La creatividad del ser humano parece no tener límites. En la isla de Colón, la principal del archipiélago de Bocas del Toro, situado al noroeste de Panamá, se está construyendo el primer pueblo creado en su totalidad con botellas de plástico. Es la respuesta de su fundador, el canadiense Robert Bezeau, al problema medioambiental que supone el uso indiscriminado de este material y su dispersión por el entorno.
Bezeau llegó a esta paradisíaca zona caribeña en 2009. Allí descubrió que no todo era tan bonito como había imaginado: residuos de plástico se amontonaban por todos los rincones o eran enterrados o quemados en el único vertedero del lugar. Por ello, encabezó un programa de reciclaje con el objetivo de limpiar las playas y el pueblo. “Entre 2013 y 2014 recogí más de un millón de botellas de plástico”, afirma Bezeau a EcoAvant.com.
Para levantar cada vivienda utilizan una media de entre 10.000 y 24.000 envases
Pero, ¿qué hacer con tantas botellas? El pasado agosto le llegó la inspiración: crear en plena selva una comunidad residencial, llamada Plastic Bottle Village, formada por unas 120 viviendas, un poblado para amantes de la naturaleza y de la vida reposada que también contará con una tienda, un huerto, un albergue y un colegio.
La ecoaldea, ubicada sobre un terreno de más de 330.000 metros cuadrados, ya cuenta con tres casas construidas con una técnica “barata y sencilla”, según Bezeau. Las botellas recicladas se colocan apretadas en estructuras metálicas y se cubren con hormigón por ambos lados. El sistema permite edificar en poco tiempo, ya que una planta de una casa puede levantarse en medio día.
“La iniciativa ha levantado mucho interés en todo el mundo. La gente ha puesto la mirada en nuestro proyecto y nos pregunta sobre él. Las ventas están empezando, si bien los clientes potenciales tienen propiedades que quieren vender antes de adquirir una nueva casa”, explica el fundador del ecopoblado.
Comida a cambio de reciclar
Actualmente, están construyendo la cuarta vivienda. En cada una de ellas, de unos 100 metros cuadrados, han empleado unas 14.000 botellas de plástico, una cifra dentro de la media que ha calculado Bezeau (entre 10.000 y 24.000 envases por edificación). De esta forma, además, sus habitantes pueden neutralizar su generación de residuos, puesto que estima que cada uno de los nacidos después de los años 70 emplea unas 15.000 botellas de plástico durante toda su vida.
Los envases reciclados ofrecen también otros beneficios: actúan como aislantes y garantizan temperaturas suaves en el interior de la vivienda, así como una buena resistencia a los terremotos. De momento, Bezeau ya ha diseñado tres modelos diferentes y está desarrollando otros nuevos, así como otras prestaciones para las casas. Además, está intentando poner en marcha un programa para que las familias panameñas con escasos recursos puedan obtener comida a cambio de reciclar botellas de plástico.
Su impulsor abrirá un centro de formación para difundir nuevas formas de reutilizarlas
El plástico apareció por primera vez en el mercado entre los años 30 y 40 del siglo XX y su uso se generalizó durante las siguientes décadas de forma imparable. En 2013, por ejemplo, se fabricaron a nivel mundial 299 millones de toneladas, un 647% más que en 1975. Hasta mediados de los 70, cuando comenzó el desarrollo de infraestructuras para la gestión de residuos en Estados Unidos, Europa y algunas partes de Asia, los desechos de plástico eran vertidos sin control por el entorno, una problemática que se sufre todavía, sobre todo en los países más desfavorecidos.
Este derivado del petróleo persiste durante siglos en el planeta hasta degradarse totalmente, ensuciando calles y espacios verdes, además de contaminando los ecosistemas acuáticos, en los que bajo la influencia de la luz solar, la acción del oleaje y la abrasión, se descompone lentamente en fragmentos, en muchas ocasiones tóxicos, cada vez más pequeños que acaban entrando en la cadena alimentaria.
Se trata de una problemática de la que Bezeau es muy consciente y por ello, para combatir esta contaminación, pretende expandir su proyecto a otros rincones del planeta. Y con esta finalidad prevé inaugurar a finales de 2016, también en la isla de Colón, un centro de formación internacional abierto a cualquier persona de cualquier país para difundir nuevas formas de reutilizar el plástico. Para dar a las botellas, y a la Tierra, una segunda oportunidad.
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