Aunque a esas horas de la madrugada la playa de Sant Simó no estaba tan concurrida como de día, el establecimiento El Xiringuitu estaba abierto y con público, pero eso no arredró al gran quelonio, que a pocos metros del local empezó a excavar en la arena y depositó en el nido 173 huevos, tres de los cuales se rompieron durante sus maniobras sobre la puesta. Se trata de una cifra reproductiva excepcionalmente superior a la media de la especie.
Un ejemplar depositó en junio 170 huevos en una playa de Mataró (Barcelona)
El propietario del bar, Jordi Esteve, que había visitado hace años una zona de nidificación de tortugas en Costa Rica y sabía cómo actuar, evitó que otras personas tocaran o molestaran al animal, por ejemplo haciéndole fotos, apagó las luces del local y avisó a las autoridades, por lo que a él se deberá en gran medida el éxito de la puesta, muy importante para asegurar el futuro de esta especie amenazada.
Una vez la tortuga boba lo abandonó, hora y media más tarde, el nido fue rodeado por un perímetro de protección y, siguiendo un protocolo científico establecido, los especialistas decidieron dejar una parte de los huevos en el mismo y llevar el resto a las instalaciones del Centre de Recuperació de Fauna Marina (CRAM) en El Prat de Llobregat para garantizar la supervivencia de al menos una parte de las crías.
En total, se dejaron en el nido 130 huevos y los otros 40 fueron llevados al CRAM. De estos últimos, se descubrió que solamente eran fértiles 28. Con la eclosión del primero hacia las 06:30 horas del lunes (el animal fue llevado al CRAM para reunirlo con sus 'hermanas' cuando nacieron con la finalidad de que entraran en el mar todas juntas), y de otros 33 durante la noche del lunes al martes, son ya 34 las tortuguitas nacidas procedentes del nido, y se espera que a lo largo de las próximas noches emerjan de la arena la mayoría de las restantes. El fuerte calor de estos días podría haber acelerado el proceso de incubación natural.
Por su parte, de los 28 huevos viables llevados al CRAM y colocados en cinco incubadoras especialmente diseñadas paar estos animales han nacido desde el jueves de la semana pasada otras 26 tortugas, que se llevarán al mar aproximadamente dentro de un año, cuando hayan crecido un poco más y con ello aumenten sus posibilidades de supervivencia, que recién nacidas es de alrededor de un 70%. Los reptiles serán “reintroducidos en el medio natural con microchip y dispositivos de seguimiento vía satélite” para conocer sus desplazamientos y aclarar si dentro de partir de unos quince años, cuando sean adultas, vuelven a criar en la misma playa, explica el CRAM.
El plástico, un enemigo mortal
Antes de dejarles partir hacia el agua, los animales nacidos sin intervención humana en el nido son objeto de una valoración de su estado de salud, se toman datos de sus medidas biométricas y peso y se obtienen muestras de material genético para futuros estudios.
El desove de tortugas marinas, todas cuyas siete especies en todo el mundo están amenazadas de extinción (uno de sus principales enemigos son las bolsas de plástico, junto con la pesca accidental y la contaminación), en playas urbanizadas del litoral mediterráneo español donde nunca se había producido, está dejando de ser un hecho inusual de un tiempo a esta parte.
“En los últimos ocho años ha habido un incremento de casos de nidificación en las playas, ya sea por un proceso migratorio de la población atlántica o por los efectos del cambio climático”, señala la bióloga Aïda Tarragó, técnica del servicio de Flora y Fauna del gobierno catalán. “Hechos como este son inéditos y con pocos registros en décadas anteriores, aunque en los últimos años, la frecuencia de puestas o intentos de puesta se ha incrementado notablemente en todo el litoral mediterráneo español, con un porcentaje de casos más elevado en Cataluña”, se señala desde el CRAM.
Se desconoce por qué estas tortugas eligen las playas españolas para desovar, pero en los últimos años se han detectado hasta una veintena de nidos en lugares donde hasta ahora eran desconocidos. En junio de 2015, una hembra depositó 80 huevos en una playa de San Juan de los Terreros (Almería). Hace dos veranos, otra tortuga boba depositó 88 en una concurrida playa de Sueca (Valencia).
Nuestras masificadas playas podrían ser una esperanza para su supervivencia
Esta especie suele criar en lugares deshabitados de Florida, el Caribe, el Mediterráneo oriental o Cabo Verde, pero, según algunos expertos, podría haberse visto obligada a buscar nuevos parajes para nidificar debido al incremento de las temperaturas, alterando su tendencia natural a hacerlo en el mismo lugar donde nacieron, lo que los científicos denominan filopatría.
Un estudio de investigadores de la Universitat de Barcelona y del Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC) publicado en la revista Scientific Reports analizó el ADN extraído de 121 muestras de 18 nidos localizados en playas mediterráneas españolas y llegó a la conclusión de que se trata de “eventos de colonización esporádicos”, ya que estas tortugas obtienen alimento en zonas del litoral de la península.
"Esta colonización o dispersión hacia zonas más frías puede ser muy importante para la supervivencia de muchas especies a medio plazo si el mundo se sigue calentando", opina el experto del CSIC Adolfo Marco, que trabaja en la Estación Biológica de Doñana (en el parque nacional onubense). Es decir, que nuestras atestadas y sobreurbanizadas playas podrían convertirse en una esperanza de vida para el futuro de la tortuga boba. Será necesaria una gran tarea de concienciación de la ciudadanía para que sus puestas sigan saliendo adelante.
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