Nada menos que 75 millones de animales endémicos de Australia (la cifra incluye pequeños vertebrados e invertebrados) mueren cada día en las garras de una veintena de millones de gatos domésticos asilvestrados. Junto con el cambio climático y la pérdida de hábitats, las especies invasoras introducidas por los colonizadores están acabando con la fauna única de la isla-continente, donde unas 1.800 especies que no se pueden encontrar en ninguna otra parte del planeta están en peligro de extinción.
Para proteger a la fauna salvaje australiana, el ministro de Medio Ambiente del país, Greg Hunt, anunció, a mediados de julio, una nueva estrategia que incorpora una polémica medida: acabar con la vida de dos millones de esos gatos abandonados en el medio por el ser humano.
Unos 75 millones de animales endémicos perecen cada día en las garras de los gatos
Los gatos domésticos llegaron a Australia a principios del siglo XVII de la mano de los primeros colonos británicos. Muchos felinos fueron liberados intencionadamente cerca de granjas y caseríos para controlar a conejos, ratas y ratones, y parte de ellos se adaptaron al medio silvestre. Desde la década de 1850 han ido aumentando en número y tamaño, y actualmente se estima que hay unos 20 millones de ejemplares, que se comen entre tres y 20 animales autóctonos al día, según evalúa la Comisión de Especies Amenazadas.
Estos solitarios y nocturnos depredadores se encuentran repartidos por todo el territorio y se han instalado en la mayoría de los ecosistemas, excepto en la densa selva tropical del norte y en algunas islas, y están relacionados con la extinción y el descenso de las poblaciones de algunas aves y pequeños mamíferos como el bilbi mayor o el numbat.
“Los gatos asilvestrados están implicados en 28 de los 29 casos de mamíferos endémicos que ya hemos perdido para siempre, y más de 120 especies de animales australianos más están en riesgo de extinción por su culpa”, afirmó el comisionado Gregory Andrews a la radio pública australiana, quien añadió: “Es muy importante poner el énfasis en que nosotros no odiamos a los gatos. Es sólo que no podemos tolerar más el daño que están haciendo a nuestra fauna”.
El ecólogo Euan Ritchie, de la Universidad de Deakin (Melbourne) considera que “es bastante sorprendente la cantidad de especies diferentes que se pueden encontrar en el interior del estómago de uno de estos gatos: pequeños dragones, roedores e incluso pequeños canguros que, en algunos casos, tienen el doble de su peso”. Ritchie propone la reintroducción de los depredadores nativos de gatos salvajes y zorros, como son los dingos y los demonios de Tasmania, para controlar a estas poblaciones invasoras.
Medidas menos cruentas
En el marco de la nueva estrategia, las autoridades australianas prevén establecer 10 refugios vallados de animales nativos libres de gatos en la Australia continental y erradicar a los felinos de cinco islas. Para conseguirlo, se plantean acabar con la vida del 10% de los gatos salvajes antes de 2020, dándoles muerte a tiros o con el uso de cebos envenenados.
En el oeste de Australia se emplea el cebo Eradicat: se trata de una pequeña salchicha hecha de carne de canguro y pollo que contiene el compuesto 1080 (sodium fluoroacetate), un veneno letal que también se encuentra en la naturaleza, en algunas plantas de la zona, y al que los animales nativos tienen cierta tolerancia.
Mientras, en el sur y en el centro del territorio, menos en Tasmania, se usa el cebo Curiosity, otra pequeña salchicha de carne que contiene la sustancia PAPP (para-aminopropiofenona) en una bola de plástico, que no suelen tragarse la mayoría de especies que no son su objetivo (los animales salvajes procesan más los alimentos y no los engullen enteros). En el norte de Australia y Tasmania no es recomendable el uso de estos venenos por los riesgos que entrañan para los diablos de Tasmania y el reptil Varanus gouldii. Por ello, están desarrollando uno nuevo, el Hisstory.
Los ecologistas lamentan que no se aborde el problema de la pérdida de hábitats
Además, el plan incluye la puesta en marcha de un programa de seguimiento llamado FeralCatScan que permite a los ciudadanos informar sobre la presencia de gatos asilvestrados mediante una página web y una aplicación para móviles, y campañas de concienciación ciudadana sobre la importancia de la tenencia responsable de los gatos domésticos y callejeros.
“Si bien este plan de mitigación de amenazas se centra en el impacto sobre la biodiversidad, los gatos salvajes también afectan a la agricultura y ganadería a través de la difusión de enfermedades y al turismo, por la reducción del número de especies únicas que pueden ser vistas”, detalla el gobierno.
Las asociaciones ecologistas han acogido positivamente, aunque con cautela y algunas críticas, la propuesta. La Australian Conservation Foundation ha instado al gobierno a comprometerse más y ha lamentado que no se aborde la mayor amenaza para las especies en peligro de extinción y la biodiversidad: la pérdida y fragmentación de hábitats por culpa de las actividades humanas.
Sin embargo, algunos colectivos consideran la eliminación física de los felinos una medida innecesariamente drástica, y abogan por alternativas como la esterilización de los animales para limitar sus poblaciones. Una campaña de recogida de firmas pide a las autoridades australianas que opten por estas medidas menos cruentas.
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