¿Está nuestra sociedad sensibilizada respecto a los problemas ambientales?
La sensibilización ha ido a más en los últimos años, cuando se han hecho evidentes consecuencias del cambio climático de las que los científicos nos habían venido avisando, como las sequías, la pérdida de biodiversidad, la llegada de especies invasoras, las modificaciones en los periodos agrícolas... El problema es que los tempos son insuficientes, y hay que ponerse a trabajar sin demora. Todavía no es demasiado tarde para actuar, estoy convencido de que aún podemos revertir los peores efectos del calentamiento global. El ecologismo ha incurrido en un abuso del mensaje catastrofista, que resulta inhabilitante, desmotivador. El cambio climático es irreversible, pero podemos hacer mucho en los campos de la mitigación y la adaptación, que son ahora las claves.
¿Cómo estamos en relación con otros países? ¿Cuáles serían los referentes?
Hay que desmitificar lo que creemos que se hace en otros lugares. No tenemos que buscar modelos en ningún otro país. Cuando lo analizas a fondo, te das cuenta de que los nórdicos, que pasan por ser las sociedades más ecologistas, dejan mucho que desear en bastantes terrenos. Existe un cierto papanatismo al respecto. Ellos se presentan ante el resto del mundo como muy responsables, pero después de cara a sus ciudadanos no siempre es así. Noruega, que proclama que es el paraíso del vehículo eléctrico, ha autorizado prospecciones petrolíferas en el Ártico. De hecho, su riqueza se basa en el petróleo. En este planeta tenemos que ir todos a una. Y estoy convencido de que al final se impondrá el sentido común: es una cuestión de supervivencia de nuestra especie.
¿Qué es lo más urgente que tenemos que hacer como ciudadanos si queremos contrarrestar el deterioro del planeta?
Ser consciente de que esto va en serio, aceptar que las cosas están así. Hemos vivido demasiado tiempo de espaldas a los problemas ambientales, pensando que 'esto no me está pasando a mi' o que 'solucionarlo no es asunto mío, es cosa de los políticos o las empresas'. Hay que entender que la lucha contra el cambio climático pasa por la acción individual como consumidores y como ciudadanos, por el reciclaje de residuos, por el ahorro de agua y energía, por una movilidad responsable y por la protección del entorno. ¡Este planeta no nos necesita a nosotros, pero nosotros sí que necesitamos inevitablemente a este planeta!
Los temas ambientales están totalmente ausentes del debate político.
Pero es que el medio ambiente tiene demasiada importancia para dejarlo en manos de los políticos, igual que no delegamos en ellos los problemas de nuestra salud personal o nuestra economía. Es una responsabilidad individual de cada uno de nosotros.
El mundo económico, por el contrario, parece empezar a moverse, aunque sea por interés propio.
Ojalá la sociedad y la política avanzaran con tanta responsabilidad como las empresas. Nos están dando lecciones diarias en muchos terrenos. Ciertamente, algunas están todavía en el siglo XVIII, pero muchas otras están realmente comprometidas con el medio ambiente, y afirmar lo contrario es una gran mentira. Ser miembro del consejo de administración de una empresa no te convierte en un demonio, y también conozco demonios en organizaciones ecologistas o en partidos políticos 'verdes'. Muchos de estos ven que su 'negocio' está amenazado y no quieren que las cosas cambien, porque están instalados en el 'cuanto peor, mejor'.
Pero, a menudo, la apuesta por la sostenibilidad se reduce a una mera estrategia de marketing.
Es verdad que existen muchos casos de greenwashing, pero también hay ecologistas corruptos. Los que defendemos el medio ambiente y creemos que otro mundo es posible tenemos que tender puentes con las grandes empresas. Yo apuesto por el posibilismo, y esto me ha acarreado muchas críticas desde el mundo ecologista de barricada y pancarta, con un considerable desgaste personal. Pero yo no vivo de esto, sino que vivo esto, ya lo vivía con 8 años, cuando andaba con mis prismáticos por los Aiguamolls de l'Empordà [un valioso parque natural de la Costa Brava protegido gracias a la movilización ciudadana que lo reclamó en los años 70 del pasado siglo]
¿Cuáles son los problemas ambientales más urgentes?
La gestión de residuos, el ciclo del agua, el estancamiento en el desarrollo de las energías renovables, la deforestación, la pérdida de biodiversidad, las especies invasoras, el modelo de movilidad basado en los combustibles fósiles... que están todos ellos interrelacionados. Aunque hay mucho por hacer, soy radicalmente optimista respecto a la posibilidad de mitigar el cambio climático.
A la salida de la crisis económica, ¿volveremos a cometer los mismos errores del pasado, en terrenos como el consumismo desaforado o la burbuja inmobiliaria?
Creo que hemos aprendido la lección. El discurso de que la sociedad es tonta es falso. Considero que es suficientemente inteligente como para adoptar cambios. El cambio de modelo de desarrollo desde una economía lineal a una circular avanza muy lentamente, pero es irreversible. Quien todavía mantenga que es posible un crecimiento infinito en un planeta finito es muy estúpido.
En sus escritos reivindica como un elemento clave la educación ambiental.
La educación ambiental es fundamental, y no solamente en las escuelas: no tenemos tiempo de delegar la tarea en las generaciones futuras. Se tiene que desarrollar a todos los niveles y por todos los medios, desde la acción política a los medios de comunicación. Tiene que ser un objetivo transversal, y en este empeño la escuela y la universidad tienen que hacer piña.
La falta de cultura científica de la ciudadanía, ¿no juega en contra de la lucha en favor del medio ambiente?
El interés por la ciencia está directamente relacionado con la falta de interés de los científicos por comunicar. En este sentido soy muy crítico con los científicos, que tienen que hacer más por divulgar, no en las revistas especializadas, sino a nivel de la sociedad. Existe una cierta endogamia en la comunicación científica. Muchos creen que hablar para el gran público es 'bajar de categoría'. Hay científicos que han hecho mucho en este campo, como en su momento Félix Rodríguez de la Fuente, el recientemente fallecido Jorge Wagensberg, Javier Martín-Vide, José María Baldasano o Ramón Folch, pero la mayoría tienen que hacer un esfuerzo de divulgación. Nos lo deben a los ciudadanos, que les hemos costeado los estudios.
¿Y cuál es el grado de responsabilidad de los medios de comunicación?
Con ellos estaríamos más o menos igual que con los científicos. Cuando hablan de medio ambiente se quedan siempre en el mensaje desmotivador de que 'el mundo se acaba'. Desde los medios tenemos que tender puentes a la ciudadanía. Se me ha acusado de ser iluso o ingenuo, pero yo mantengo la esperanza, y creo más en la seducción que en la denuncia, en plantear propuestas alternativas. No nos hacen falta discursos catastrofistas. El medio ambiente con el palo no entra.
Es habitual en los medios presentar en un plano de igualdad cuestiones científicas y pseudocientíficas, como las pseudoterapias o la astrología.
En este terreno me inquieta sobre todo la falta de rigor. Comparar las terapias naturales con la medicina es una memez. Los milagros no existen, solamente existe la ciencia. Pero es que en los medios, cuando se habla de medio ambiente en general, se dicen cosas tremendas. Existe una gran falta de respeto hacia la información ambiental.
¿Cómo ve el futuro de la misma?
Actualmente está relegada a ese cajón de sastre de los medios que es la sección de Sociedad, y se le asignan estos temas a cualquiera. A mí no se me ocurriría escribir sobre fútbol, un asunto del que no tengo ni idea. Pero no albergo dudas de que algún día el medio ambiente ocupará grandes secciones y bloques específicos en periódicos y medios audiovisuales, en los que trabajarán profesionales especializados. No se puede divulgar adecuadamente algo que no se conoce y no se ama. La seducción ambiental es la gran asignatura pendiente de los medios.