El billete sencillo más barato de metro de Madrid cuesta 1,50 euros. El de Barcelona 2,15. En París, sale por 1,70. En Nueva York son 2,50 dólares (2,23 euros). ¿Y en Pekín? Se puede viajar pagando con botellas de plástico vacías.
En 2012 empezaron a funcionar en las estaciones de la red de metro de la capital china las primeras 10 máquinas, que el año pasado se incrementaron hasta 34 y que está previsto que lleguen a las 100, en las que los pasajeros pueden depositar los envases de tereftalato de polietileno (PET) para su reciclado, y a cambio reciben de la misma terminal crédito en sus tarjetas de abono al transporte público.
En concreto, los viajeros reciben entre 5 y 10 céntimos de yuan, respectivamente, (alrededor de un céntimo de euro), por cada botella que introducen en la máquina (el precio del billete sencillo es de 25 yuanes), puesto que la máquina dispone de sensores que identifican el tamaño y calidad del envase y los abonan según diversas categorías. El crédito se puede destinar al transporte público o a adquirir tiempo de llamada para los teléfonos móviles.
Una iniciativa similar canjea en Sidney tickets para comida y entradas para fiestas
Las máquinas, colocadas por el gobierno pekinés y gestionadas por la empresa de reciclaje Incom, aplastan las botellas hasta que las reducen a un tercio de su tamaño original y después las clasifican según su tipo y color en un proceso que dura apenas unos 20 segundos, que es el tiempo que el usuario debe esperar antes de cobrar. "Son tan fáciles de usar como un cajero automático", afirma un portavoz de Incom, una compañía que procesa 50.000 toneladas de botellas de PET al año.
El metro de Pekín es el servicio de ferrocarril urbano más extenso del mundo, con más de 442 kilómetros de recorrido en sus 17 líneas, en las que se alinean 232 estaciones por las que pasan 8,5 millones de personas al día. Así que cabe esperar que se convierta en un eficaz agente de promoción del reciclaje.
Sin embargo, la tasa de recuperación de botellas de PET en esta urbe de más de 20 millones de habitantes que no se caracteriza por su sensibilidad ambiental (es famosa por sus elevados niveles de polución atmosférica) es de las más altas del planeta, de más del 90% incluso antes de la instalación de las máquinas en el metro.
Ello se debe al enorme ejército de recolectores informales que recorre las calles de la ciudad, y de las del resto del país, la mayoría en carros o bicicletas, y se dedican a recoger envases vacíos con cuya reventa complementar sus escasos ingresos. Se cree que en toda China se dedican a la recogida callejera de residuos de 500.000 a 20 millones de personas, según distintas estimaciones. El número exacto es imposible de calcular. De ellos obtienen Incom y el resto de empresas del sector la inmensa mayor parte del plástico que se recicla.
3.000 terminales
Las máquinas del metro le sirven a Incom también para recaudar dinero en concepto de subsidios gubernamentales y por la venta de publicidad de las máquinas. Las autoridades esperan extender este sistema por toda la ciudad con una red de 3.000 máquinas que se ubicarán en escuelas, zonas residenciales, paradas de autobuses y centros comerciales.
Un sistema similar funciona desde hace varios años en Sidney (Australia), donde los usuarios del metro que depositan botellas o latas de refrescos vacías en unos contenedores especiales de la red Envirobank reciben a cambio tickets para la compra de productos de alimentación, entradas para la popular fiesta ciudadana de Año Nuevo o billetes de transporte público.
Las botellas de plástico vacías también pueden canjearse por un seguro de viaje. La compañía de transporte de viajeros en autobús Cruz del Sur, que cubre desde hace más de medio siglo decenas de rutas que conectan las principales ciudades peruanas, ofrece este novedoso servicio a sus pasajeros desde finales del año pasado, cuando Lima, la capital del país, acogió la penúltima Cumbre del Clima (COP20), preparatoria de la de París de este año, de la que debería surgir el acuerdo internacional que sustituya al Protocolo de Kioto.
Una compañía de autobuses de Perú ofrece un seguro por cinco unidades
El seguro de viaje, ofertado en colaboración con la aseguradora Mapfre y Viaje Assist, brinda cobertura en caso de gastos de curación por accidente, traslado médico, enfermedad durante el trayecto o muerte accidental, además de una posible asistencia legal. La duración de la misma es de 10 días a contar desde el momento en que el pasajero sube al vehículo de la empresa para emprender viaje, siempre dentro de territorio nacional.
Para conseguirlo, el viajero sólo debe depositar cinco botellas de plástico vacías en un contenedor con forma de botella situado frente a la ventanilla del empleado que le gestionará el seguro, en una iniciativa que intenta sensibilizar respecto a la importancia del hábito del reciclaje, todavía muy poco extendido entre los peruanos.
El servicio se puso en marcha el pasado 1 de noviembre en un módulo de atención al cliente ubicado en la terminal principal de Cruz del Sur en la capital peruana, pero el objetivo es extender la red de puntos de recogida de botellas a todas las terminales de autobuses de las ciudades a donde lleguen los servicios de la empresa, así como a supermercados, autoservicios y otros tipos de comercios.
José Rodríguez Arnáiz, directivo de Viaje Assist, explicó que “con esta iniciativa, queremos captar la atención del público y promover la importancia de reciclar los envases, obteniendo a cambio el valor de un seguro de viaje como el que ofrecen las líneas aéreas para volar al extranjero”.