Se trata de una carrera contra el reloj: si no se eliminan las reinas antes de la llegada del frío, se ocultarán en agujeros para hibernar y ya no será posible encontrarlas. Cuando vuelva el buen tiempo, se diseminarán por el territorio y cada una de ellas puede engendrar en su vida fértil a 12.000 crías (obreras). La próxima primavera se pondrían a ello, invadirían la comarca y podrían empezar la conquista de la península.
La especie procede de China y es un peligro para la apicultura y la producción agrícola
Hasta el momento han sido capturados en la Vall d'en Bas, en las proximidades de la ciudad de Olot, un centenar y medio de ejemplares de la que ya ha sido bautizada por algunos medios como la avispa asesina. Han caído en las numerosas trampas, más de medio millar, que los apicultores están diseminando por la zona. En ellas se coloca un líquido que atrae a las avispas asiáticas, pero no a las autóctonas. También han caído algunas piezas en Requesens, en la vecina comarca del Alt Empordà.
La nueva especie invasora llegó al sur de Francia probablemente en contenedores transportados en algún barco procedente de China. En agosto de 2012 ya habían sido detectados algunos ejemplares cerca de Portbou, en la vecina comarca del Alt Empordà, justo en la frontera y a unos 30 kilómetros del primer punto del país vecino donde se las localizó. También empezó a penetrar en la península por el País Vasco hace varios años.
Pero no fue hasta el 19 de setiembre pasado, cuando se capturaron algunas avispas asiáticas en el pequeño núcleo rural de Sant Privat d'en Bas, en la Garrotxa, que se desató la alarma en Cataluña. Cerrarle el paso aquí y ahora es vital para evitar su colonización de todo el país.
Las abejas autóctonas son presa fácil del depredador, que puede alcanzar los 5 centímetros de longitud, y cuya expansión podría acabar con gran número de colmenas, en las que pueden llegar a vivir 40.000 insectos que unas decenas de avispas pueden aniquilar en pocas horas. Es lo que les faltaba a las sufridas Apis mellifera, que desde hace años sufren una enorme disminución de su número que diversos estudios atribuyen al uso de determinados pesticidas en los campos.
Radares térmicos y chips
Pero, además de poner en peligro la industria de la miel, las avispas asiáticas pueden suponen un serio riesgo para otros sectores agrícolas, pues la ausencia de abejas dejaría sin agentes polinizadores gran número de cultivos. En la provincia de Girona hay unas 20.000 colmenas cuidadas por unos 150 productores.
El presidente de la Asociación de Apicultores de Girona, Àngel Noguer, explica la forma de actuar de la avispa: “Se colocan junto a las colmenas y, cuando las abejas regresan a ella al atardecer, las cazan al vuelo, les cortan la cabeza con sus mandíbulas y se las llevan a sus nidos, donde las usan para alimentar a sus larvas”. Además, su mordedura resulta muy dolorosa para el ser humano.
La Vespa velutina suele construir sus nidos, de papel masticado y hasta un metro de altura, en las ramas de los árboles. Pero, con la llegada de los primeros fríos, unas 200 avispas con capacidad reproductiva y ya fecundadas salen del mismo y se ocultan durante el invierno en agujeros que excavan con sus fuertes mandíbulas.
Cada reina puede engendrar 12.000 obreras que exterminan las colmenas
A partir de ese momento, se les perderá totalmente la pista. Y en primavera, cada hembra empezará a dar a luz a su prole de miles de ejemplares, que por el momento carecerán de depredadores que puedan controlar sus poblaciones.
Por ello resulta crucial localizar los nidos de manera inmediata. Un factor que podría contribuir a ello es el calor, hasta 25 grados, que desprenden la construcción y sus numerosos habitantes. Por ello, se ha movilizado un helicóptero que, dotado con un radar de visión térmica, ha sobrevolado esta semana los bosques de la zona. Hasta el momento, sin éxito.
Otra estrategia que barajan los expertos es capturar algunos ejemplares, colocarles microchips transmisores y seguir su recorrido de regreso al nido para localizarlo. El departamento de Agricultura catalán carece de esta tecnología, pero está buscando en el mercado opciones que resulten efectivas.
A finales de setiembre, los apicultores ya habían intentado un procedimiento similar, aunque menos sofisticado: capturaron avispas apostadas junto a algunas colmenas y les ataron una cinta roja antes de liberarlas, con la esperanza de poder seguirlas hasta el nido. Tampoco funcionó.
Por ahora, sólo se han mostrado efectivas contra ellas las trampas, pero sigue sin aparecer el nido. Y las manecillas del reloj siguen avanzando.