La cifra de toneladas, donadas por los ciudadanos durante el pasado fin de semana en la primera convocatoria de este tipo organizada simultáneamente en toda España (en algunas comunidades autónomas ya se venía convocando de manera anual), es un 40% superior a la prevista por los organizadores.
Unos 84.000 voluntarios se encargaron de recoger las donaciones en 5.000 mercados y supermercados de todo el país, trasladarlas a sus almacenes y allí, desde el pasado lunes, proceder a su clasificación para poder repartirlas entre cientos de entidades sociales que las harán llegar a sus destinatarios finales.
El volumen recogido en un fin de semana equivale al 12% de lo que se reúne al año
La cantidad recaudada no es todavía la definitiva: el volumen total conseguido no se conocerá hasta dentro de unos días, cuando acaben de llegar a los almacenes de clasificación las contribuciones realizadas directamente por diversas grandes empresas y entidades de la sociedad civil, como algunos clubes deportivos, señalaron fuentes de la organización.
La Federación Española de Bancos de Alimentos había previsto recoger 10 millones de kilos, una expectativa que se ha visto afortunadamente desbordada. Los 14 millones acumulados solamente durante los días 29 y 30 de noviembre, suponen un 12% de lo que estas entidades logran gestionar en todo un año, señalan desde la entidad, que ganó en 2012 el Premio Príncipe de Asturias a la Concordia.
Los almacenes habituales de los bancos de alimentos se han quedado pequeños en algunas comunidades autónomas, principalmente en Cataluña, donde se recogieron 3.075.000 kilos gracias a la labor de 20.000 voluntarios repartidos en 1.900 comercios. La entidad logró la cesión de una inmensa nave de 2.446 metros cuadrados en la localidad de El Prat de Llobregat, a la que los voluntarios son transportados durante toda esta semana en autocares.
Los años de crisis y recortes en las ayudas sociales no han hecho disminuir, sino que han multiplicado las donaciones, que según fuentes del Banc de Aliments catalán están creciendo a un ritmo del 20% anual, muy por encima de lo que sucede en otros países europeos.
Se calcula que unos 8 millones de españoles, alrededor de un 20% de la población, viven con ingresos inferiores a la mitad de la renta per cápita nacional. Los bancos de alimentos son organizaciones basadas en el voluntariado que se encargan de gestionar y redistribuir excedentes alimentarios con el fin de paliar estas situaciones de pobreza y evitar el desperdicio de estos recursos.
Despilfarro mundial
Según la federación estatal, los destinatarios del material recogido por estas entidades pertenecen principalmente a los colectivos de parados de larga duración (un 9% del total de beneficiarios), inmigrantes (28%), discapacitados físicos (2%), jubilados sin recursos (21%), enfermos terminales y afectados (6%), niños y adolescentes nacidos en entornos desfavorecidos (7%), toxicómanos (12%), discapacitados psíquicos (1%) o indigentes (10%).
Según datos de la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO), un tercio de los alimentos producidos en el planeta para el consumo humano, unos 1.300 millones de toneladas anuales, se pierde o se desperdicia. Con la cuarta parte de los mismos podrían alimentarse los 868 millones de personas que se estima que pasan hambre severa en el mundo (muchos millones más se alimentan de forma insuficiente o poco equilibrada)
El valor económico de este despilfarro de comida equivale a unos 758.000 millones de euros, que se reparten en 521.000 millones de euros en los países desarrollados y 237.000 millones en los países en desarrollo, según los cálculos de la misma FAO.
Como promedio, cada consumidor europeo o norteamericano desaprovecha unos increíbles entre 95 y 115 kilos al año, mientras que en el África subsahariana y en Asia meridional y sudoriental la cifra es de 6 a 11 kilos anuales.
En tiempos de crisis, las donaciones están creciendo en España a un ritmo del 20% anual
En su libro Despilfarro, el investigador británico Tristam Stuart afirma que los 40 millones de toneladas de alimentos despilfarrados en los Estados Unidos cada año podrían alimentar a 1.000 millones de personas hambrientas. Stuart se define como freegano, y afirma haberse alimentado desde los 16 años (ahora tiene 36) de los productos en buen estado que los supermercados y tiendas arrojan a los contenedores.
Los datos del desperdicio son estremecedores: entre el 40 y el 60% del pescado capturado en aguas europeas es desechado por su tamaño, por ser de una especie poco comercial o por las estrictas cuotas que impone la Unión Europea; entre un 20 y un 40% de las frutas cosechadas en el continente son descartadas por las grandes superficies porque no cumplen sus baremos estéticos o de otro tipo, aunque sean perfectamente comestibles, y el 10% de las emisiones de CO2 del mundo desarrollado son causadas por el cultivo de alimentos que jamás serán consumidos.
El origen de los bancos de alimentos se remonta a los años 60 del pasado siglo. John van Hengel, un jubilado de Phoenix (Arizona, Estados Unidos) creó el primero, el Saint Mary's Food Bank, en 1967. El movimiento se extendió por todo el país y dio lugar a la red llamada Second Harvest (Segunda cosecha), en la que, además de más de 200 bancos de alimentos estadounidenses, también participan industrias agroalimentarias y grandes cadenas de distribución. Su trabajo permite atender a 26 millones de personas cada año.
En España operan 55 bancos de alimentos, repartidos por todas las comunidades autónomas y habitualmente de ámbito provincial, que se agrupan en la federación estatal. Ésta, a su vez, forma parte de la Federación Europea de Bancos de Alimentos, con sede en París (Francia), que reúne a 224 entidades de 18 países con 6.400 voluntarios permanentes, y distribuye cerca de 274.000 toneladas de alimentos, por un valor aproximado de 521 millones de euros, a 25.000 instituciones sociales que los hacen llegar a unos 4,3 millones de personas.
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