Vaya, se ha vuelto a agotar la batería del móvil, y no hay ningún enchufe a la vista. O ni tan siquiera estamos en un lugar al que llegue la electricidad. Pues basta coger una tarjeta impregnada con una solución de agua salada e insertarla en una pila externa unida al teléfono por un cable USB. Sin necesidad de conectarla a ninguna fuente de alimentación eléctrica, ésta permitirá funcionar al teléfono durante unas cuantas horas. Para un dispositivo más grande, como una tableta o portátil, hará falta más de una tarjeta. Rápido, barato, limpio y sostenible.
No es ciencia ficción. Lo permite ya el JAQ, un invento que podría ser revolucionario y que comercializará la compañía sueca MyFC, que lo presentó en el multitudinario Congreso Mundial de Móviles de Barcelona de hace un año y lo ha convertido en una de las atracciones de la reciente feria de electrónica de consumo CES de Las Vegas (Nevada, Estados Unidos), una de las más importantes del mundo del sector, con 3.600 expositores en esta última edición. Durante la 70 Asamblea General de las Naciones Unidas celebrada en setiembre en Nueva York, dedicada a la sostenibilidad, la representación sueca distribuyó un buen número de unidades entre los asistentes.
El JAQ emplea unas tarjetas que contienen solamente el líquido y cloruro sódico
La compañía escandinava espera poder empezar a atender pedidos del dispositivo a finales de este año, a un precio de unos 90 euros la unidad, y a unos nueve euros el paquete de 10 tarjetas, que son de un solo uso y desechables, aunque éstas también se podrán recibir mediante una suscripción anual o adquirirse individualmente por más o menos 1,3 euros cada una, avanzó un portavoz de la empresa.
Técnicamente, el JAQ es una pila de combustible, la primera del mundo realmente portátil, aseguran sus creadores. Tiene el tamaño de una funda de móvil y se puede llevar en el bolsillo. Su funcionamiento se basa en la reacción química que se produce al poner en contacto el hidrógeno que contiene el agua y el oxígeno, de acuerdo con un diseño desarrollado por investigadores del Real Instituto de Tecnología sueco (KTH, en sus siglas en sueco), con sede en Estocolmo.
Una pila de combustible convierte la energía química en energía eléctrica, pero lo hace de forma diferente a las baterías, de manera mucho más eficiente y con un nulo impacto ambiental. A diferencia de las baterías, cuya capacidad de almacenamiento de energía es limitada, la pila puede funcionar indefinidamente, mientras disponga de reactivos. Necesita dos de ellos, un combustible, que en este caso son el hidrógeno del agua, y un oxidante, el oxígeno (hay pilas de otros tipos y que funcionan con otros combustibles).
Intercambio de protones
El hidrógeno del agua y el oxígeno se ponen en contacto con dos electrodos diferentes separados por un electrolito (en este caso una fina membrana) que ejerce de aislante pero también deja pasar los protones del hidrógeno desde el cátodo al ánodo. Los átomos de hidrógeno pierden sus electrones en el ánodo, y éstos circulan por un conducto exterior y proporcionan la energía eléctrica. Los átomos de hidrógeno cargados positivamente y liberados de sus electrones circulan por el electrolito. En el cátodo, los electrones y protones se recombinan con el oxígeno para volver a crear agua.
"Nuestro invento tiene un gran potencial para acelerar el desarrollo social en los mercados emergentes", afirma Anders Lundblad, investigador del KTH que desarrolló el dispositivo y fundador de MyFC, donde es el director tecnológico. "Hay amplias zonas del mundo que carecen de electricidad, mientras que los teléfonos móviles cumplen cada vez más funciones esenciales como el acceso a la información meteorológica o el pago electrónico", arguye.
Lundblad ha realizado investigaciones sobre microcélulas de combustible y pequeñas pilas de combustible de membrana de intercambio de protones durante más de 15 años en el Departamento de Electroquímica Aplicada del KTH. Hace un par de años ya había desarrollado el Powertrekk, que debía ser alimentado con agua líquida y un puñado de sal disuelta en ella. Las tarjetas del JAQ suponen la evolución de esta tecnología.
El dispositivo convierte en eléctrica la energía química de la oxidación del hidrógeno
El investigador sueco asegura que este invento es el primer paso para la aplicación de este modelo de generación de energía en los ordenadores portátiles. Pero para eso falta un poco todavía. Por ahora, una tarjeta del JAQ solamente puede proporcionar unos 1.800 miliamperios por hora, aunque son suficientes para cargar totalmente la batería de un iPhone en unas dos horas. Al igual que el cargador, las tarjetas están confeccionadas con materiales reciclados. Además, en éstas se suman agua y sal común (cloruro de sodio), y son desechables sin impacto para el medio ambiente.
"El lanzamiento de nuestro cargador es un movimiento estratégico para lograr la aceptación generalizada de las pilas de combustible en toda la sociedad", dice Lundblad, quien admite que "el cargador se puede considerar caro ahora, pero a largo plazo, a medida que su mercado aumente, bajarán de precio". Además, añade, la pila de combustible de hidrógeno es "mucho más rápida y fiable" que otras alternativas ecológicas que no precisan de una red eléctrica, como los cargadores solares.
Las pilas de combustible ya se emplean en coches, camiones y autobuses eléctricos, y en los sistemas de suministro de energía de respaldo en hospitales y plantas de cogeneración. El proceso por el cual las células de combustible generan electricidad se considera seguro y respetuoso con el medio ambiente: el único subproducto resultante del proceso es el vapor de agua.