El atún rojo del Atlántico (Thunnus thynnus), que también vive en el Mediterráneo y que puede llegar a alcanzar los cuatro metros y 900 kilos de peso, además de nadar a 80 kilómetros por hora, está declarado desde 2009 especie en peligro de extinción. Su pesca comercial es una de las más lucrativas del mundo (la suya es la carne predilecta para la elaboración del sushi y el sashimi en Japón, donde se han llegado a pagar hasta 125.000 euros por un buen ejemplar).
Denuncian que hay un mercado negro por valor de 2.900 millones de euros
La Comisión Internacional de Conservación de los Atunes Atlánticos (ICCAT), encargada de la gestión sostenible de una treintena de especies de túnidos, afirmó en octubre de 2009 que las poblaciones del atún rojo habían caído en un 72% en la costa atlántica oriental y un 82% en la costa occidental como consecuencia de la sobrepesca.
En 2006, el ICCAT adoptó un plan de recuperación de la especie en el Atlántico oriental y el Mediterráneo mediante la reducción de cuotas de capturas (de 32.000 toneladas en 2007 a 12.900 en 2012), más estrictas medidas de ordenación y control y restricciones a la pesca (el peso mínimo para la captura debía ser de 30 kilos). También se prohibió seguir a los bancos con avionetas. Actualmente, la cuota autorizada es de 13.400 toneladas.
Sin embargo, un informe del Consorcio Internacional de Periodistas de Investigación (ICIJ) alertó de la existencia de un mercado negro por valor de 4.000 millones de dólares (unos 2.900 millones de euros). Se cree que las capturas anuales siguieron siendo de entre 50.000 y 60.000 toneladas. Y, pese a ello, a finales de 2012, el comité científico del ICCAT confirmaba una cierta y sorprendente recuperación de la especie.
Más de 100 kilos
La pesca deportiva del atún rojo en el Mediterráneo también quedó prohibida. Sólo se autoriza con licencias especiales y devolviendo siempre al animal vivo al mar. Y esto es precisamente lo que se llevó a cabo el 31 de mayo y 1 de junio desde el puerto de Garraf (Barcelona), y se continuará los días 30 y 31 de agosto desde el de Llançà (Girona).
Cada uno de los pescadores inscritos en la Great Tuna Race –iniciativa impulsada por la Asociación Catalana de Pesca Responsable (ACPR)–, intenta capturar dos ejemplares de más de 100 kilos, a los que biólogos del Fondo Mundial para la Protección de la Naturaleza (WWF) colocan dispositivos en sus aletas dorsales que permitirán el seguimiento de sus desplazamientos durante un año.
Colocarán dispositivos en las aletas de los peces para seguir sus desplazamientos
Los animales son devueltos de inmediato al mar para tratar de evitarles al máximo el estrés provocado por la captura. Con los datos recogidos se espera mejorar el conocimiento sobre el comportamiento de estos peces, lo que permitiría afinar las medidas destinadas a protegerlos.
Los pescadores participantes –se han registrado 21 embarcaciones– son todos ellos especialistas en la pesca de altura o al brumeo (técnica que permite capturar mediante caña animales de más de 100 kilos de peso) y competirán posteriormente para ver qué atún de los capturados llega a desplazarse a mayor distancia.
La Great Tuna Race se inspira en la Great Marlin Race que se organiza desde 2009 en las islas Hawai (Estados Unidos) para marcar ejemplares que permitan conocer las migraciones del marlín azul del Pacífico (Makaira mazara), el mayor pez espada del mundo, cuyas hembras llegan a alcanzar los cinco metros de longitud y los 900 kilos de peso y son una de las capturas más cotizadas en el mundo de la pesca deportiva.