La pequeña localidad argentina de Monte Maíz, de unos 8.500 habitantes, situada en plena pampa a unos 280 kilómetros al sureste de Córdoba y a 480 de Buenos Aires, presenta unos indicadores de salud aterradores. Quintuplica la media mundial de casos de cáncer y la de abortos espontáneos, y sus vecinos sufren un 25% más de enfermedades respiratorias, como el asma, asegura la Red de Médicos de Pueblos Fumigados. Las dolencias oncológicas, especialmente el cáncer de pulmón, son la primera causa de muerte, con cerca del 40% de los decesos de los últimos años. En 2014 se detectaron 35 nuevos casos.
Por si ello fuera poco, “la población también registra el doble de casos de diabetes tipo II y de hipotiroidismo que las estadísticas medias, y casi tres veces más frecuencia de colagenopatías (enfermedades inflamatorias del tipo autoinmune)”, desveló el portavoz de la red, el pediatra Medardo Ávila.
Los tumores, especialmente de pulmón, son la causa del 40% de las muertes
Los residentes en este próspero pueblo de urbanismo rectilíneo, dibujado con cartabón, con calles rectas y paralelas que delimitan manzanas cuadradas, y rodeado por un mar de cultivos de cereal llevaban muchos años alarmados por la elevada incidencia de tumores y otras patologías. Ya en 2007, y a instancias del municipio y organizaciones locales, 75 vecinos recogieron datos al respecto casa por casa. Los resultados fueron alarmantes, pero el esfuerzo no sirvió de gran cosa.
“Nos quedamos ahí con todos esos datos, sin poder tabularlos, pero ya sabíamos, por ejemplo, que hubo 15 casos de lupus en una población de ocho mil habitantes", rememora Sergio Linares, de la Red de Prevención Ambiental y por la Salud de Monte Maíz, quien descubrió que tenía hasta tres clases distintas de productos agroquímicos en la sangre. Y que una mujer presentaba nada menos que 10.
El pasado mes de octubre, un grupo de unos 70 médicos y estudiantes de medicina y otras disciplinas de la Universidad Nacional de Córdoba y la Universidad Nacional de La Plata retomaron la tarea. Los resultados de su investigación, en el transcurso de la cual se recabó durante cinco días información sanitaria del 62% de los habitantes de Monte Maíz, resultan demoledores.
“En nuestra exploración sobresalen algunas enfermedades que superan las frecuencias conocidas en poblaciones de referencia; enfermedades a las que es inevitable vincular con niveles elevados de contaminación con agroquímicos detectados en el entorno de la localidad”, señala el informe final, que halló casos de cáncer en 147 de las 159 manzanas del pueblo.
“Monte Maíz muestra un aumento de afecciones graves como neumopatías, cáncer, abortos, malformaciones congénitas, hipotiroidismo y colagenopatías para las que existen fuertes indicios de que se desencadenan y/o acentúan en el contexto de intensa contaminación con plaguicidas que refiere este estudio ambiental”, concluye. La mayoría de estas enfermedades presenta prevalencias muy superiores a la media argentina e incluso a la de la provincia.
630.000 litros al año
En el entorno de Monte Maíz se cultivan 65.000 hectáreas, principalmente de maíz, girasol, lino, mijo, soja, sorgo y trigo, que se rocían con 630.000 litros de pesticidas al año, en muchas ocasiones “a escasos metros de las viviendas del pueblo”. En esta zona se registra “la ausencia absoluta de bosque nativo; un deficiente proceso de tratamiento de residuos sólidos urbanos; una línea de empresas cerealeras y grandes acopios de granos en zona central que despide de los silos cascarillas de granos cargadas de glifosato y clorpirifós”.
Los plaguicidas están presentes por todo el pueblo. “En el interior del radio urbano se detectaron 22 galpones y hangares de máquinas de pulverizar y alta concentración de pesticidas en el suelo del pueblo. El enorme volumen de pesticidas que se utilizan en la región es almacenado, manipulado y circula en el interior del pueblo, lo que ha quedado acreditado en el 100% de las muestras, las cuales presentan glifosato, clorpirifós y cipermetrina”, indican los autores de la investigación.
Las muestras recogidas se analizaron en los laboratorios de la Universidad Nacional de La Plata, mientras la Universidad Nacional de Córdoba, a la que pertenecen buena parte de los autores del trabajo de campo, se aprestó a desvincularse oficialmente de las informaciones que apuntan a los pesticidas como la causa de la prevalencia de las enfermedades.
La escuela de Medicina señaló por medio de una nota que “las consideraciones sobre los resultados que tomaron estado público no son avaladas por esta facultad”, aunque se comprometió a “profundizar el análisis de los mismos” y “verificar los procedimientos realizados en la comunidad de Monte Maíz”.
El glifosato ha sido clasificado como probable carcinógeno por expertos de la OMS
Las patologías que se ceban en esta localidad que vive de la agricultura y la industria metalúrgica, y cuyos habitantes, según constató el estudio, presentan un “alto nivel de escolaridad, baja desocupación y buena cobertura social” podrían guardar pues relación con el uso de agroquímicos, de entre los que el más utilizado en la zona es el glifosato, el herbicida más vendido en el mundo, comercializado desde 1974 por el gigante de la biotecnología agrícola Monsanto mediante la marca Roundup.
Precisamente, la presentación formal de los resultados del estudio de Monte Maíz tuvo lugar pocos días después de que se conociera que un equipo de expertos vinculados a la Organización Mundial de la Salud (OMS) había incluido este herbicida en una lista de “probables carcinógenos” para el ser humano ante las protestas de la multinacional.
"Nos preguntamos ¿hay evidencia de que el glifosato causa cáncer?, y la respuesta es 'probablemente'", explicó el coordinador del grupo de científicos que confeccionó la lista, Aaron Blair, de la Agencia Internacional para la Investigación sobre el Cáncer (IARC, en sus siglas en inglés), dependiente de la OMS.
La lista del IARC, sin carácter oficial ni vinculante, incluye 980 sustancias y productos clasificados en cinco distintos niveles de peligrosidad. El glifosato ya tiene una plaza en el segundo más alto, el 2A, de elementos “probablemente carcinogénicos para los humanos”, junto a insecticidas como el malatión y el diazinón.