Por primera vez en el mundo, una sentencia judicial reconoce la peligrosidad del Roundup, el herbicida a base de glifosato de la multinacional Monsanto, y achaca el cáncer incurable de un jardinero que trabajó durante años con este material a su exposición a la sustancia. Un jurado de San Francisco (Estados Unidos) condenó a la empresa a pagar 289 millones de dólares (más de 253 millones de euros) de indemnización a la víctima por daños y perjuicios. Pero además dictaminó que Monsanto había actuado “con malicia, opresión o fraude”.
“Pudimos mostrarle al jurado el secreto: documentos internos de Monsanto demostrando que sabía desde hace décadas que (...) Roundup podría causar cáncer”, explicó el abogado Brent Wisner, defensor legal de Dewayne Johnson, de 46 años, enfermo terminal y la primera persona que ha llevado a los tribunales a la poderosa empresa agroquímica, que según el letrado “ha luchado durante años contra la ciencia” tratando de acallar las voces de los investigadores que alertaban de la peligrosidad del producto, el herbicida más utilizado en todo el planeta.
Entre ellos, pudieron presentar correos electrónicos de directivos de la empresa en los que se ponía de manifiesto que ignoraban deliberadamente las advertencias de los científicos y encargaban informes “fantasma” con conclusiones diametralmente opuestas, algunos de los cuales fueron esgrimidos por los letrados de la empresa durante el juicio, cuyas complejas sesiones se prolongaron durante un mes.
El jurado resolvió de forma unánime que la multinacional actuó con "malicia" y "fraude"
Johnson, que tiene tres hijos, empleó de forma habitual el Roundup durante el tiempo en que, desde 2012, trabajó como jardinero y controlador de plagas de un distrito escolar de la ciudad y ahora está aquejado de un linfoma no hodgkiniano (un cáncer en los linfocitos de la sangre) a consecuencia del cual, según sus médicos, le quedan pocos meses de vida.
La sentencia del Tribunal Superior de San Francisco, adoptada tras el voto unánime del jurado después de tres días de deliberaciones, considera acreditado que la empresa no advirtió debidamente de la peligrosidad del producto y que esta fue un factor "sustancial" causante de que contrajera la enfermedad. Johnson lo estuvo aplicando de forma cotidiana, a veces durante varias horas seguidas, y lo que aún agrava el asunto, lo rociaba alrededor de escuelas.
Se trata de la mayor derrota sufrida hasta ahora por Monsanto, un polémico gigante de los agroquímicos, controlador del mercado mundial de las semillas transgénicas y los pesticidas, que recientemente fue adquirido por la farmacéutica Bayer por la colosal cifra de 53.724 millones de euros. La multinacional alemana de la aspirina, que había anunciado su intención de suprimir una marca con una negativa imagen pública (pero no de dejar de lucrarse con sus productos), vio desplomarse el precio de sus acciones un 10%, hasta su nivel más bajo desde 2013, tras hacerse pública la resolución judicial californiana.
Más demandas por el Dicamba
Y podría no ser la última vía de agua en su casco. Solamente en los Estados Unidos, Monsanto se enfrenta a alrededor de 4.000 casos similares, y la sentencia de San Francisco podría espolear todavía a nuevos denunciantes. “La importancia de la sentencia va mucho más allá de mi caso”, expresó emocionado Johnson, y envía un "mensaje a Monsanto de que sus años de engaño con respecto al Roundup han terminado y que deberían poner la seguridad del consumidor por delante de las ganancias", añadió su abogado Brent Wisner.
En 2016, un Tribunal Internacional meramente simbólico pero formado por cinco jueces de gran prestigio ya falló en contra de Monsanto tras escuchar a una treintena de testimonios en un proceso desarrollado en La Haya (países Bajos). Se trató de una iniciativa ciudadana sin capacidad de imponer sanciones, inspirada en el Tribunal Russell, impulsado en los años 60 por el filósofo Bertrand Russell para juzgar crímenes de guerra. En su fallo, acusó a la compañía de vulnerar derechos humanos básicos y abogó por la instauración del delito de ecocidio en el derecho internacional.
El fallo hundió un 10% las acciones de Bayer, que compró la marca por 53.724 millones
Monsanto se ha especializado en fabricar agresivos productos contra hierbas o plagas que vende junto a semillas de cultivos manipuladas genéticamente para resistir sus efectos. El problema se plantea cuando sus pesticidas, arrastrados por el viento o transportados por otros vectores, caen sobre cultivos vecinos no tratados.
Es lo que ha sucedido en cientos de plantaciones del Medio Oeste norteamericano, donde el herbicida Dicamba de la multinacional, llamado popularmente 'el asesino de malezas', ha dañado gravemente miles de hectáreas de plantaciones en estados como Arkansas y Misuri, donde la empresa ha sido objeto de cientos de demandas y los gobiernos estatales adoptaron medidas como su prohibición temporal cautelar.
Por el contrario, la Unión Europea decidió a finales del año pasado prolongar la autorización del uso del glifosato, que expiraba el 15 de diciembre, por al menos cinco años más con el voto a favor de 18 países miembros, entre ellos España, 9 en contra y una abstención, pese a los 1,3 millones de firmas presentadas ante la Comisión europa por la campaña de la sociedad civil Stop Glyphosate, reunidas en apenas cinco meses, y las advertencias mayoritarias de los científicos. El Parlamento Europeo había pedido exactamente lo contrario, prohibirlo definitivamente en cinco años.
Scott Partridge, uno de los vicepresidentes de Monsanto, anunció el esperado recurso contra la decisión judicial de San Francisco. "Mostramos nuestra empatía con el señor Johnson y su familia, pero la decisión de hoy no cambia el hecho de que más de 800 estudios y conclusiones de la Agencia de Protección Ambiental de EE.UU., el Instituto Nacional de Salud de EE.UU. (NIH) y autoridades regulatorias en todo el mundo apoyan el hecho de que el glifosato no causa cáncer".
Sin embargo, el Roundup (nombre comercial del herbicida), que está registrado en 130 países y aprobado para su uso en más de 100 cultivos, fue considerado en 2015 por la Agencia Internacional de Investigación sobre el Cáncer (IARC) de la Organización Mundial de la Salud como "probablemente carcinógeno para los humanos", un dictamen científico que resultó clave para el resultado del juicio de San Francisco, un precedente que podría resultar letal para la compañía.