Ecotxe espera poner en la calle a lo largo de este año entre dos y cuatro coches eléctricos para sus socios. El funcionamiento del sistema será similar al de las bicicletas públicas disponibles en muchas ciudades, según asegura Alexandre Duran, portavoz del proyecto y uno de sus promotores. El usuario “acudirá a su estación para recoger el vehículo, con la única diferencia respecto a los sistemas de bicicletas de que lo tendrá que reservar el día anterior y devolverlo en la misma estación". De momento el proyecto “empieza en la capital de la isla, Palma, aunque la intención es ampliarlo paulatinamente al resto de territorio mallorquín”.
El funcionamiento del sistema será similar al de los servicios de bicicletas públicas
El tema de las estaciones y los puntos de carga para los vehículos es ahora mismo la principal dificultad para una iniciativa que tiene prácticamente listos todos los demás aspectos necesarios para su funcionamiento, como el software de gestión. Debido a la novedad de la propuesta, una entidad como la Sociedad Municipal de Aparcamientos, de gestión pública, no sabe todavía cómo responder a las necesidades de Ecotxe. Duran explica que han solicitado ubicar una estación en uno de los aparcamientos y que el organismo público se ha mostrado sorprendido. Así, por ejemplo, ha respondido que “desconocen a quién corresponderá la propiedad del punto de carga”.
La nueva cooperativa de coches eléctricos compartidos, en cambio, ha encontrado pleno apoyo del mundo asociativo mallorquín. Unas cuantas asociaciones con sede en Palma, como Amics de la Terra, S'Altra Senalla o la Fundació Deixalles se han asociado a la cooperativa, “en las mismas condiciones que las personas físicas”. Son asociaciones, confirma Alexandre Duran, “que no pretenden tener un vehículo o una flota en propiedad pero prevén utilizarlo de manera regular, aunque no a diario”. De la misma manera, el proyecto se abre al mundo empresarial: también una inmobiliaria se ha sumado a la lista de socios, en las mismas condiciones.
Contaminación indirecta
La tecnología de los coches eléctricos ha mejorado mucho en los últimos años. No emiten gases, son silenciosos, son muy eficientes en el uso de la energía, tienen una autonomía de funcionamiento ideal para las dimensiones de Mallorca y un menor impacto ambiental a lo largo de su ciclo de vida, como demuestra un reciente estudio estadounidense.
La preocupación de los impulsores de la cooperativa es la contaminación indirecta, es decir, el modo de producción de la electricidad con que se cargarán sus vehículos. Por este motivo Ecotxe está en conversaciones con Som Energia, la primera cooperativa española que ofreció la posibilidad de consumir energía producida únicamente a partir de fuentes renovables. El objetivo es que los vehículos se carguen con energía 100% limpia. La mecánica sencilla y la fácil conducción, al tratarse de vehículos automáticos, son otras de las ventajas de esta forma de automoción.
El modelo, que complementa y refuerza el transporte público, está en auge en Europa
Ecotxe es la primera cooperativa española de coches compartidos que apuesta exclusivamente por los vehículos eléctricos. Pero éste es un modelo en auge en Europa. Duran explica que se han inspirado en proyectos como ejemplo la cooperativa francesa Citiz, con implantación en todo el país, aunque no sólo emplea coches eléctricos. Particularmente la sección de Toulouse, de dimensiones parecidas a Palma, que “empezó en 2011 con 60 socios y 4 coches, ahora dispone de más de 40”.
Ecotxe mantiene contactos con Partago, un joven proyecto de la ciudad belga de Gante que únicamente incorpora coches eléctricos. Esta cooperativa de coches eléctricos compartidos, con sólo un año de vida, ya tiene vehículos circulando propiedad de sus socios y acaba de presentar su propia aplicación smartphone para localizar el vehículo, reservarlo, comprobar la reserva de energía y otras tareas.
Una de las cuestiones que a menudo se plantean ante el auge de cooperativas de vehículos compartidos es si representan una competencia para el transporte público. Duran es concluyente: “No somos competencia para el transporte público ni desincentivamos su uso. Somos complementarios y lo reforzamos”, lo que a su juicio queda demostrado en “ciudades con sistemas maduros de uso compartido de coches”. Según una encuesta, entre los usuarios de la cooperativa canadiense Peg City Car Co-Op, casi la totalidad de ellos acuden al trabajo en transporte público, en bicicleta o a pie. Además, después de haberse asociado, un 28% vendió su vehículo particular.