Un proyecto llamado Transit, desarrollado por investigadores británicos, plantea optimizar (en términos de tiempo y consumo de combustible) las operaciones de rodaje de las aeronaves, es decir, los movimientos que los aviones realizan en la plataforma de los aeropuertos (principalmente, las maniobras para llevarlos a la posición de despegue o devolverlos al área de aparcamiento después del aterrizaje). La idea de un grupo de ingenieros aeronáuticos de cuatro universidades (Lincoln, Sheffield, Stirling y Cranfield) se está desarrollando conjuntamente con los principales socios de la industria, incluyendo Rolls Royce, Air France-KLM, BAE Systems, el aeropuerto de Manchester y el de Zúrich.
Las operaciones podrán incrementar en un 50% en algunas infraestructuras
“El enrutamiento (encontrar la mejor ruta posible) y la programación de los movimientos de las aeronaves en tierra es un tema crítico para la industria de la aviación. A pesar de que los movimientos en las pistas sólo representan una pequeña fracción de todo el vuelo, el funcionamiento ineficiente de los motores a la velocidad de rodaje puede suponer un significativo consumo de combustible”, explica el investigador del proyecto Michal Weiszer. “Esto ocurre especialmente en los aeropuertos más grandes, donde las maniobras en tierra resultan más complejas. Se estima que el combustible quemado durante el rodaje representa por sí solo hasta el 6% del consumo total para vuelos de corta distancia, lo que suma cinco millones de toneladas por año a nivel mundial”, añade.
Para generar rutas de rodaje más eficientes manteniendo los estándares de seguridad, los expertos están elaborando, a partir de datos recogidos en cientos de aeropuertos de todo el mundo, un algoritmo que calcula en tiempo real qué trayecto es el más eficiente para cada avión. Para ello, tienen en cuenta el rendimiento del motor, la dinámica del fuselaje y la incertidumbre relacionada con el tráfico aéreo, unas limitaciones ignoradas actualmente en el enrutamiento y la programación de los movimientos de las aeronaves, tal y como denuncian los expertos.
Una vez completado, el método será puesto a prueba por pilotos profesionales en un simulador de última generación en la Universidad de Cranfield. Se espera que el sistema pueda ser adaptado en aeropuertos de todo el mundo, independientemente de su tamaño, e incluso podría allanar el camino para el rodaje automatizado.
Compromiso para limitar la contaminación
La investigación ha recibido una subvención de un millón de libras (poco más de 1.16 millones de euros) del Consejo de Investigación en Ingeniería y Ciencias Físicas (EPSRC, por sus siglas en inglés), comenzó en julio de 2016 y tendrá una duración de tres años. El potencial de este nuevo enfoque parece muy prometedor, puesto que podría incrementar las operaciones en un 50% en algunos aeropuertos del mundo y reducir paralelamente el consumo innecesario de combustible.
"Hay una necesidad urgente de hacer un mejor uso de las infraestructuras de aviación existentes, ya que está previsto que el tráfico aéreo sea 1,5 veces mayor para el año 2035. Como muchos aeropuertos están operando en, o cerca de, su capacidad máxima, entendemos que las infraestructuras deben ser mejoradas. Además, las operaciones ineficientes pueden provocar retrasos, congestión y aumento de los costes del combustible, y los niveles de ruido incomodar a todas las partes interesadas, incluidos los aeropuertos, las líneas aéreas, los pasajeros y los residentes locales”, afirma el principal investigador de Transit, Jun Chen, de la Universidad de Lincoln.
El número de pasajeros alcanzará los 6.000 millones para 2030, según la OACI
El tráfico aéreo mundial ha duplicado su tamaño cada 15 años desde 1977 y la Organización de Aviación Civil Internacional (OACI) prevé que se volverá a duplicar una vez más de aquí a 2030. Según sus cálculos, el número de pasajeros transportados por las líneas aéreas, que en 2013 fue de 3.100 millones, aumentará a unos 6.000 millones para esa fecha, y se pronostica que el número de salidas pasará de 32 millones, en 2013, a unos 60 millones.
A principios de año, un estudio de la Universidad de Reading (Reino Unido), dirigido por el climatólogo Paul Williams, revelaba que, como consecuencia de los efectos del cambio climático, los aviones tendrán que pasar más tiempo en vuelo y consumir más combustible porque la concentración de gases de efecto invernadero en la atmósfera, que se ha duplicado desde la era preindustrial, aumenta la fuerza de las corrientes de aire utilizadas por las aeronaves.
Durante estos días (del 27 de septiembre al 7 de octubre), se reúne en Montreal (Canadá) la Asamblea General de la OACI, de la que se espera un compromiso para limitar las emisiones del sector, responsable del 3,5% del total del cambio climático de origen antropogénico, sumando el conjunto de todas sus emisiones directas o indirectas. Los países miembros deberán mostrar su apoyo al preacuerdo de principios de este año, que establecía un estándar de eficiencia de combustible con el que reducir las emisiones de CO2 de la aviación en más de 650 millones de toneladas entre 2020 y 2040. Sin un compromiso eficaz en este ámbito, la capacidad del mundo para cumplir con los objetivos climáticos del Acuerdo de París se verá mermada.
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