La obesidad infantil se está convirtiendo en una grave y peligrosa pandemia en las sociedades ricas (y también en algunas en vías de desarrollo). Un reciente estudio ha puesto de manifiesto la magnitud del problema en nuestro país: nada menos que el 95,9% de los niños españoles de hasta tres años ingieren un exceso de proteínas en su alimentación diaria. En algunos casos, hasta cuatro vecesla ingesta recomendada por los especialistas.
El estudio Alsalma 2.0, acrónimo de Alimentando la Salud del Mañana, y realizado con la ayuda de 186 pediatras, trabajó sobre una muestra total de 1.701 niños, de los que se consideraron evaluables los resultados de 1.559. De ellos, 183 tenían hasta seis meses, 186 entre siete y 12 meses, 690 entre 13 y 24 meses, y 642 entre dos y tres años. Sus madres tuvieron que llevar durante varias semanas un diario anotando todo lo que les daban de comer.
La obesidad infantil es una grave pandemia en las sociedades de los países ricos
Se analizó la composición en energía, proteínas, lípidos, hidratos de carbono, fibra, minerales, vitaminas, colesterol, ácidos grasos y aminoácidos (hasta un total de unos 140 componentes distintos) de más de 700 alimentos habituales. Un primer estudio piloto, Alsalma 1.0, había identificado un exceso de proteínas en la dieta del 92% de los menores de tres años analizados. En el segundo análisis, el porcentaje se elevó hasta el 95,9%, siendo los niños catalanes los que más grasas (monoinsaturadas, poliinsaturadas y colesterol), ingieren.
Porque las proteínas de origen animal (procedentes en su mayor parte de la leche de vaca y la carne) suponen el mayor aporte calórico en la dieta de nuestros pequeños. Y el estudio ha comprobado que un aumento de un 1% en la ingesta de proteínas supone un aumento de 0,029 kg/m2 de su Índice de Masa Corporal.
Contribuye a ello, sin duda, la falta de ejercicio y la adopción de hábitos sedentarios. Así, un 6,1% de los menores estudiados registraba sobrepeso, y un 1,5% obesidad, que se registraban con mayor incidencia entre los niños que entre las niñas.
Entre los menores de seis meses, el alimento más consumido era la leche y sus derivados, que suponían un 82,3% del total, seguidos de cereales y azúcares (6,7%). En el grupo entre siete y 12 meses, los lácteos suponían el 32% de la dieta, cereales y azúcares un 20,6%, seguidos de las frutas (14,3%), verduras (13,7%) y carne, pescado y huevos (9,3%). De 13 a 24 meses, la leche bajaba al 26,5%; carne pescado y huevos subían hasta el 13,3% y caían frutas (12,3%) y verduras (9,4%).
En el grupo de 25 a 36 meses, cereales y azúcares pasaban a la primera posición (24,6%), seguidos de leche y derivados (23,4%), carne, pescado y huevos (14,6%), frutas (11,3%) y verduras (relegadas a un pobre 7,7%).
Dieta mediterránea
"Hemos constatado que el sobrepeso se inicia en edades muy tempranas. Los obesos no se hacen a los cinco o a los ocho años, los estamos empezando a hacer desde edades muy tempranas y esto es un factor importante a tener en cuenta", explica Vicente Varea, de la Sección de Gastroenterología, Hepatología y Nutrición del Hospital Sant Joan de Déu de Barcelona, uno de los coordinadores del estudio, durante la presentación de los resultados.
Además de estudiar la composición de la dieta de los pequeños, el estudio tenía como objetivos identificar los riesgos nutricionales de esta población; la relación, ya mencionada entre su consumo de nutrientes y su IMC, y la adecuación de su alimentación a la dieta mediterránea.
Tienen una cantidad insuficiente de yodo y vitamina D en su organismo
Los investigadores comprobaron que en un 0,6% de los niños estudiados se verificaba un “poco cumplimiento” de la misma. En un 29,3%, de cumplimiento “mediano”, y que el seguimiento de la dieta mediterránea era bueno en un 70,1% de los casos. Pero, a la vez, que hasta un 90% de los niños acudía a un establecimiento de comida rápida al menos una vez por semana.
El excesivo consumo de proteínas llega a cuadruplicar las cifras fijadas por las Recommended Dietary Allowance (RDA o RDI), cantidades diarias recomendadas por los organismos de salud europeos o norteamericanos, que se definen como los niveles de ingesta que, basándose en los conocimientos científicos, son adecuados para alcanzar las necesidades de todas las personas sanas.
Asimismo, las deficiencias en la dieta de los pequeños se traducen en una cantidad insuficiente de yodo y vitamina D en su organismo, mientras que acumulan un exceso de vitamina A y de sodio, señalan los autores del estudio, llevado a cabo por Danone Nutricia. "Un exceso de sodio en niños muy pequeños, a la larga, puede favorecer la hipertensión arterial. Y el exceso de vitamina A también podría ocasionar trastornos relacionados con el desarrollo neurológico de niños pequeños", advirtió Imma Clarà, del Centro de Asistencia Primaria Centre, de Sabadell (Barcelona).