Los pangolines son posiblemente los mamíferos que más sufren el tráfico ilegal de especies: más de 100.000 ejemplares son capturados cada año. A pesar de ello, sus peculiares caras no inundan las redes sociales ni las portadas de los periódicos digitales y son muy pocos los que conocen a este inusual habitante de las zonas tropicales de África y Asia.
Se trata de uno de los animales más raros del mundo. De tamaño pequeño y de forma parecida a la de un oso hormiguero, lo que lo hace sin duda más especial es tratarse del único mamífero recubierto de escamas. Sus poderosas garras delanteras y su pegajosa y larga lengua, que mide tanto como su cuerpo, le permiten encontrar y devorar hasta 200.000 insectos al día, preferentemente hormigas y termitas. No tiene dientes, por lo que acumula piedras en su estómago para triturar la comida. Son básicamente nocturnos y solitarios y duermen durante el día en madrigueras o en troncos huecos.
Todas las especies del raro mamífero están en riesgo de extinción, según la UICN
Existen ocho especies de pangolines y todas están en riesgo de extinción, según la Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza (UICN). Cuatro son asiáticas y las otras cuatro africanas. La disminución de sus poblaciones se debe a la pérdida de su hábitat y, sobre todo, a la caza furtiva. Porque estos animales son particularmente sensibles a la sobrecaza, ya que tienen un período de gestación prolongado y las hembras suelen parir sólo una cría cada vez. Capturarlos es relativamente fácil, puesto que su principal defensa contra los depredadores es simplemente enroscarse como una bola ─adquiriendo una forma parecida a la de una alcachofa o una piña─. Y, además, raramente sobreviven en cautiverio: el estrés, la depresión y la malnutrición les causan una muerte temprana.
La demanda de pangolines no deja de crecer, principalmente en China, el mayor consumidor e importador de productos de este animal en el mundo, y también en Vietnam. En ambos países asiáticos la carne de pangolín es considerada un manjar y es un símbolo de estatus que no puede faltar en reuniones de alto nivel: en Vietnam, se llegan a pagar 400 o 500 dólares (350 a 440 euros) por ejemplar. Sus escamas, de queratina, son utilizadas para elaborar joyas, ropa y como supuestos remedios para enfermedades hepáticas y el cáncer en la medicina tradicional china. Además, la sangre del animal se seca y utiliza en pociones por sus no menos presuntas cualidades afrodisíacas.
Organizaciones criminales
Algunas especies de pangolín han perdido más del 50% de sus efectivos en los últimos años, según datos del Fondo Internacional para el Bienestar Animal (IFAW, por sus siglas en inglés). Al no quedar casi ejemplares en el sudeste asiático, la creciente demanda se está satisfaciendo con sus primos africanos. En los últimos años, según el IFAW, los decomisos de cargamentos con toneladas de escamas de pangolín provenientes de África y con destino al Asia oriental se han vuelto habituales.
Y ello sucede a pesar de que estos animales están protegidos por leyes nacionales de los países en los que viven. Además, todas las especies de pangolín están incluidas desde 1994 en el Apéndice II del CITES (Convención sobre el Comercio Internacional de Especies Amenazadas, en sus siglas en inglés) para protegerlas ante su explotación excesiva. Está prohibida la exportación de las cuatro especies asiáticas, si bien se permite con fines científicos. Para las cuatro especies africanas se permite la exportación pero con determinados permisos. No obstante, es muy complicado determinar qué especie está siendo comercializada al resultar casi imposible distinguir a simple vista a cual pertenecen trozos del cuerpo o escamas sueltas.
El tráfico ilegal de animales mueve entre 7.000 y 8.800 millones de euros al año
El tráfico ilegal de animales es una de las actividades más lucrativas del mundo, con un volumen de negocio anual de entre 8.000 y 10.000 millones de dólares (entre 7.000 y 8.800 millones de euros), según estimaciones de la ONG Traffic, en las que no se incluye el tráfico ilegal de pesca y la madera. Además del daño a los animales y al medio ambiente, este comercio ha propiciado el surgimiento de organizaciones criminales bien financiadas y equipadas, en muchos casos con mejores medios que los organismos policiales que deben hacerles frente.
Grupos conservacionistas estadounidenses están pidiendo mayor protección para el pangolín y mayor sensibilización sobre la problemática. A pesar de que la mayor demanda de productos de este animal viene de países asiáticos, también se comercializan en los Estados Unidos: cerca de 30.000 artículos fueron confiscados por las autoridades entre 2005 y 2014, si bien la cifra real de pangolines vivos o descuartizados que pasaron por el país norteamericano es bastante superior a lo que estas estadísticas pueden mostrar, tal y como señalan desde las organizaciones ecologistas, que ya han solicitado la protección de todas las especies de este mamífero en el país (ahora sólo hay una protegida por ley) y el fortalecimiento de las prohibiciones comerciales a nivel internacional. Para que el último pangolín no acabe en un plato o en una receta pseudomédica sin la menor base científica.