Los bares y restaurantes andaluces estarán obligados a servir a sus clientes de forma gratuita una jarra de agua del grifo de forma complementaria a la consumición que estén efectuando en el establecimiento. Esta medida, incluida entre otras muchas en el proyecto de Ley para la Promoción de una Vida Saludable y una Alimentación Equilibrada aprobado en enero por el Gobierno de la Junta de Andalucía, pretende contribuir a reducir el consumo de botellas de plástico.
En este campo, el gobierno andaluz sigue los pasos del Ayuntamiento de San Sebastián, que en sus dependencias no usa ya botellas de agua sino jarras de agua del grifo y ha conseguido que más de 70 locales de la capital guipuzcoana se hayan adherido a su propuesta de sustituir el agua embotellada por la de la red en los menús. La administración municipal les proporciona las jarras de forma gratuita.
Andalucía obligará a bares y restaurantes a ofrecer jarras de agua gratis a sus clientes
El consumo de agua embotellada se ha más que duplicado en España, sexto consumidor mundial y tercero de Europa, entre 2000 y 2016, lo que ha alimentado un enorme y lucrativo negocio: cada español compra una media de 116 litros al año, aunque antes de la crisis se llegó a los 137 litros, que se pagan a una media de 0,50 euros el litro, cuando el de agua del grifo sale a 0,00165 de promedio.
Con el mismo objetivo, esta ley pionera en España en el intento de promover desde la legislación hábitos más sanos y combatir la obesidad, establece que los centros educativos, espacios públicos y centros de ocio infantil andaluces deberán disponer de fuentes de agua potable al acceso de sus usuarios.
La normativa exigirá asimismo a las empresas de máquinas expendedoras de productos alimentarios que ofrezcan agua gratis en aquellos centros docentes o lugares de recreo para menores donde instalen las mismas, sea de forma integrada en las propias máquinas o a una distancia máxima de dos metros. El proyecto ha iniciado este mes su trámite parlamentario sin que se hayan presentado enmiendas a la totalidad, lo que parece allanar su aprobación definitiva por la cámara.
Fuentes en las estaciones de tren británicas
También el Gobierno británico ha emprendido una cruzada contra las botellas de un solo uso, que se están convirtiendo en un grave problema ambiental. El mundo consume la estratosférica cifra de un millón de ellas cada minuto, o lo que es lo mismo, unas 20.000 por segundo, y se espera que la misma se incremente hasta un 20% solamente de aquí a 2021. En 2016 se vendieron cerca de medio billón. Puestas en fila, ya habrían cubierto la mitad de la distancia de la Tierra al Sol.
Y a estas aterradoras cifras se ha llegado en muy poco tiempo: en 1970 se vendieron en el mundo unos 1.000 millones de litros de agua embotellada. En 2004 eran 154.000 millones. En 2017 se estima que se habrán alcanzado los 250.000 millones de litros. Ese mercado movió unos 80.000 millones de dólares (64.600 millones de euros), según la ONU, que lamenta que con la cuarta parte de esa cantidad se podría proveer de abastecimiento de agua potable y alcantarillado a la mitad de los 1.100 millones de personas que carecen de ellos.
El sector vende 250.000 millones de litros y movió 64.000 millones de euros en el mundo
Pese a que la mayor parte de las botellas ya se fabrican en tereftalato de polietileno (PET), un material altamente reciclable, estas colosales magnitudes hacen inviable todo intento de recuperación y reciclaje, lo que las convierte en una terrible amenaza para el medio ambiente, especialmente el marino. Entre 5 y 13 millones de toneladas de plástico acaban cada año en los mares, que para 2050 podrían albergar más volumen de plásticos que de peces, según un estudio de la Fundación Ellen MacArthur. Investigadores de la universidad belga de Gante han concluído que los consumidores habituales de pescado pueden llegar a ingerir hasta 11.000 microfragmentos de plástico al año.
Y, aunque solamente Coca-Cola genera 100.000 millones de unidades de un solo uso al año –según estimaciones de Greenpeace, porque la compañía rechaza facilitar este dato–, la mayor parte de las botellas, afirma Euromonitor, son para comercializar agua, y el enorme incremento del consumo de este producto en China ha contribuido a disparar las cifras. Ante las elevadas tasas de contaminación ambiental que sufren las ciudades chinas, los ciudadanos del país asiático temen consumir agua de la red y se vuelcan en la compra de líquido embotellado.
Rechazo al reciclaje por razones estéticas
La producción de botellas crece desbocada mientras tan solo la mitad de las producidas a nivel mundial en 2016 fueron recogidas tras su uso, y apenas un 7% se convirtieron en nuevas botellas. El PET es reciclable al 100%, pero los fabricantes eluden el uso de material de segunda mano por razones meramente estéticas: el resultado es menos transparente que el plástico de primera fabricación.
Para tratar de contener este desastre, las autoridades del Reino Unido han empezado a mover ficha. Network Rail, la sociedad pública que gestiona las líneas férreas británicas, instalará fuentes de agua potable para beber o rellenar las botellas reutilizables en las principales estaciones, atendiendo una petición de una diputada, Thérèse Coffey, suscrita también por el ministro de Ferrocarriles, Paul Maynard, que asimismo se ha hecho llegar a aeropuertos y estaciones de servicio de las autopistas.
Por su parte, el alcalde de Londres, Sadiq Khan, anunció la instalación de las primeras 20 fuentes en las calles de la ciudad, como ya hizo París hace algunos años, con unas curiosas fuentes de agua ¡con gas! que incorporan CO2 al líquido y que empezaron a instalarse en 2010. Y el secretario de Medio Ambiente británico, Michael Gove, anunció por su parte que está estudiando la instauración de un posible sistema de retorno mediante el pago de una fianza para las botellas de plástico.
El litro sale en España a 0,50 euros. La del grifo, a 0,00165. Y muchas veces son la misma.
“El mundo ha despertado ante las consecuencias de la sociedad de consumo de un solo uso. He escrito a comercios, cafeterías y centros de transporte del país pidiéndoles que faciliten agua gratis a sus clientes, y estoy encantada de poder decir que muchas cadenas, incluyendo Starbucks y Pret, ya han adquirido este compromiso con ellos”, declaró la diputada Coffey, elegida por el distrito de Suffolk Costero, quien recordó que “los grandes cambios exigen un esfuerzo colectivo”, por lo que instó a los ciudadanos a aprovechar estos nuevos puntos para beber o recargar agua.
En Estados Unidos está en marcha una campaña que pide prohibir la venta de agua embotellada en los parques naturales. El diputado Mike Quigley ha presentado al Congreso una Ley para reducir los residuos en estas zonas naturales protegidas y diversas organizaciones medioambientales y plataformas de recogida de firmas en internet tratan de acumular apoyos en favor de la misma. Ciudades como Nueva York, Boston o Chicago tratan también de promover el consumo de agua de la red.
La plataforma norteamericana Ban the bottle (Prohibir la botella) estima que cada estadounidense consumió 167 de ellas el año pasado, y que en su fabricación se emplearon 17 millones de barriles de petróleo, los que consumirían 1,3 millones de coches en el mismo plazo. El coste no es solo ambiental: “Los recomendados ocho vasos de agua al día, en Estados Unidos cuestan aproximadamente 49 dólares (39,6 euros) al año si son del grifo. La misma cantidad de agua embotellada cuesta aproximadamente 1.400 dólares (1.139 euros)”. Y muchas veces, se paga mucho más para acabar bebiendo la misma: el 24% del agua embotellada que se vende en el país (sobre todo de las marcas Aquafina, de Pepsi, y Dasani, de Coca-Cola, que controlan el mercado) solo es agua de la red purificada.
Microplásticos en el líquido
Los envases representan un impacto ambiental por el uso de petróleo y la generación masiva de un residuo que no se recicla. Pero las botellas de plástico podrían tener más aún pegas: el 93% de muestras procedentes de 250 botellas de agua (mineral o tratada) estudiadas en el marco de una investigación periodística en Brasil, China, India, Indonesia, Kenia, Líbano, México, Tailandia y Estados Unidos contenían micropartículas de plástico.
Las botellas analizadas incluyen algunas de las principales marcas de agua envasada del mundo y los restos de plástico encontrados incluyen polipropileno, nylon y tereftalato de polietileno (PET), utilizados en la fabricación de las propias botellas o de sus tapones y etiquetas, denunció Orb Media, un colectivo de periodistas con base en Estados Unidos especializado en reportajes de investigación, que hizo validar los resulñtados por la profesora Sherri Mason, de la Universidad Estatal de Nueva York en Fredonia (Estados Unidos).
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