Los pedidos de vehículos de transporte público a los fabricantes en Europa se más que duplicaron en un año, pasando de 400 unidades en 2016 a 1.031 en 2017, según un informe publicado recientemente por la organización Transport and Environment (Transporte y Medio Ambiente). El escándalo del diéselgate ha influido en gran medida en este incremento, al igual que los elevados niveles de contaminación atmosférica de muchas capitales, que han recibido ultimátums de la Comisión Europea por superar máximos prescritos.
Los 16.000 autobuses de Shenzhen (de 12 millones de habitantes) ya se enchufan
Pero si hay un país en el mundo donde el autobús eléctrico ha despegado definitivamente (y también donde se sufren problemas de polución en las urbes) es China. El 98,3% de todas las unidades que circulan en todo el mundo lo hacen en las ciudades del país asiático, donde ya operan unos 170.000 vehículos de transporte público accionados por baterías.
Entre las ciudades chinas destaca Shenzhen, situada junto a la frontera con la región administrativa especial de Hong-Kong, un antiguo pueblo de pescadores que en cuatro décadas ha crecido hasta alcanzar una población de 12 millones de personas. La totalidad de los 16.000 autobuses de su flota funcionan ya con corriente eléctrica, y la ciudad se ha marcado el objetivo de que pronto lo hagan también sus 13.000 taxis (lo que ya se ha hecho con los 4.600 de la empresa Shenzhen Bus Group, la que gestiona los autobuses).
Además de eliminar la emisión de óxidos de nitrógeno, hidrocarburos no metánicos y partículas en suspensión, según Shenzhen Bus Group, con la electrificación de la flota de autobuses se ha conseguido reducir las emisiones de CO2 en 440.000 toneladas anuales. Y recortar a la mitad el gasto en combustible del transporte público, además de suavizar enormemente el ruido en las calles.
Aunque los autobuses eléctricos son sensiblemente más caros que los diésel, dado su mucho menor gasto operativo, a partir de 60.000 kilómetros recorridos el coste se amortiza, afirma la empresa, lo que se puede lograr en un año con un promedio de 164 kilómetros diarios. Además, la compra de los vehículos es subvencionada por el Gobierno, que aporta más de la mitad del importe de cada unidad. Más de 30 grandes ciudades chinas, como Guangzhou, Zhuhai, Dongguan, Foshan, Zhongshan, Nanjing, Hangzhou, Shaanxi y Shandong pretenden electrificar totalmente sus flotas de autobuses para el año que viene.
20 recargas a la vez
Para poder alimentar las baterías de los autobuses, Shenzhen se ha dotado de cerca de 40.000 pilas de carga. Shenzhen Bus tiene 180 instalaciones para realizarla. Una de sus principales cocheras puede recargar alrededor de 20 autobuses al mismo tiempo. “La mayoría de los autobuses los cargamos por la noche durante dos horas y con eso pueden desarrollar su servicio diario completo, ya que la autonomía que tienen es de 200 kilómetros”, afirma Joseph Ma, subdirector general de Shenzen Bus.
China empieza a tomarse en serio la lucha contra la contaminación: según un estudio de Bloomberg New Energy Finance, con la electrificación del transporte público y otras medidas, 29 ciudades chinas han reducido la concentración de partículas finas en el aire en un 32 por ciento en solamente cuatro años.
En la misma línea, el gobierno metropolitano de la ciudad de Londres pretende que todos los autobuses de un solo piso sean cero emisiones para 2020, y que todos los de dos pisos sean híbridos este mismo año, y Nueva York planea que su flota sea completamente eléctrica en 2040.
Eliminan emisiones contaminantes, de CO2 y ruido y reducen los costes operativos
Mientras eso sucede, las ciudades españolas siguen apostando por el gas natural para hacer algo menos contaminantes sus flotas de transporte colectivo. Madrid anunció en julio pasado que se ha comprometido a comprar 460 autobuses de gas los próximos dos años. Madrid tiene ya 1.275 de ellos, frente a los 372 de Barcelona, 218 de Sevilla y 75 de Valencia. En todas ellas, los eléctricos son muy minoritarios, de acuerdo a datos recopilados por Ecodes.
Según Transport and Environment, “algunas ciudades creen que han encontrado una manera eficiente de descarbonizar sus flotas con gas natural. En realidad, es una muy mala opción”. La organización europea explica que estudios sobre conducción en carretera de camiones que se mueven con gas han revelado que “no presentan beneficios significativos en calidad del aire respecto a las partículas de óxidos de nitrógeno comparados con vehículos convencionales que respetan el estándar Euro 6”.