Cada vez somos más y estamos más concentrados en las ciudades, junglas de asfalto y cemento con altos niveles de contaminación en las que poco rastro queda de la naturaleza en que nos originamos. El arquitecto italiano Stefano Boeri nos acerca a ella. Más bien nos la trae a casa: ha creado el concepto de bosques verticales (vertical forests, en inglés), bajo el que diseña, dice, “viviendas para árboles que hospedan seres humanos”.
El proyecto se materializó por primera vez en 2014 en el centro de Milán (Italia) con dos edificios cubiertos de enormes jardineras voladizas. Ambos bloques, de 80 y 112 metros de altura (19 y 27 plantas), cuentan con balcones de hormigón armado que albergan unas 20.000 plantas. Hay dos árboles, ocho arbustos y otras 25 plantas por cada vecino. Así que basta con asomarse a una ventana para tener un contacto inmediato con la naturaleza, expone el arquitecto, quien considera la iniciativa como un experimento.
Las plantas crean un verdadero ecosistema que atrae a numerosos insectos y aves
Los verdes edificios aportan mucho más que su belleza estética. Por una parte, los vegetales crean un verdadero ecosistema que atrae a insectos y aves. En el Bosco Verticale ya hay más residentes, que ocupan una decena de nidos. De mantener vivo el bosque se ocupa un equipo de jardineros cuyo coste está incluido en los gastos de la comunidad de residentes.
Asimismo, ante los altos niveles de contaminación de la capital lombarda, como consecuencia del intenso tráfico rodado y de la concentración de industrias en sus alrededores, los bosques verticales mejoran la calidad del aire, atenúan el contraste de temperatura entre el interior y el exterior de las viviendas, limitan el impacto de la contaminación acústica y protegen de los rayos solares.
Esta iniciativa de reforestación urbana ha recibido numerosos premios. En 2015, la obra de Boeri fue reconocida como el “rascacielos más bonito e innovador del mundo”, según el Council on Tall Buildings and Urban Habitat. Y en 2014, el arquitecto ganó el Premio Internacional Highrise. "Bosco Verticale es una expresión de la necesidad humana de tener contacto con la naturaleza", declaró el presidente del jurado, Christoph Ingenhoven. "Es una idea radical y atrevida para las ciudades del futuro, y sin duda representa un modelo para el desarrollo de las zonas urbanas densamente pobladas en otros países europeos”, argumentó en favor de la concesión del galardón.
Cultivadas en viveros
Suiza ya ha cogido el relevo. En Lausana, en Chavannes-près-Renens, el próximo año empezará a construirse un bloque de 36 plantas con grandes jardineras en los balcones donde se plantarán cedros, escogidos por su longevidad y su capacidad para soportar condiciones climáticas severas. La Tour des Cedres será el primer edificio del mundo cubierto con árboles de hoja perenne.Tendrá 117 metros de altura y será principalmente residencial, con apartamentos de dos a cinco dormitorios, pero también albergará oficinas, un gimnasio y un restaurante con vistas panorámicas en lo más alto. En su fachada convivirán unos 100 cedros de cuatro especies, 6.000 arbustos y 18.000 plantas que sumarán un total de 3.000 metros cuadrados de superficie verde.
París quiere tener 100 hectáreas de techos verdes y jardines en fachadas en 2020
El siguiente paso es aplicar el concepto de ‘bosque vertical’ a una ciudad entera, una iniciativa en la que ya trabaja el equipo de Boeri y se desarrolla en Xinyi, en la provincia de Guizhou, en el sur de China. Cada ciudadano disfrutará de 8 metros cuadrados de vegetación ornamental y cultivos en la llamada ciudad del bosque.
Todas las especies vegetales de estos proyectos se eligen teniendo en cuenta el clima de la zona, la orientación y la altura a la que vivirán. Y se cultivan en viveros para que crezcan en condiciones similares a las que tendrán que enfrentarse en las fachadas de los edificios. “Antes de construir el edificio nos hemos planteado diversas cuestiones: ¿cómo puede un árbol vivir a 100 metros?, ¿cómo resistirá al viento?, ¿y a condiciones extremas? Y hemos trabajado para que ello sea posible”, manifiesta Boeri.
Si los árboles pueden sobrevivir volando sobre las ciudades sólo el tiempo lo dirá. Lo que es ya una realidad es el deseo humano de reforestar las urbes. Los techos verdes y los jardines verticales forman actualmente parte de los edificios de ciudades como Copenhague (Dinamarca) y Toronto (Canadá) con el objetivo de mejorar la calidad del aire, retener el agua de lluvia y embellecer las urbes. París también se ha sumado a la ola: el consistorio de la capital francesa pretende dotarse de 100 hectáreas de prados sobre los techos y las fachadas de los edificios antes de 2020, dedicando una tercera parte a la agricultura urbana. Sea por capricho o por necesidad, la naturaleza vuelve a la ciudad que un día le robó el espacio.