En un planeta donde mil millones de personas todavía pasan hambre, uno de cada tres adultos es obeso o tiene sobrepeso. En 2008, unos 1.460 millones de humanos almacenaban más grasa en sus cuerpos de la que deberían, lo que supuso un 23% más de personas pasadas de kilos que 30 años atrás.
Sin embargo, la sobrealimentación no implica necesariamente una nutrición adecuada, y al menos 2.000 millones de personas en la Tierra sufren de un insuficiente aporte de minerales y vitaminas fundamentales como el hierro, el yodo, el zinc o la vitamina A, lo que, especialmente si se registra en la edad infantil, afecta seriamente al desarrollo físico y mental y coloca a esos individuos en una situación de clara inferioridad para el resto de sus vidas.
El número de personas con demasiada masa corporal creció un 23% en tres décadas
Estos impactantes datos los aporta el estudio Dietas futuras. Implicaciones para la agricultura y los precios de los alimentos, recientemente publicado por el Instituto de Desarrollo en Ultramar (ODI, en sus siglas en inglés), uno de los principales centros de estudios sobre desarrollo internacional y temas humanitarios del Reino Unido, con más de medio siglo de trayectoria en este terreno.
Porque, precisamente, el dato más sorprendente del trabajo es que donde se experimentó un mayor crecimiento del número de obesos fue en los países en vías de desarrollo. En ellos, el número de personas sobrealimentadas se triplicó entre 1980 y 2008, pasando de 250 a 904 millones, mientras en el mundo rico el crecimiento era solamente de 1,7 veces.
“Las fuerzas de la globalización han impulsado una progresiva homogeneización en las dietas”, señalan los autores del informe. Según se eleva el nivel de renta, los habitantes de los países en desarrollo cambian una alimentación basada en los cereales y tubérculos por una donde mandan la carne, los azúcares y las grasas. Así, el consumo de azúcar por persona ha aumentado en todo el globo un 20% desde los años 60.
Dos naciones emergentes como China y México lideran la lista de países donde el número de obesos (que superan un índice de masa corporal de 30) o personas con sobrepeso (que superan el límite de 25) ha experimentado un mayor crecimiento, duplicando sus cifras de 1980. El índice de masa corporal es un indicador que asocia el peso y la talla de las personas, y que se obtiene dividiendo el primero, expresado en kilos, por el cuadrado del segundo, que se consigna en metros.
España, por encima de la media
Un 58% de los europeos acumula kilos de más. En España, el porcentaje se eleva al 63%, por encima de la media de los miembros de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico (OCDE). Los últimos datos de la OCDE, correspondientes a 2012, indican que dos de cada tres adultos españoles registran sobrepeso y uno de cada seis es obeso. Y el problema empieza a ser realmente preocupante entre los menores, cada vez peor alimentados y más sedentarios.
Zonas del mundo de mucho menor nivel de renta, como América Latina (57%), el Norte de África y Oriente Medio (58%) registran niveles casi idénticos a los europeos, pero todavía muy por debajo de las estremecedoras cifras de Estados Unidos, donde, con un 70% de la población adulta afectada, se baten todos los récords mundiales.
En el extremo contrario, y como ejemplo alentador, se halla el caso de Corea de Sur, un país cuyos habitantes consumen un 300% más fruta y un 10% más verduras que en 1980, en gran medida gracias a activas campañas gubernamentales para promover hábitos más saludables entre los ciudadanos.
El estudio analiza las implicaciones que esta tendencia mundial tendrá para el abastecimiento global y los precios de los alimentos en un planeta que se enfrentará al reto de sostener una población de 8.000 millones de personas en 2030, y de 9.000 millones en 2050, según las previsiones demográficas de la ONU.
Corea del Sur logra que sus ciudadanos coman un 300% más de fruta que en 1980
Los autores advierten de que una mayor demanda mundial de carne y lácteos tendrá probablemente que provenir, en gran medida, de la alimentación del ganado mediante grano, y que ello conllevará una mayor demanda de tierras, aguas y fertilizantes que hará subir sus precios, y por tanto los que cualquier producción agrícola, lo que colocará a las personas de menores recursos económicos en serias dificultades para acceder a una dieta adecuada.
Y el problema generado afectará de una manera tan seria a las políticas agrarias como a las sanitarias. Como señala Steve Wiggins, uno de los autores del estudio, con estas “alarmantes” tasas de obesidad, “vamos a ver un incremento de personas que padecen algún tipo de cáncer, diabetes y enfermedades cardiovasculares, lo que colocará una enorme carga sobre los sistemas de salud pública” e incluso puede llegar a reducir la esperanza de vida en algunos países.
Pero todavía queda tiempo y esperanzas de corregir esta absurda deriva. Y las políticas públicas son claves en este aspecto, como demuestra el ejemplo surcoreano. El estudio aboga por imponer desde los gobiernos medidas coercitivas, que reclama abiertamente contra el tabaco, pero también contra las campañas que promueven el consumo de determinados alimentos y bebidas poco saludables entre los menores de edad.
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