A finales de año expira el plazo estipulado para el cumplimiento de los Objetivos de Desarrollo del Milenio (ODM), las ocho metas consensuadas hace 15 años por los estados miembros de las Naciones Unidas con la teórica intención de conseguir un mundo mejor.
Tres lustros más tarde, ninguno de esos retos se ha alcanzado plenamente, aunque sí se han conseguido logros significativos en algunos terrenos, como la reducción a la mitad del número de personas que viven en la pobreza extrema –con menos de 1,25 dólares al día–, que impulsan los nuevos Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS).
Después de dos años de tensas negociaciones, a principios del pasado agosto se dio a conocer el nuevo acuerdo, con 17 objetivos y 169 metas que deberá ser ratificado entre el 25 y el 27 de septiembre por los países miembros de la ONU en Nueva York.
Los objetivos, en cuya definición también ha participado la sociedad civil, buscan acabar definitivamente en otros 15 años con la pobreza extrema, luchar contra la desigualdad y la injusticia y salvaguardar el medio ambiente.
En concreto, la comunidad internacional se compromete a acabar con todas las formas de desnutrición, reducir la tasa de mortalidad materna a menos de 70 casos por cada 100.000 nacimientos, poner fin a la discriminación y la violencia contra las mujeres, conseguir que toda la población mundial tenga acceso al agua potable, a la educación y a la energía y luchar contra el cambio climático.
El nuevo acuerdo, con 17 nuevos retos, será ratificado a finales de septiembre
"Esta es la Agenda del Pueblo, un plan de acción para acabar con la pobreza en todas sus dimensiones, de manera irreversible, en todas partes y sin dejar a nadie atrás. Se trata de garantizar la paz y la prosperidad y forjar alianzas con la gente y el planeta. Los integrados, interrelacionados e indivisibles 17 Objetivos de Desarrollo Sostenible son las metas de la gente y demuestran la escala, la universalidad y la ambición de esta nueva agenda", afirmó el secretario general de la ONU, Ban Ki-moon al anunciar el nuevo plan.
Con la aplicación del ambicioso acuerdo, los líderes internacionales firmantes dicen pretender “liberar a la raza humana de la tiranía de la pobreza y sanar y asegurar nuestro planeta". "Estamos decididos a tomar las medidas audaces y transformadoras que se necesitan con urgencia para cambiar el mundo hacia un camino sostenible y resiliente. Prometemos que nadie se quedará atrás en este viaje colectivo”, puede leerse en el preámbulo del documento La transformación de nuestro mundo: la Agenda para el Desarrollo Sostenible al 2030.
Pero el viaje con destino a un mundo mejor tiene un precio. En la III Conferencia Internacional sobre Financiación del Desarrollo, celebrada en Addis Abeba (Etiopía) a mediados de julio, se llegó a un “acuerdo histórico” para generar los recursos que garanticen la Agenda de Desarrollo Post2015, según la ONU.
Los 193 estados miembros del organismo elaboraron un documento con más de 100 medidas concretas que incluyen la colaboración público-privada y la mejora de los sistemas de recaudación nacionales. No obstante, los países desarrollados, liderados por Estados Unidos y el Reino Unido, impidieron la creación de un organismo tributario intergubernamental, cuya creación es imprescindible para luchar contra el fraude fiscal y para dar voz a los países más pobres que no la tienen en la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE).
Escasez de agua
¿Es el mundo mejor hoy que hace 15 años? Desde las Naciones Unidas se defiende que el acuerdo sobre los ODM marcó un punto de inflexión en la lucha contra la pobreza. Sin embargo, las desigualdades persisten y la brecha es incluso hoy más grande entre ricos y pobres. También en los países desarrollados, donde la clase media ha mermado desde el estallido de la crisis económica en 2008.
Según los datos de Caritas Europa, uno de cada cuatro habitantes está en riesgo de pobreza o exclusión social en siete países de la Unión Europea (Italia, Portugal, España, Grecia, Irlanda, Rumanía y Chipre) y uno de cada tres niños es pobre en 14 de los 28 países miembros de la UE.
No obstante, a pesar de que en los últimos años las políticas de austeridad han reducido drásticamente la cuantía de los fondos dedicados al desarrollo y a la ayuda humanitaria, el porcentaje de personas que viven en la pobreza absoluta se ha reducido a la mitad desde 1990: ha pasado de 1.900 a 836 millones.
En 2011, casi el 60% de los terrícolas más pobres vivía en sólo cinco países
África subsahariana, donde el 40% de la población vive con menos de 1,25 dólares diarios, y Asia meridional, acogen a casi el 80% de las personas más pobres del mundo, una población a la que se podría alimentar solamente con la comida desperdiciada en los países desarrollados. En 2011, casi el 60% de los terrícolas más pobres vivía en sólo cinco países: India, Nigeria, China, Bangladesh y la República Democrática del Congo.
A pesar de que la proporción de personas sin acceso al agua potable también ha disminuido a la mitad, la escasez de este vital recurso afecta al 40% de los habitantes del planeta, y la cifra total aumentará como consecuencia de los efectos del cambio climático, que se ceban con los más pobres entre los pobres.
Porque la destrucción del planeta ha ido in crescendo en las últimas décadas con la devastación de irremplazables ecosistemas y el aumento imparable de las emisiones de dióxido de carbono a nivel mundial –se han incrementado más de un 50% desde 1990–. La ONU espera que el consenso alcanzado con los ODS sirva también para lograr un ambicioso tratado vinculante en la Conferencia sobre el Cambio Climático que se celebrará en París a finales de año.
Una nueva oportunidad
Las mujeres todavía siguen luchando por sus derechos, en una travesía llena de baches: la paridad de género en la escuela primaria ya se ha conseguido en la mayoría de los países, hay más féminas con representación parlamentaria en casi el 90% de los 174 países que disponen de datos de los 20 últimos años y las mujeres constituyen el 41% de los trabajadores remunerados en sectores no agrícolas.
Pero, en la otra cara de la moneda, las mujeres siguen encontrándose con dificultades para entrar en el mercado laboral, ganan un 24% menos que los hombres por realizar el mismo trabajo y tienen más probabilidades de vivir en la pobreza que ellos, y de sufrir violencia y discriminación. Además, millones de madres siguen muriendo durante el parto, sobre todo en los países en desarrollo, a pesar de que la mortalidad materna ha descendido en todo el mundo.
En lo que respecta a la mortalidad infantil, la de niños menores de cinco años, ha disminuido de 90 a 43 muertes por cada 1.000 niños nacidos vivos desde 1990. Una de las causas de la bajada es la vacunación contra el sarampión, que ha evitado cerca de 15 millones de muertes entre 2000 y 2013. Sin embargo, todavía mueren cada día 16.000 niños de estas edades, la mayoría por enfermedades prevenibles.
Las mujeres luchan por sus derechos, en una travesía llena de baches
Los avances son también significativos en el combate contra enfermedades como el síndrome de inmunodeficiencia adquirida (transmitido por el virus VIH), la malaria (o paludismo) y la tuberculosis. Las nuevas infecciones por el VIH han disminuido casi un 40% entre 2000 y 2013, de un estimado de 3,5 millones de casos a 2,1 millones. Y, en junio de 2014, en todo el mundo, 13,6 millones de las personas que vivían con la enfermedad recibían la efectiva terapia antirretroviral (TAR), frente a las 800.000 que la recibían en 2003.
Asimismo, se han evitado más de 6,2 millones de muertes por paludismo entre 2000 y 2015, principalmente de niños menores de cinco años y en África subsahariana. La ONU también estima que entre 2000 y 2013 se salvaron 37 millones de vidas mediante intervenciones de prevención, diagnóstico y tratamiento de la tuberculosis.
A pesar de las positivas cifras presentadas por el organismo internacional sobre las mejoras logradas en los últimos 15 años en el marco de los Objetivos de Desarrollo del Milenio, lo cierto es que no se han satisfecho las ambiciosas expectativas creadas y, además, los progresos han ido acompañados del aumento de las desigualdades. En los próximos meses, los líderes mundiales tendrán otra oportunidad al decidir el porvenir de nuestro débil planeta, el futuro de todos y todas, en el que podemos y debemos involucrarnos.