¿Qué ocurre entonces con las empresas avispadas que ante legislaciones ambientales europeas cada vez más exigentes deciden deslocalizarse o globalizarse? ¿Hay alguna manera de evitar que empresas que en el primer mundo mantienen un comportamiento impecable se aprovechen en el tercer mundo de la falta de legislación protectora del medio ambiente, los recursos naturales, los derechos humanos y laborales?
Afortunadamente la respuesta es que sí hay solución: la Huella Ambiental de la Unión Europea, que se basa en la metodología del Análisis de Ciclo de Vida (ACV).
Llega la Era del Análisis del Ciclo de Vida
Una gran ventaja de todas las iniciativas basadas en el Análisis del Ciclo de Vida es que analizan los impactos ambientales a lo largo de todas las etapas consecutivas e interrelacionadas necesarias para hacerlo:
• Desde la adquisición de la materia prima y/o su generación a partir de recursos naturales.
• Pasando por la fase de fabricación.
• Teniendo en cuenta el uso de un producto (o el desarrollo de una actividad).
• Considerando todos los transportes intermedios necesarios.
• Y la fase final de gestión como residuo (reutilizaciones, reciclados, incineración, vertedero,…).
En el ACV se consideran todas las etapas en cualquier parte del mundo
La suma de todas las entradas de materia y energía; y de las salidas de residuos y emisiones constituye el impacto ambiental del producto, servicio u organización. Y esto se puede aplicar a la fabricación de un producto, la prestación de un servicio o la actividad de una organización.
En el ACV no importa dónde se estén produciendo cada una de esas etapas. Se consideran todas y en cualquier parte del mundo. De esta manera, el recurso a desplazar las partes más contaminantes de un proceso de fabricación al tercer mundo, no sólo no es favorable, sino que seguramente es manifiestamente perjudicial.
Es muy probable que las condiciones de fabricación sean menos respetuosas con el medio ambiente y ello se pondrá de manifiesto en el ACV. Además de añadir cargas ambientales asociadas a transportes largos y no precisamente limpios.
Se acerca la Era del ACV y de todas aquellas formas de eco-etiquetado que se basan en él. Estoy seguro que esta afirmación causará el escepticismo de muchos, y lo entiendo perfectamente. Por ello me atrevo a apuntar más adelante unos indicios muy prometedores que espero que fortalezcan mi afirmación anterior.Un Mercado Europeo para los Productos Verdes
La Comisión Europea apuesta decididamente por un mercado debidamente organizado para los productos verdes. Para ello, la Unión Europea presentó en 2013 los estándares para la determinación de la Huella Ambiental de Producto y de Organización cuya base es la metodología del Análisis del Ciclo de Vida y que tiene una importante diferencia respecto a otras huellas como el carbono, agua, entre otros: no sólo las integra, sino que traza un perfil ambiental completo.
A diferencia con otras huellas, traza un perfil ambiental completo del ciclo de vida
Es esencial armonizar en la Unión Europea la manera de demostrar que un producto u organización tiene un mejor comportamiento ambiental, poniendo orden en las numerosas iniciativas, organismos y etiquetas ambientales (hay más de 400 en el mundo) que en este momento confunden a los consumidores y a todas las partes implicadas en la cadena de valor.
Objetivo 2020: Vivir bien, respetando los límites de nuestro planeta
En diciembre de 2013 se publicó el Programa General de Acción de la Unión en materia de Medio Ambiente hasta 2020: Vivir bien, respetando los límites de nuestro planeta.
La Unión Europea quiere convertirse en una economía sostenible e integradora de aquí a 2020, por medio de una serie de políticas y actuaciones dirigidas a avanzar hacia una economía hipocarbónica y eficiente en el uso de los recursos.
Conclusiones
En definitiva, queda claro que, en materia de medio ambiente, entramos en la Era del Análisis del Ciclo de Vida y la Huella Ambiental. Merece la pena estar atento a su evolución. Son materias que tendrán un importante desarrollo profesional en los próximos años, porque la Unión Europea quiere ser una economía sostenible e integradora en 2020.