Miles Wilson, geofísico de la Universidad de Durham (Reino Unido), intenta llevar la cuenta, y hasta el momento ha anotado 736 proyectos en distintos lugares de la Tierra que hicieron temblar el suelo. Los resultados de su investigación fueron publicados el mes pasado en la revista especializada Seismological Research Letters. Explotaciones mineras, construcción de gigantescos embalses y, en los últimos tiempos, la extracción de gas y petróleo por medio del fracking son los más habituales, aunque los hay de muchos otros tipos. Como sucede con esta última polémica forma de obtención de hidrocarburos, todas las acciones de inyección de fluidos o gases a presión bajo tierra son susceptibles de provocar seísmos.
Una investigación identifica 736 proyectos que causaron temblores de tierras
En el mapa del mundo donde aparecen ubicados los lugares donde el ser humano ha desencadenado terremotos no falta un punto situado frente a la costa mediterránea española, a pocos kilómetros de la localidad castellonense de Vinaròs, donde se construyó el fallido almacén submarino de gas Castor, responsable de cientos de temblores de hasta 4,3 grados en la escala de Richter en 2013 (y de un inmenso agujero en las arcas públicas estatales por la gigantesca indemnización de 2.600 millones de euros que el Gobierno pactó pagar a la empresa responsable si finalmente el depósito no acababa siendo una realidad lucrativa).Pruebas nucleares, construcción de rascacielos demasiado altos y pesados, excavación de grandes túneles, perforaciones para obtener energía geotérmica o la eliminación de enormes cantidades de fluidos o residuos líquidos por vía subterránea son otras de las causas humanas de movimientos sísmicos de diferentes magnitudes, aunque los investigadores creen que la lista puede ser todavía más larga debido al desconocimiento que aún tenemos sobre las consecuencias reales de muchas otras actividades. Hasta proyectos de secuestro de CO2 bajo tierra para combatir el calentamiento global podrían acabar en ella.
Algunas actividades causantes de terremotos resultan insospechadas, pero “todos los proyectos antropogénicos influyen en las fuerzas que actúan en la corteza terrestre, por ejemplo, agregando o eliminando masa, por lo que no debería sorprendernos que la Tierra responda a estos cambios y que en algunos casos los terremotos sean la respuesta", señala Wilson, quien junto a un grupo de investigadores en la materia de su universidad y de la de Newcastle engrosan desde el año pasado el banco de datos abierto Human Induced Earthquake Database (Base de datos de terremotos inducidos por el hombre), o, más fácil de recordar, HiQuake.
Para crear la base de datos, que actualizó una preexistente, Wilson y sus colegas analizaron la literatura revisada por otros investigadores, presentaciones académicas, artículos en los medios de comunicación e informes oficiales de la industria y los gobiernos relativos a proyectos en los que se investigó si la actividad humana fue la causa de una secuencia de terremotos determinada.
150 años de antigüedad
Cada una de las 736 entradas que registra HiQuake a fecha de hoy corresponde a un proyecto o a una fase de un proyecto. Algunos de ellos tienen ya casi 150 años de historia, y la mayoría de los terremotos que provocaron tuvo una magnitud que osciló entre los 3 y los 4 grados en la escala de Richter. Pero los hubo más fuertes. El más intenso es el de magnitud 7,9 registrado en 2008 en el condado de Wenchuan, en la provincia china de Sichuan, que provocó cerca de 80.000 muertes y que los expertos vinculan a la construcción del colosal embalse de Zipingpu, que acumuló 320 millones de toneladas de agua sobre una falla perfectamente conocida.
En algunos de los ejemplos, como el mencionado, lo que hizo la intervención humana fue aportar la gota que hizo desbordar el vaso de una situación geológica que ya estaba al borde del siniestro por causas puramente naturales: “la mayor parte del estrés liberado en estos casos es de origen tectónico natural. La actividad antropogénica es solo la puntilla que hace liberar este enorme estrés acumulado”, explica Wilson.
El 38% de los proyectos causantes de terremotos de la lista son de origen minero. Un 23% son de construcción de grandes embalses. El 15%, de prospecciones petrolíferas y gasísticas convencionales. Un 8%, de actividades de perforación en busca de energía geotermal. Un 5%, de vertido de desechos fluidos, y un 4% de explotaciones de fracking.
"Cualquier operación exitosa de fracking induce microsismicidad porque la roca queda fracturada”, explican los autores del estudio. “El número de perforaciones fracturadas hidráulicamente ha aumentado en los últimos años”, advierten, y ello podría llevar asociados “terremotos inusualmente grandes, muy probablemente relacionados con la reactivación de fallas geológicas preexistentes”, alertan.
El seísmo de Sichuan, que causó 80.000 muertos en 2008, fue culpa de una presa
Un 5% de los terremotos de origen humano registrados los causaron bombas hidráulicas colocadas a grandes profundidades, y un 3% fueron consecuencia de explosiones de prueba nucleares –no solamente las norcoreanas, todos los países del club atómico militar las llevan a cabo o lo han hecho–, porcentaje idéntico al de las actividades del sector de la construcción. Extracción de aguas subterráneas, de metano subterráneo para usarlo como fuente de energía y hasta perforaciones para investigaciones científicas también han causado seísmos. La inmensa mayor parte de los proyectos registrados en la base se concentran en Norteamérica, Europa y Asia oriental.
En España, el banco de datos registra doce entradas, incluyendo Castor, una de ellas relacionada con la minería (el colapso en 2012 de la mina Lo Tacón en Torre Pacheco, Murcia), otras dos con la extracción de agua subterránea (una de las cuales causó el terremoto de magnitud 5,1 que devastó Lorca en 2011) y todas las restantes con la construcción de embalses (que incluyen los de Tous, El Grado, Camarillas, Canelles o Itoiz, entre otros).
Los terremotos causados por el ser humano van en aumento. Hasta 108 de los proyectos que los provocaron se han desarrollado durante la última década. Y todo parece indicar que habrá cada vez más. “Las minas se harán más numerosas, más profundas y más extensas, los embalses mayores y más abundantes, y los edificios cada vez más altos para satisfacer una creciente población mundial y su demanda de recursos. Tal vez algún día habrá que buscar un equilibrio entre el riesgo sísmico y el desarrollo de estas actividades”, apunta Wilson.