Apenas 90 grandes empresas producen el 63% del monóxido de carbono y el metano que la humanidad lanza a la atmósfera y que son los principales causantes del cambio climático. Según el ambientólogo Richard Heede, director de la consultora especializada en mitigación de emisiones de gases de efecto invernadero Climate Mitigation Services, cada una de estas compañías supera los ocho millones de toneladas anuales, y entre todas suman 914 millones en total.
Los primeros puestos de la lista confeccionada por Heede los copan productores de petróleo, gas natural, carbón y cemento. Chevron y Exxon Mobil en Estados Unidos, Saudi Aramco en Arabia Saudí, British Petroleum en el Reino Unido y Gazprom en Rusia son quienes dominan el ranking. "Todas las personas que toman decisiones en estas compañías caben en dos autobuses", destaca el investigador.
"Los que toman las decisiones cabrían en dos autobuses", dice el autor del estudio
El estudio Tracing anthropogenic carbon dioxide and methane emissions to fossil fuel and cement producers, 1854–2010 (Rastreando las emisiones antropogénicas de dióxido de carbono y metano de productores de combustibles fósiles y cemento, 1854-2010), publicado por el periódico especializado Climatic Change, que ha dado lugar a la campaña de denuncia Los grandes del carbono (Carbon Majors, en su original en inglés), es el resultado del seguimiento de emisiones durante varias décadas en empresas como la angloholandesa Royal Dutch Shell, la mexicana Pemex o Cementos de Venezuela, datos recogidos a partir de los informes de las propias empresas, documentos públicos y las cifras recopiladas por la U.S. Securities and Exchange Commission (SEC), organismo encargado del control bursátil de las empresas.
Las conclusiones, obtenidas tras ocho años de dedicación exclusiva al análisis de los datos por parte de Heede, son una llamada de atención acerca de la monopolización de los recursos y la explotación de la naturaleza. El informe hace hincapié en el trato gubernamental hacia estas corporaciones. "Siendo la principal causa de la crisis climática, la mayor parte de las 90 empresas están recibiendo miles de millones en subsidios de los respectivos gobiernos para extraer y quemar energía sucia. Todas ─menos siete─ de las 90 sociedades identificadas en este informe son productores de combustibles fósiles", denuncia el estudio.
Responsabilidad compartida
"La mitad de estas emisiones se produjeron en los últimos 25 años, después de que los gobiernos fueran conscientes de que el aumento de las emisiones de gases de efecto invernadero procedentes de la quema de combustibles fósiles estaba causando el cambio climático", subraya el ambientólogo estadounidense.
"Creo que lo que podría ser definitivo para el futuro sería una modificación de las reglas del juego, identificando claramente el origen de dichas emisiones. Así aumentarían la presión y la necesidad de rendir cuentas por la quema de combustibles fósiles. No se pueden quemar combustibles fósiles sin que el resto del mundo lo sepa", opina Michael E. Mann, un divulgador y profesor universitario estadounidense que apoyó inmediatamente a su colega Heede, al igual que lo hizo Al Gore, exvicepresidente de Estados Unidos y excandidato demócrata a la Casa Blanca, autor del documental sobre el cambio climático Una verdad incómoda (2006).
La mitad de los gases son de los últimos 25 años, cuando ya se conocía el problema
Según el autor del estudio, la responsabilidad del daño medioambiental es compartida. El calentamiento global no depende sólo de estas compañías, y de su puñado de altos directivos, sino también de nuestros hábitos diarios. "Como consumidor tengo cierta responsabilidad, por ejemplo con mi propio coche. Sin embargo, estamos viviendo una ilusión si pensamos que estamos tomando decisiones de forma individual, porque la infraestructura establecida desde arriba consigue que, de una forma u otra, alguien esté tomando las decisiones por nosotros", argumenta Heede, que se trasladó de pequeño desde su Noruega natal hasta Colorado (Estados Unidos) y estudió Geografía en su universidad.
Heede quiso centrar su investigación únicamente en las compañías extractoras de combustibles fósiles y no en las empresas que los usan como subproducto (como las de la industria automovilística, por ejemplo) porque las primeras son las que generan dicha materia prima para transformarla y obtener de ella un rédito.
Esta metodología ha recibido algunas críticas desde otros sectores ambientalistas: David Víctor, científico y especialista en políticas de energía en la Universidad de California en San Diego y coautor de un informe estatal sobre el cambio climático, no duda de las cifras, pero le acusa de abordar un enfoque equivocado: "Parece estar más pendiente de crear villanos que de repartir las responsabilidades". A su juicio, Heede "dibuja una línea divisoria entre los productores ─responsables─ y todos los demás, víctimas", opinó. "Todos somos parte del engranaje y, por lo tanto, todos somos culpables. Ofrecer una narrativa que sólo implica culpabilidad corporativa sin ampliarla a las consecuencias del uso no va a resolver nada", concluye.