El visón europeo (Mustela lutreola) no suele ocupar titulares como el lince o el lobo pero también está en la cuerda floja: el mustélido es el carnívoro más amenazado del continente europeo y está en “peligro crítico de extinción”, según la Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza (UICN), principalmente por la presencia de su homónimo americano (Neovison vison). La organización conservacionista Fondo Mundial para la Naturaleza España (WWF) ha querido poner el foco en la delicada tesitura en que se halla el visón europeo y ha lanzado una campaña para salvar a este pequeño mamífero semiacuático.
El área de distribución del mustélido se ha reducido un 90% en los dos últimos siglos
“Queremos dar a conocer la especie, que se ponga en valor, y que se convierta en una prioridad política a nivel de conservación”, explica a EcoAvant.com la portavoz del programa de especies protegidas de WWF España, Laura Moreno. “La campaña está teniendo una muy buena acogida y respuesta: en poco más de una semana ya hemos recogido cerca de 15.000 firmas. Y también ha alcanzado el nivel político de la mano de EQUO que ha presentado la misma propuesta en el Congreso”, añade.
El visón europeo habita principalmente en los cursos fluviales medios y bajos en los que hay una densa cobertura vegetal y buena calidad del agua, por lo que actúa como buen indicador de la calidad de los sistemas acuáticos, y se alimenta de micromamíferos (ratas de agua, ratones y topillos), aves, anfibios, peces, cangrejos e insectos.
Este mustélido habitó en casi todo el continente europeo hasta el siglo XVIII, cuando empezó a desaparecer, con una caída más acentuada en los siglos XIX y XX: su área de distribución se ha reducido un 90% con respecto a la original en los últimos dos siglos. Actualmente, sólo resisten poblaciones fragmentadas y en descenso en el delta del Danubio (entre Rumania y Ucrania), en algunas zonas de Rusia y en una pequeña área del suroeste de Francia y norte de España, según la UICN.
Un plan de emergencia
En España, el visón europeo está presente en algunos ríos del País Vasco, Navarra, Castilla y León, Aragón y La Rioja. En Cataluña, se encontraron algunos ejemplares, pero los expertos sospechan que al hallarse pocos individuos y tan alejados del resto de poblaciones pueden ser citas erróneas, tal y como explica Moreno.
WWF calcula que actualmente la población de visones europeos en España no llega a los 500 ejemplares y alerta de que, a pesar de los esfuerzos de algunas comunidades autónomas y organizaciones para recuperar la especie, destacando programas como Territorio Visón o Life Lutreola Spain, la tendencia poblacional sigue siendo negativa.
"Faltan esfuerzos por parte del Ministerio en cuanto a recursos y coordinación"
Para evitar la desaparición del visón europeo en los próximos cinco años reclama una respuesta a nivel nacional. “Hasta ahora se han llevado a cabo acciones puntuales, pequeños parches que no han conseguido frenar el declive. Faltan esfuerzos sobre todo por parte del Ministerio en cuanto a implicación de recursos y coordinación”, denuncia Moreno.
Es por ello que WWF ha puesto en marcha una campaña de recogida de firmas para pedir a la ministra de Agricultura y Pesca, Alimentación y Medio Ambiente, Isabel García Tejerina, que declare urgentemente al visón europeo como especie en situación crítica y que asigne de manera inmediata recursos económicos para poner en marcha un plan de emergencia y, a la vez, se comprometa a garantizar recursos a largo plazo.
Para los conservacionistas, la estrategia para salvar a este carnívoro debe incluir un censo nacional de la especie, la creación de un centro unificado de cría en cautividad del visón europeo, como el que ya existe para el lince ibérico, y un control efectivo de las poblaciones de visón americano, su mayor amenaza.
El desafío del 'primo'
El visón americano es una especie invasora que se adapta mejor al medio que el autóctono, es más grande y se reproduce con mayor rapidez, por lo que llega a desplazarlo del nicho ecológico que comparten: ya ha ocupado un tercio de su hábitat. Además, es portador y transmisor de la enfermedad aleutiana del visón, una grave dolencia para la que no existen tratamientos preventivos ni curativos, que afecta de manera más agresiva a su pariente europeo y a otras especies de mustélidos autóctonos como los turones y las nutrias.
Originario de Norteamérica, fue introducido en Europa, en concreto en Finlandia y Rusia, tanto en granjas como en espacios naturales abiertos, a principios del siglo pasado, con el fin de explotar comercialmente su piel –para confeccionar los caros abrigos de visón, principalmente–. Las granjas de visón americano llegaron a España a finales de los años 50, del pasado siglo. Galicia y la provincia de Segovia albergaron las primeras. Cataluña, Cantabria, Castilla y León, Madrid, Aragón, la Comunidad Valenciana y el País Vasco se sumaron más tarde.
En 2016 había 39 granjas de visones americanos en España, dos más que en 2011
En 2011, el Gobierno español incluyó al visón americano en el Listado y Catálogo de Especies Exóticas Invasoras. En principio, la inclusión en éste conlleva la prohibición de la introducción del animal "en el medio natural, su posesión, transporte, tráfico y comercio de ejemplares vivos o muertos”, pero añadió también una disposición adicional con la que se permitía la instalación de granjas peleteras en casos excepcionales. Acogiéndose a esta excepcionalidad se abrieron nuevas instalaciones de este tipo en Galicia.
En 2013, con la modificación de la normativa, el Ejecutivo se lo puso todavía más fácil a la industria peletera, contraviniendo flagrantemente la ley, como posteriormente sentenció el Tribunal Supremo: las granjas de visón americano podían seguir funcionando o abrirse nuevas en toda la geografía española a excepción de "en las provincias del área de distribución del visón europeo, que figuren en el Inventario Español del Patrimonio Natural y la Biodiversidad".
“Hubo un boom de peticiones de proyectos de firmas extranjeras para abrir granjas de visones americanos en España en 2013-2014, ya que en otros países, como Reino Unido, Croacia o Países Bajos, están prohibidas tras denuncias animalistas”, explica Moreno, quien añade: “Parece ser que a raíz de la sentencia del Tribunal Supremo de 2016 la industria ha parado un poco. Además, sabemos de algún proyecto que no ha conseguido ver la luz, como el de Carracedelo (León), donde el propio Ayuntamiento no concedió la licencia”. Según datos del MAGRAMA en posesión de WWF, en 2016 había 39 granjas de visones americanos en España, dos más que en 2011. El 80% están en Galicia.
Evitar la conexión de las poblaciones
Los animales se crían hacinados en reducidas jaulas hasta los siete meses, cuando se les gasea y arranca la piel para caros abrigos y bolsos, tal y como ha documentado la organización animalista Igualdad Animal. Muchos ejemplares han conseguido escapar de las granjas por sus propios medios por medidas de seguridad insuficientes, por accidentes o por abandono de la actividad por parte del propietario; y muchos otros, sobre todo en los últimos años, han sido liberados por activistas animalistas. Todo ello ha tenido efectos negativos en el medio natural sobre las especies silvestres.
Diversos programas trabajan para acabar con la presencia de la especie invasora
Actualmente, existen cinco poblaciones asilvestradas de visón americano en la Península Ibérica: la más grande se sitúa en el centro de España (desde el centro de Burgos, hasta Portugal, extendiéndose a toda Castilla y León, Madrid, Castilla-La Mancha y norte de Extremadura). El resto se encuentran en Galicia y Portugal; en País Vasco; en Cataluña y en el Sistema Ibérico meridional (Teruel y Comunidad Valenciana). Diversos programas gestionados por las comunidades autónomas trabajan para que éstas no consigan conectarse y para exterminar a todos los ejemplares. Ya se ha acabado con la vida de miles.
La competencia de su primo americano no es el único peligro al que se enfrenta el visón europeo. Otras consecuencias de la actividad humana, como los atropellos en carreteras, las agresiones de animales domésticos, la destrucción y el deterioro de sus hábitats (contaminación de los ríos y transformación de las riberas) y la pérdida de variabilidad genética también contribuyen al imparable declive de esta especie emblemática de nuestra fauna.