En 2012 moría la tortuga más famosa del mundo. Con más de 100 años de edad, Solitario George, el último ejemplar de tortuga gigante de Pinta (Chelonoidis abingdonii), fallecía a causa de una insuficiencia cardíaca. Tres años después de la extinción de esta especie de cuello alargado y caparazón con forma de silla de montar, un grupo de científicos quiere recuperarla.
George fue encontrado en la isla Pinta, en el archipiélago de las Galápagos (Ecuador), en diciembre de 1971, cuando se creía que la especie ya había desaparecido. El reptil fue trasladado hasta la Estación Científica Charles Darwin, en la isla Santa Cruz, para intentar preservar su linaje. Durante años los conservacionistas intentaron su reproducción sin éxito.
Ahora, con George embalsamado y expuesto al público, los científicos barajan otra posibilidad de revivir la especie. En 2008, expertos estadounidenses tomaron muestras de sangre de unas 1.700 tortugas en las laderas del volcán Wolf, en la isla Isabela, y descubrieron que varios ejemplares conservaban buena parte del ADN de la tortuga gigante de Pinta: George tiene familiares cerca del pico más alto de las Galápagos.
Llegó a haber al menos ocho especies, que sumaban unos 200.000 ejemplares
Se trata de una zona remota e inexplorada del archipiélago ecuatoriano habitada por quelonios gigantes de ascendencia mixta. Estos individuos híbridos tienen su origen en los viajes de marineros del siglo XIX: éstos llenaban las bodegas de sus naves con los reptiles durante las travesías debido a que los mismos pueden resistir hasta un año sin comer y sin beber, y así permitían a las tripulaciones disponer de carne fresca.
Pero, al entrar en mar abierto, cerca del volcán Wolf, muchas veces tenían que reducir el peso de las embarcaciones y lo conseguían lanzando algunas de las enormes tortugas por la borda. Algunos de esos animales, de distintas especies, lograron llegar a tierra firme.
El noviembre pasado, un grupo de científicos de la Universidad de Yale (EE UU) se desplazó a Isabela en búsqueda de los descendientes de estos ejemplares. Con la colaboración del personal del Parque Nacional de las Galápagos (PNG) peinaron las escarpadas laderas del Wolf, cuya última erupción tuvo lugar en mayo, y hallaron 100 tortugas gigantescas muy parecidas a Solitario George, de las cuales trasladaron 32 a la isla Santa Cruz.
Estos ejemplares formarán parte de un programa de reproducción en cautiverio para la recuperación de la especie endémica de Pinta. Asimismo, pretenden revivir a la tortuga gigante de Floreana (Chelonoidis elephantopus), dada por extinguida a mediados del siglo XIX.
Restablecer el ecosistema originario
La expedición, que ha costado 500.000 dólares (unos 457.000 euros), forma parte de la Iniciativa para la Restauración de las Tortugas Gigantes de Galápagos que está siendo desarrollada por la Dirección del Parque Nacional Galápagos y Galapagos Conservancy desde el 2014.
Todas las tortugas están en cuarentena en el Centro de Crianza Fausto Llerena, en Santa Cruz. “Cada animal transportado aporta esperanza para la futura resurrección de dos especies de tortugas extintas”, afirma Wacho Tapia, director de la Iniciativa.
Posteriormente, en Yale se analizará el ADN de cada animal para determinar su ascendencia exacta e identificar qué individuos son los óptimos para obtener crías con el mayor porcentaje de genes de las especies perdidas. Así, mediante una serie de cruces de ejemplares que llevan parte del material genético de las tortugas de Pinta y Floreana, podrían revivirlas.
El proceso involucrará a cuatro o cinco generaciones de estos longevos animales
“En los próximos años vamos a poder presenciar la repoblación de Pinta y Floreana con tortugas gigantes autóctonas, así como la restauración a largo plazo de la integridad ecológica de las dos islas”, asegura Tapia, puesto que estos animales son fundamentales para restablecer el ecosistema originario. El proceso podría durar décadas al involucrar a cuatro o cinco generaciones de estos longevos animales.
Las tortugas gigantes llegaron a las Islas Galápagos hace al menos un millón de años, y colonizaron poco a poco la mayor parte de las islas más grandes. Llegó a haber al menos ocho especies distintas, que sumaban unos 200.000 ejemplares. Actualmente, queda menos del 10%.
Desde el siglo XVIII, miles y miles de tortugas fueron exterminadas por los marineros de paso, quienes las capturaban por su carne. Los primeros colonos que se establecieron en las islas continuaron con la destrucción introduciendo especies como ratas, cerdos, perros y hormigas coloradas, que se alimentan de las tortugas jóvenes y los huevos, y otras como cabras y burros, que dañan o destruyen el hábitat.
Las poblaciones continuaron cayendo hasta la década de 1960, cuando el Parque Nacional de las Galápagos comenzó a centrarse en la restauración de las poblaciones más amenazadas. Dando pasos de gigante en estos últimos años, podrían resucitar, y ahora con compañía, a todo un símbolo de las extinciones globales, el no menos gigante Solitario George.