Desde principios de 2008, las semillas que nos alimentan están a salvo de los peores cataclismos en una enorme despensa en el océano glacial Ártico. Más de 860.000 muestras de simientes congeladas se almacenan en el Banco Mundial de Semillas de Svalbard (Noruega) con el objetivo de proteger la alimentación mundial y evitar la pérdida de diversidad agrícola.
Contra todo pronóstico, las puertas del búnker tuvieron que abrir el pasado septiembre, mucho antes de lo esperado. ¿La catástrofe? La guerra civil en Siria, un conflicto que enfrenta al Gobierno de Bashar al-Assad y diversos grupos rebeldes de la oposición desde hace cuatro años y que ha acabado con la vida de más de 250.000 personas.
El arca de Noé de las plantas contiene más de 5.000 especies de 232 países diferentes
Científicos del Centro Internacional de Investigaciones Agrícolas en Zonas Áridas (ICARDA, por sus siglas en inglés), cuya base de operaciones ha sido trasladada actualmente al Líbano tras dejar custodiada la de Alepo (Siria), que es la encargada de conservar la diversidad agrícola de 128 países, pidieron el pasado mes retirar parte de las más de 116.000 copias de semillas que enviaron a Noruega en 2014 para reconstituir la colección local y poder satisfacer así las solicitudes de agricultores y científicos. Una vez duplicadas las variedades solicitadas, volverán a enviar muestras a Svalbard.
Las instalaciones de Alepo “aún se mantienen en funcionamiento”, según la institución, a pesar de haber sufrido varios ataques militares. El banco contenía una colección de distintas especies locales de cereales y de legumbres especialmente resistentes a la sequía, que con el estallido de la guerra enviaron a los Estados Unidos, Alemania, Turquía, Líbano, Marruecos y Noruega.
El arca de Noé de las plantas contiene actualmente más de 5.000 especies de 232 países diferentes. En el archipiélago Svalbard, situado en el océano Ártico, a los pies de la montaña Platåfjel y al este de los restos de la mina Trønder, sobresale un edificio rectangular de hormigón bajo el cual se esconde un gran almacén, dividido en tres cámaras de igual tamaño, cada una de las cuales puede acumular 1,5 millones de semillas que se mantienen a una temperatura de 18 grados centígrados bajo cero.
La construcción es resistente a desastres como terremotos o una guerra nuclear. Además, el permafrost en el que se asienta garantiza que las semillas permanecerán congeladas incluso en caso de fallo eléctrico.
Mantener la diversidad agrícola
La idea de crear un “almacenamiento seguro de las semillas del mundo” surgió ante la fragilidad de algunos de los más de 1.700 bancos de germoplasma que existen a nivel nacional e internacional. “Muchos de ellos son vulnerables, expuestos no sólo a catástrofes naturales y a la guerra, sino también a desastres evitables como la falta de financiación o mala gestión. Algo tan mundano como un congelador que funciona mal puede arruinar toda una colección de semillas. Y la pérdida de una gran variedad de cultivos es tan irreversible como la extinción de un dinosaurio, animal o cualquier forma de vida”, explican desde la organización internacional Crop Trust, que trabaja para salvaguardar la diversidad agrícola y que gestiona el proyecto de la Bóveda Mundial de Semillas de Svalbard.
Así, Noruega, propietaria de las instalaciones y financiadora del proyecto, reúne de forma gratuita las copias de las especies vegetales que los países envían a Svalbard sin ceder la propiedad para evitar un apocalipsis agrícola ante los desafíos del cambio climático y el crecimiento demográfico.
El gran almacén puede acumular hasta 4,5 millones de simientes duplicadas
La población mundial alcanzará los 11.000 millones de personas para el año 2100, según las últimas previsiones de Naciones Unidas. Estos individuos vivirán, de seguir la tendencia actual, soportando cambios bruscos de temperaturas, estaciones más secas y fenómenos meteorológicos extremos cada vez más frecuentes, intensos y de mayor duración, unos patrones que alterarán la agricultura tal y como la conocemos actualmente y pondrán en peligro la seguridad alimentaria.
Los expertos coinciden en afirmar que para mitigar las causas del cambio climático o prepararse para sus impactos es necesario mantener la diversidad agrícola, cuya principal amenaza es la agricultura a escala industrial. Y no hay mucho tiempo: ya se han perdido dos tercios de la diversidad genética de los cultivos, según la Organización de las Naciones Unidas para la Agricultura y la Alimentación (FAO).
Afortunadamente, la diversidad de cultivos se mantiene también fuera de los grandes bancos de semillas. Un estudio revela que el 75% de ésta se mantiene gracias a los pequeños agricultores, en muchos casos mujeres, que preservan variedades locales de cultivos que les proporcionan los alimentos vitales.