Las advertencias de los científicos sobre el deterioro de los océanos, que conlleva el agotamiento de las pesquerías, parecen haber calado en algunos gobiernos y en los últimos tiempos asistimos a un auge de la declaración de nuevas reservas marinas, el equivalente subacuático de los parques naturales. Las dos mayores zonas protegidas del planeta se han añadido de un año a esta parte a la superficie preservada de las actividades extractivas, pero aun así, el total apenas representa el 1% de la superficie de agua salada del planeta.
En junio del año pasado, el presidente norteamericano Barack Obama anunciaba en la Conferencia de los Océanos su intención de ampliar el área del llamado Monumento Nacional Marino de las Islas Remotas del Pacífico, que ya protegía desde 2009 una extensión de 225.300 kilómetros cuadrados de aguas entre Hawai y las islas Marianas, en el océano Pacífico.
La zona protegida de Pitcairn tiene una superficie como la de España e Italia juntas
El área de la reserva comprende las aguas que rodean siete islas y atolones controlados todavía por Estados Unidos: las islas Wake, Baker, Howland y Jarvis, los atolones de Johnston y Palmyra y el Kingman Reef. Con la ampliación, esta zona protegida tiene ahora una superficie de 1.057.761 kilómetros cuadrados. Se trata de la mayor del mundo en conjunto, aunque se encuentra dividida en diferentes espacios sin conexión física entre ellos.
Obama tomó la decisión por decreto en setiembre, para evitar el posible veto por parte de un Congreso dominado por los republicanos y poco proclive a la adopción de medidas medioambientales. La zona afectada, una de las más remotas y bien conservadas del planeta, está cerrada a la pesca y a la exploración de posibles yacimientos energéticos y también se prohíbe realizar en sus aguas cualquier clase de vertido.
Apenas medio año más tarde, el primer ministro británico, David Cameron, hacía pública la creación de la mayor reserva marina continua del mundo, situada también en el Pacífico, alrededor del archipiélago de Pitcairn, último territorio bajo soberanía de Londres en el más vasto de los océanos del planeta (el Monumento Nacional Marino de Estados Unidos tiene un área total mayor pero, como se ha dicho, es la suma de una serie de reservas inconexas).
En la nueva zona protegida, que ocupará 834.334 kilómetros cuadrados (unas tres veces la superficie de la Gran Bretaña, o como la de España e Italia juntas) quedarán igualmente prohibidas la pesca y cualquier actividad de sondeo en busca de yacimientos de petróleo o gas.
“Se trata de una de las últimas zonas prístinas del océano”, destaca el biólogo catalán Enric Sala, explorador de la National Geographic Society y uno de los mayores impulsores de su protección desde el programa Mares Prístinos de la entidad científica y conservacionista estadounidense, que dirige, y quien descubrió la riqueza biológica de estos fondos en una expedición en marzo de 2012.
La planta más profunda
Esta región del Pacífico es el ecosistema donde se desarrollan al menos 1.249 especies de mamíferos, aves, peces y otros organismos marinos, y es el hogar de la planta submarina descubierta capaz de vivir a mayor profundidad, un alga incrustante coralina que ha sido hallada a 382 metros bajo el nivel del mar.
La ONG Pew Charitable Trusts y la National Geographic Society, así como el Consejo (órgano legislativo) de las Pitcairn llevaban más de un año reclamando esta medida conservacionista para salvar un entorno que atesora uno de los dos atolones de coral elevados que quedan en el planeta, así como el arrecife más profundo conocido. La Sociedad Real para la Protección de las Aves, la Fundación Blue Marine, Greenpeace del Reino Unido, la Sociedad de Conservación Marina, la Sociedad Zoológica de Londres y el Comité de Auditoría Ambiental del Parlamento secundaban la petición.
Las Pitcairn, uno de los lugares más remotos de la Tierra, son un archipiélago de cuatro islas situadas a mitad de camino entre la Polinesia y la isla de Pascua, de las que sólo una está habitada, la que le da nombre, y por tan solo 54 personas, famoso por haber acogido a parte de los marinos fugitivos tras el famoso Motin de la Bounty, que tuvo lugar el 28 de abril de 1789 y ha sido representado en numerosas ocasiones en la literatura, la música y el cine.
Los actuales habitantes son los descendientes de aquellos amotinados contra la autoridad del capitán del buque británico y de las mujeres tahitianas que trajeron consigo. Ellos fueron sus primeros colonizadores en siglos, cuando buscaban un lugar donde jamás pudiera encontrarles la Royal Navy (la pena por amotinamiento era la muerte). Una anterior población de origen polinesio se había extinguido.
La vigilancia del nuevo espacio protegido se realizará a través de la tecnología más moderna y desde la Gran Bretaña, a miles de kilómetros de distancia. La Fundación Bertarelli se ha comprometido durante cinco años a llevar a cabo un seguimiento por satélite de las vastas superficies oceánicas de la reserva capaz de detectar la actividad de pesca ilegal en tiempo real.
La ONU insta a proteger el 10% de las aguas para 2020. Actualmente solo lo está el 1%
En abril de 2010, Londres ya había creado la anterior reserva marina continua más extensa del planeta, la del archipiélago de Chagos, un grupo de atolones dispersos en el océano Índico, un territorio del que sus habitantes fueron forzados a marcharse en los años 60 para convertir la isla principal, Diego García, en una base militar estadounidense.
Además de proteger los fondos marinos y la biodiversidad que atesoran, las reservas marinas contribuyen a la regeneración de las áreas adyacentes, en las que sí se permite pescar, y a las que llegan peces nacidos en las zonas preservadas que las recolonizan y también huevos y larvas arrastrados por las corrientes.
En España hay una veintena de pequeñas reservas marinas, situadas en aguas mediterráneas, cantábricas o de Canarias (donde hay tres). En total, cubren 153.018 hectáreas, poco más del 1,03% de las aguas de soberanía española, que el Gobierno se comprometió el año pasado a ampliar hasta el 8%. En contraste, la superficie terrestre protegida en el país es de siete millones de hectáreas, el 12,9% del territorio.
Pero pese al auge de los últimos años de este movimiento internacional que trata de preservar millones de metros cuadrados de fondos marinos (6,5 millones hasta el momento), sólo está protegido alrededor del 1,6% de los océanos del mundo, frente al 12,7% de la superficie terrestre, recuerda la National Geographic Society.
El Convenio sobre la Diversidad Biológica de las Naciones Unidas insta a la los estados miembros a declarar zonas protegidas el 10% de sus aguas marinas para 2020. Y organizaciones como Greenpeace reclaman una red mundial que proteja hasta el 40% de nuestros mares. Falta mucho para eso, aunque ahora algo menos.
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