y cuanto más cara, seductora y omnipresente resulte, peor. Evitar los productos que gastan millones en publicidad –y más aún los de marcas que lo hacen en los formatos más costosos, como los famosos, los prime time televisivos o el patrocinio de grandes eventos– puede ayudar a reducir el poder global de las multinacionales y, a la vez, también proporcionar un alivio para el bolsillo (el coste de los anuncios acaba incorporándose a los precios).
Y, en este terreno, es altamente recomendable boicotear directamente los productos que se promocionen mediante publicidad sexista, elitista o consumista. Que los creativos se den cuenta de que los mensajes de este tipo no calan en nosotros.
10. No olvides que el tiempo es más importante que las cosas: Como resumen de este breve decálogo, permítenos un apunte filosófico que ayude a complementarlo. Si realmente conseguimos deshacernos de muchos gastos inútiles que acumulamos casi sin querer, será el momento de intentar –si se puede– recortar también el tiempo de trabajo. Pedir una reducción de jornada o una excedencia, o si se es autónomo compartir el trabajo con un familiar en paro, son sólo algunas de las posibles soluciones. El objetivo es conseguir más tiempo para pasar con la familia, los amigos, cuidarse... en resumen: disfrutar de la vida. Al final serán estos momentos irrepetibles –y no un coche más grande o un vestido nuevo– los que nos acercarán un poquito más a la felicidad.
Comentarios