Entre las ideas más originales puestas en práctica en el nuevo edificio del aeropuerto de Gardermoen, a 48 kilómetros al noreste de la capital, que amplía con su puesta en marcha su capacidad de recepción de viajeros a 32 millones anuales, está el uso de la nieve acumulada durante el invierno para refrigerar las instalaciones durante el verano, una iniciativa pionera a nivel mundial en esta clase de infraestructuras.
Se usan aguas residuales para generar calefacción, y se recicla el 91% de los residuos
La nieve retirada durante los meses invernales de las pistas de despegue y aterrizaje y de la plataforma de rodaje, que puede alcanzar un volumen de hasta 22.000 metros cúbicos cada temporada, se conserva acumulada y protegida por una capa de serrín en una piscina de 8.000 metros cuadrados para utilizarla como elemento enfriador de la terminal de pasajeros, que con ello consigue reducir considerablemente el consumo energético durante las horas punta.
En los meses más cálidos, el frío del agua de fusión se recupera en un intercambiador de calor y se transfiere a la planta central de refrigeración. El agua se devuelve a la pila para repetir el intercambio de calor con la nieve y el hielo allí acumulados, lo que hace posible un nuevo ciclo de transmisión de energía fría a los sistemas centrales de refrigeración.
Por su parte, las aguas residuales de la parte meridional de los municipios de Ullensaker y Nannestad y del mismo aeropuerto de Oslo se recuperan y se utilizan para abastecer la calefacción en invierno. Un sistema de bomba de calor emplea estas aguas grises y suministra el calor a los edificios a través de una red de alcantarillas con tuberías de calefacción y refrigeración.
La mitad de consumo
En total, sumando diferentes conceptos y dispositivos de eficiencia energética empleados en la nueva construcción, de 120.000 metros cuadrados de superficie y 19 puertas de embarque, la terminal inaugurada la pasada primavera consume un 50% menos de energía que los edificios anteriores del aeropuerto, que tenían apenas 15 años.
Para evitar la formación de hielo en las pistas y plataformas, e incluso en los mismos aviones, especialmente en las alas, es preciso el uso de productos químicos que podrían contaminar las aguas freáticas situadas bajo el aeropuerto. Para evitarlo, toda el agua de la superficie exterior del aeropuerto procedente del deshielo de nieve contaminada se recoge y canaliza hacia la planta de tratamiento del municipio de Ullensaker. Para verificar que las aguas subterráneas no se contaminan se han perforado unos 200 pozos para extraer líquido y analizarlo.
El techo de la nueva terminal, que ha obtenido, por primera vez en un aeropuerto de todo el mundo, la calificación de “excelente” por parte de BREEAM –el primer método de evaluación ambiental internacional para edificios, creado en 1990– se ha cubierto de madera, en lugar del metal brillante empleado anteriormente en otras terminales. Se trata de madera certificada como procedente de bosques sostenibles.
Más del 65% de los viajeros se desplazan a Gardermoen en transporte público
"No comenzamos este proyecto con el objetivo de convertirnos en el aeropuerto más respetuoso con el medio ambiente del mundo", admite Bjørn Olav Susæg, de Nordic, el estudio de arquitectura local que diseñó la terminal, aunque sí con la clara intención de reducir el consumo de energía a la mitad respecto a las terminales preexistentes, puntualiza.
"Además de ser un material muy eficiente energéticamente, la madera le da al terminal una identidad muy nórdica", opina Susæg, quien destaca también el diseño de las paredes y ventanas del edificio, que tratan de aprovechar al máximo la luz exterior, ciertamente escasa en estas latitudes durante buena parte del año.
Otras características sostenibles del aeropuerto son la gestión de residuos –solamente el 9% de los generados van al rechazo, el 91% son separados y gestionados para su reciclaje– y la promoción del uso del transporte público para acceder a las terminales –en 2013 la cuota de transporte público ya era del 65%, el porcentaje más alto en Europa–. “Nuestro objetivo es ver hasta el 70% de los usuarios que viajan desde y hacia el aeropuerto utilizando el transporte público para 2020”, proclama la empresa pública Avinor, que gestiona éste y la mayor parte de los aeropuertos civiles de Noruega.
En enero de 2016, Gardermoen ya se había convertido en el primer gran aeropuerto internacional del mundo en ofrecer biofuel a todas las compañías que utilizan sus instalaciones a través del mismo servicio con el que se les suministra combustible fósil tradicional. En un principio, el proveedor del producto firmó un acuerdo para proveer a Gardermoen de 1,25 millones de litros, que podrían aumentarse si la demanda lo requiere.
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