Esta actividad, como todas las de extracción y comercio con recursos naturales del Sáhara Occidental por parte marroquí, constituye una vulneración de la legislación internacional por parte de la potencia ocupante, que reclama el territorio como propio pese a las más de un centenar de resoluciones de la ONU que desde hace cuatro décadas no lo reconocen como tal y exigen la celebración de un referéndum sobre la autodeterminación al que Rabat no ha dejado de poner obstáculos.
En 2008 se desembarcaron en Canarias más de 47.000 toneladas
Junto con la explotación de los fosfatos (de los que el Sáhara Occidental es el segundo productor mundial) y de la pesca (sus caladeros se cuentan entre los más ricos del globo), la exportación de arena saharaui con destino a playas de Canarias, Madeira (Portugal) o Cabo Verde es una de las muchas actividades económicas que empresas marroquíes o extranjeras desarrollan en el territorio en litigio. La arena, empleada como material de construcción, es la segunda materia prima más consumida en el mundo, después del agua.
En 2002, el anterior Vicesecretario General de Asuntos Legales de la ONU, Hans Corell, redactó un informe sobre los recursos naturales saharauis en el que concluía que “si fueran a continuar las actividades de exploración y de explotación sin tener en cuenta los intereses y deseos del pueblo del Sáhara Occidental, éstas se realizarían violando los principios del derecho internacional aplicable a las actividades con recursos minerales en territorios sin gobierno autónomo”. En enero de 2010, los asesores legales del Parlamento Europeo denunciaron igualmente la ilegalidad del acuerdo pesquero entre la Unión Europea y Marruecos, que se extendía a las aguas de la ex colonia española.
Fabricación de cemento
El traslado de arena del Sáhara Occidental a las playas canarias se inició en 1955. Con ella, la ciudad de Santa Cruz de Tenerife creó la inmensa playa artificial de Las Teresitas (1.380 metros de longitud por 80 de anchura media), abierta al público en 1973 tras el traslado de más de 140.000 metros cúbicos de arena saharaui, con la que se recubrió la negra arena volcánica de la isla, menos cómoda y atractiva para los turistas. En ese momento, el territorio era todavía una provincia española.
La extracción indiscriminada está destruyendo los ecosistemas del litoral
En 1998, ya con el Sáhara bajo ocupación militar marroquí, se regeneró la zona con otros 140.000 metros cúbicos. Solamente en 1998, están documentados en los registros del puerto tinerfeño 13 desembarcos de arena saharaui, con un total de 36.400 toneladas, según documentación que obra en manos de WSRW.
Además de la regeneración de playas, la arena saharaui se empleó en la fabricación de morteros y cementos ampliamente consumidos durante el auge de la construcción en España desde mediados de los 90 hasta 2010. A partir de ese año, la caída de la demanda provocada por la crisis económica paralizó los desembarcos, pero desde 2011 se ha reactivado la importación, impulsada además por la construcción de grandes complejos hoteleros en Madeira y Cabo verde, según ha constatado este observatorio.
“Y no solamente se trata de un expolio económico. La extracción de forma indiscriminada de arena en el litoral está causando graves daños ambientales, como la destrucción de los fondos marinos litorales y de los ecosistemas radicados en ellos”, señala a EcoAvant.com Emhamed Jaddad, coordinador del Gobierno de la República Árabe Saharaui Democrática (RASD, proclamada en 1976 desde el exilio en Argelia, y reconocida por 82 estados) con la misión de la ONU en el territorio (Minurso).
Marruecos tiene en la exportación de fosfatos del Sáhara Occidental una aún más lucrativa fuente de ingresos. El yacimiento al aire libre de Bu Craa, a unos cien kilómetros de El-Aaiún, descubierto en 1947, produce 2,4 millones de toneladas al año de este material, de numerosas aplicaciones agrícolas e industriales. Una de ellas resulta de un altísimo valor estratégico: la obtención de uranio para su uso como combustible en centrales nucleares.
Los fosfatos son una materia prima "prometedora" para la obtención de uranio en un “contexto de expansión de la demanda”, destacó el grupo industrial nuclear francés Areva tras firmar un suculento contrato en 2007 con la empresa pública marroquí Office Chérifien de Phosphates (OCP) durante una visita del entonces presidente galo Nicolas Sarkozy a Rabat.
El Organismo Internacional de la Energía Atómica (OIEA) calcula que, sólo en los yacimientos de fosfatos de Marruecos, el volumen de uranio que se puede obtener partir de ese mineral ronda los seis millones de toneladas, el doble de los recursos mundiales de uranio conocidos por ahora.
La OCP marroquí, controlada personalmente por el rey Mohamed VI (principal inversor privado de la economía del país) es el mayor exportador de fosfatos del mundo: en 2010 el valor de sus ventas al exterior superó los 4.500 millones de dólares (3.375 millones de euros). Marruecos es el primer productor mundial, y un Sáhara Occidental independiente le seguiría en el podio.
Soberanía y sobrepesca
La pesca es el otro gran recurso explotado por Rabat en el territorio ocupado. Tras año y medio de negociaciones con los caladeros cerrados a los barcos europeos, la UE suscribió en julio un nuevo acuerdo con Marruecos que permitirá faenar en ellos a 126 embarcaciones (un centenar de ellas españolas, con 700 tripulantes) durante cuatro años, a cambio de 40 millones de euros por año. El tratado debe ser ratificado ahora por la Eurocámara. Y la europea no es la única flota que faena en esas aguas, en las que echan las redes barcos de todo el mundo poniendo en peligro la sostenibilidad de la pesca sin que la población local obtenga el menor beneficio.
Por el anterior acuerdo con la UE, vigente en el periodo 2006-2010, Marruecos recibió más de 144 millones de euros. El Parlamento Europeo se opuso en diciembre de 2011 a extender su prórroga, que finalizaba en 2012, por considerar ilícito que se extendiera su aplicación a las aguas del Sáhara Occidental y por entender que se sobreexplotaban algunas especies en las mismas. Marruecos expulsó de inmediato a los pesqueros europeos.
El Sáhara es el segundo productor mundial de fosfatos, que generan uranio
La Comisión Europea estima que, durante el anterior acuerdo, "cada euro gastado sólo generó 83 céntimos de facturación y 65 céntimos de valor agregado directo e indirecto para la UE", lo que significaba “los ratios de coste-beneficio más bajos de la ayuda a la flota europea en todos los acuerdos bilaterales en curso". Y todo ello poniendo en peligro la recuperación de los recursos pesqueros.
Aún podría haber más riquezas que explotar en el territorio ocupado por Marruecos. El Gobierno de Rabat ha concedido a una empresa nacional y otras cuatro extranjeras licencias para la prospección y eventual explotación de yacimientos de petróleo y gas tanto tierra adentro como en la plataforma costera. Algunas de ellas incluyen zonas limítrofes con las aguas canarias.
Según la legalidad internacional, España sigue siendo la potencia administradora del territorio. El informe S/2002/161 al Consejo de Seguridad de la ONU insistía una vez más hace una década en que el acuerdo suscrito por España, Marruecos y Mauritania el 14 de noviembre de 1975, “con arreglo al cual las facultades y responsabilidades de España, como Potencia administradora del Territorio, se transfirieron a una administración temporal tripartita (…) no transfirió la soberanía sobre el Territorio ni confirió a ninguno de los signatarios la condición de Potencia administradora, condición que España, por sí sola, no podía haber transferido unilateralmente”.
“La transferencia de la autoridad administrativa sobre el Territorio a Marruecos y Mauritania en 1975 no afectó la condición internacional del Sáhara Occidental como Territorio no autónomo”, reitera desde hace 40 años la ONU, que considera la antigua posesión española el último territorio del mundo pendiente de descolonización. Mientras tanto, hay quien amasa fortunas aprovechando una situación eternamente provisional. Las voces que exigen el cumplimiento de las resoluciones internacionales sólo claman en el desierto.