En junio de 2009, la cadena de supermercados Carrefour se atrevía por primera vez a cobrar a sus clientes 10 céntimos de euro por cada bolsa de plástico. Siete meses después, y tras las críticas de los usuarios, la empresa rectificaba y volvía a regalarlas. No fue hasta 2011 cuando Mercadona retomó la iniciativa y la gran mayoría de tiendas de alimentación la secundaron.
Empieza a ser cada vez más habitual ver a gente entrar en el súper con su propia bolsa de la compra reutilizable, con cestos o con carritos. Aquella medida que al principio suscitó un rechazo generalizado ha logrado inducir un cambio en la conducta de los consumidores. Un cambio que, además de favorecer a las grandes cadenas por el ahorro que les supone dejar de regalar las bolsas de plástico de un solo uso –que Juan Roig, el presidente de Mercadona, estimó en 600 millones de euros para todo el sector de la distribución–, representa un pequeño alivio para el medio ambiente.
La idea del negocio bebe del 'pre-cycling': producir el mínimo de desechos posible
Si la buena noticia es que el plástico está desapareciendo de las cajas de los súper, la mala es que este material difícilmente reciclable, al que nos hemos hecho adictos y que inunda nuestros mares y océanos sigue estando presente, y de una manera apabullante, en las estanterías de las grandes superficies. Con él se envuelven y empaquetan todo tipo de alimentos, preparados o no, desde bollería a carnes, frutas, pescados, quesos o embutidos, y se hacen los recipientes de bebidas, productos de limpieza y cosméticos.
¿Hay alternativas a un escenario como éste que no pongan en peligro la rentabilidad del negocio? En Alemania creen que sí y por eso el 5 de julio abriró sus puertas en Berlín Original Unverpackt (Original no envasado), un supermercado que ofertará y despachará sus productos sin envases de un único uso.
Yogures en vasos de cristal, legumbres y cereales que se extraen en las cantidades deseadas de contenedores verticales y se depositan en tarros o recipientes de latón, detergentes a granel, frutas y verduras a peso y, así, hasta 600 productos que se venderán sin que ningún plástico, cartón o Tetra Brik los contenga o los envuelva.
En el primer Original Unverpack habrá alimentos orgánicos, pero también convencionales, cosméticos y productos de limpieza. La mayoría los suministrarán proveedores locales, para reducir en gastos de transporte y contaminación. Sanidad, por supuesto, ha supervisado que se cumplan los criterios de seguridad alimentaria para autorizar a abrir al centro.
Elegir tu basura
Milena Glimbovsky y Sara Wolf, de 23 y 30 años respectivamente, son las impulsoras de esta start-up que bebe de la filosofía del pre-cycling, es decir, producir el mínimo de basura posible. Alemania genera cada año 16 millones de toneladas de residuos en envases. “Intentamos evitar crear basura en toda la cadena de producción y suministro”, escriben en su web. “De esta forma se ahorra en recursos como el agua y el petróleo, que son necesarios para la producción”, argumentan.
Su propuesta consiste en que los clientes traigan desde sus casas sus propios recipientes, aunque también podrán tomar prestados los que les ofrecerá la tienda, o comprarlos, y dispondrán de bolsas de papel reciclado para algunas mercancías. “Queremos que nuestros clientes puedan no sólo elegir la comida que compran, sino la basura que generan”, apuntan las dos emprendedoras, que han trabajado durante dos años para poner en marcha un “supermercado moderno y sostenible”.
El establecimiento inaugurado hace pocos días se encuentra en el animado y vibrante distrito de Friedrichshain-Kreuzberg y quiere alejarse por completo de la imagen más rústica y austera de las cooperativas de consumo, con quienes comparte la práctica de la venta a granel. “El consumo sostenible debe ser algo sexy”, sostienen Wolf y Glimbovski.
Alemania genera cada año 16 millones de toneladas de residuos en envases
El proyecto ha sido recibido por los berlineses y berlinesas con entusiasmo. Lanzado a través de la plataforma de microfinanciación Startnext sobrepasó en los primeros tres días de campaña el mínimo de recursos que se habían fijado como objetivo: 20.000 euros. La idea ha recaudado casi 109.000, cinco veces más.
No es la primera vez que se ensaya un modelo de comercio libre de envases. Londres acogió en 2007 el primer supermercado comprometido con utilizar el menor número posible de bolsas y envoltorios. Se llamaba Unpackaged y, aunque contó con la bendición de los medios y sirvió de inspiración a muchos residentes de la metrópolis británica, no logró salir adelante.
En Austin, Estados Unidos, una pequeña tienda de ultramarinos bautizada con el nombre de In.gredients también ha renunciado a vender productos empaquetados. Según sus dueños, el negocio marcha bien. Han recibido más del doble de clientes de los que esperaban. El único problema es la cantidad de bienes que adquieren, que no llega a la mitad de lo que habían previsto. En Italia y España, la cadena Goccia Verde comercializa productos de limpieza ecológicos a granel.
En Alemania, Original Unverpackt se une a la tendencia iniciada por tiendas como Biosphäre, que desde el estudiantil y mestizo barrio de Neukölln ofrece cereales, harina o polvo para la lavadora al peso. Más al norte, en la ciudad de Kiel, existe otro supermercado llamado Unverpackt. No es extraño que un grupo de emprendedores haya creado ya Unverpackt Einkaufen, una empresa especializada en los contenedores que estas tiendas necesitan para vender sus productos sin envases.